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Del 'Maura, no' al 'Rajoy, tampoco'
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Graciano Palomo

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Del 'Maura, no' al 'Rajoy, tampoco'

La sustitución de Mariano ha comenzado ya. No les preocupa que los posibles socios de gobierno exijan la retirada del hombre impasible porque saben que eso jamás lo aceptará

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy. (EFE)
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy. (EFE)

Vuelvo a la cita. Los hechos son sagrados, las opiniones libres. Soy de los que creen que pasado un tiempo, los aciertos del presidente Mariano Rajoy en medio de dificultades sin cuento serán tomados en consideración en todo su valor y también, obviamente, sus errores, que tampoco han sido pocos.

Pero lo de Lenin (hechos) es lo que cuenta en la enmarañada, descarnada y difícil vida política española. El desgaste de Rajoy es muy serio y muy real. Cosechado por acción u omisión. Es un secreto a voces que tras el 20D la cabeza del candidato del partido que ganó esas elecciones está más en almoneda que nunca. Oficialmente, esto es, no habrá un solo dirigente del Partido Popular que ose en voz pública cuestionar la continuidad del gallego.

Sin embargo, no hay reunión que se precie donde no salga a colación la necesidad de que Rajoy rinda sus posiciones. Porque lo exigen Rivera y Sánchez, por un lado, y, por otro, porque creen los listos que sin MR al frente del ticket PP, si se celebraran elecciones el próximo mes de junio, el centro derecha puede aglutinar parte de los votos que necesita para conjurar lo que consideran “peligro podemita”.

Comprendo que el presidente en funciones esté decepcionado con el IBEX y sus múltiples entornos. Ha dejado de serles útil aunque quererle, quererle, nunca lo amaron. Debía intuirlo, y ahora queda plasmado cuando confirma la dificultad insalvable para seguir en el poder.

Es un secreto a voces que tras el 20D la cabeza del candidato del partido que ganó esas elecciones está más en almoneda que nunca

Desde el “Maura, no” no ha existido un jefe de la derecha en España más cuestionado que Mariano Rajoy dentro de la propia derecha española. Mediática y partidariamente. Su final –que se intuye aunque tampoco hay que minusvalorar su capacidad para aparecer el domingo de resurrección como tiene acreditado- comenzó cuando permitió que el rey de las urnas de cartón de Artur Mas pusiera las mismas.

También cuando una parte sustancial del empresariado decidió jugársela “inventando” opciones similares para devolverle la paleta a algunos de esos sectores molestos con la política Montoro.

Dentro del PP, como recordaba al inicio de este post, nadie en público cuestiona las intenciones presidenciales de continuar, si es que realmente tiene intención de ello, que yo tengo mis dudas. Algunos de los nombres que suenan 'sotto voce' para sustituirle llaman alarmados para pedir encarecidamente que no pongamos su nombre en negrita.

¡Tiene su lógica! Pero se mire por donde se quiera, la sustitución de Mariano ha comenzado ya. No les preocupa que los posibles socios de gobierno exijan la retirada del hombre impasible porque saben que eso jamás lo aceptará. No. Lo que realmente les alarma es que MR pueda ser de nuevo el cartel electoral para las elecciones del 19 ó 26 de junio, si es que antes no se ha muñido algo que llevarse a la boca.

Se lo dije directamente a Rajoy hace aproximadamente un año: los Rato, Granados, Blesa, Bárcenas, Matas y demás especímenes corruptos del PP, casi todos ellos de la época de Aznar, terminarán por tirarte por la ventana. No pestañeó. En ese contexto de guardias civiles entrando a saco en las sedes de PP y en los domicilios de sus concejales resulta comprensible la exigencia de Rivera al respecto; la de Sánchez (ERE y un sinfín de casos corruptos en el PSOE) se entiende menos.

En definitiva, lo del “Maura, no”, sabemos cómo acabó y con qué resultados. Lo de Rajoy, todavía no. Pero casi.

Vuelvo a la cita. Los hechos son sagrados, las opiniones libres. Soy de los que creen que pasado un tiempo, los aciertos del presidente Mariano Rajoy en medio de dificultades sin cuento serán tomados en consideración en todo su valor y también, obviamente, sus errores, que tampoco han sido pocos.

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