Palo Alto
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Las 'carmenadas' traspasan fronteras
No parece que estemos para 'shows' ni a cuenta de la Memoria Histórica (¡Zapatero, regresa, que nos arrepentimos!) ni para nada que no sea saber interpretar el futuro en paz, pan y libertad
No hay día en el viejo Madrid, tan sucio, tan desarrapado, tan escasamente atildado, en el que el sobresalto no sea noticia. Manuela Carmena no controla. Necesitaría colocar a toda su familia hasta el tercer grado para controlar al grupo de exaltados que están echando a perder cualquier buena voluntad. Un viejo colega que escribe ahora desde el estado de Florida me pregunta qué pasa en Madrid.
- No pasa nada, Bob, las calles están llenas de porquería, los mendigos siguen durmiendo en la calle y el pueblo continúa siendo acogedor, divertido, superviviente, trabajador y vive su vida como le dejan…
Como no se dedican a lo que realmente importa a los contribuyentes, les sobra tiempo para perpetrar 'carmenadas' con los muertos. Un día es la lápida de ocho frailes carmelitas fusilados el 18 de agosto de 1936 y otro es confundir nombres, apellidos e historias vitales. Mi amigo Bob me recuerda que en el Capitolio de Estados Unidos conviven uno al lado del otro el general Grant (unionista) y el general Lee (secesionista), ambas estatuas presididas por el beatífico fray Junípero Serra.
No parece que estemos para 'shows' ni a cuenta de la Memoria Histórica (¡Zapatero, regresa, que nos arrepentimos!) ni para nada que no sea saber interpretar el futuro en paz, pan y libertad.
“La estupidez es persistente”, escribió Camus, pero éste debía ser alguien de la 'casta' para los ágrafos de la hora madrileña que producen vergüenza ajena.
Siempre nos quedará el torero de Galagapar y la cúpula del Palace.
No hay día en el viejo Madrid, tan sucio, tan desarrapado, tan escasamente atildado, en el que el sobresalto no sea noticia. Manuela Carmena no controla. Necesitaría colocar a toda su familia hasta el tercer grado para controlar al grupo de exaltados que están echando a perder cualquier buena voluntad. Un viejo colega que escribe ahora desde el estado de Florida me pregunta qué pasa en Madrid.