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A vueltas con los modales democráticos de Ciudadanos
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Graciano Palomo

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A vueltas con los modales democráticos de Ciudadanos

Es una bocanada de aire fresco, pero no todo es oxígeno puro. Les hemos llevado en volandas y ahora que ejercen un rol de importancia es lógico que se les critique alguna de sus derivas

Foto: El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, el pasado 7 de marzo. (EFE)
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, el pasado 7 de marzo. (EFE)

Un muy conocido dirigente del partido de Albert Rivera, con gran hechura intelectual y leído en cuestiones políticas, me reconoce que a determinados (as) compañeros en la dirección de la formación naranja se les ha subido el presunto éxito a la cabeza. Tampoco hacía falta que me lo confirmara el susodicho porque a los profesionales de la información y la opinión nos sobran y bastan nuestras propias experiencias cotidianas para rematarlo.

Ciudadanos es un partido que cae simpático; que ha conseguido de entrada algunos 'inputs' valiosos en la anquilosada y cainita vida política española; que ha puesto el listón muy alto (así se valora) para el sentido ético personal de los representantes públicos. ¡Quién va a negar lo obvio!

Pero tengo para mí, que llevo en esto de la observación política muchos años, que el mejor ejemplo es, sin duda, practicar lo que se predica. Negar que a Ciudadanos ha llegado gente de aluvión y en determinados casos desechos de tienta de otros partidos es como tratar de convencernos de que la Seguridad Social fue un invento del PSOE. Nada hay más corrupto que negarse a ver la realidad.

Sucede por ejemplo en Cataluña —donde el rol de Ciudadanos ha sido esencial en la última década— que hay electos de este partido que cuando militaban en el PP (con cargos de singular importancia como portavocía en el Parlament, y en esa formación había gente que se lo llevaba) habitaban en el monte, es decir, aumentaban el ala dura del mismo. Ahora han inventado el “progresismo” y reparten lecciones a sus antiguos compañeros de militancia acerca de lo conveniente que resulta que Pedro Sánchez habite en el palacio de la Moncloa.

Insisto. Ciudadanos es una bocanada de aire fresco, pero no todo es oxígeno puro. Sucede que les hemos llevado en volandas y ahora que ejercen un rol de importancia en el panorama nacional es lógico que se les critique alguna de sus derivas. Aguantar esa crítica es parte de su sueldo. Ver conspiraciones espurias ante cualquier pero que se les pone delata que ni antes ni ahora deben estar en ese 'chollo'. Entendido el término en el más puro sentido galaico.

Sabrá el señor Rivera el paño con el que tiene que repartir juego.

Un muy conocido dirigente del partido de Albert Rivera, con gran hechura intelectual y leído en cuestiones políticas, me reconoce que a determinados (as) compañeros en la dirección de la formación naranja se les ha subido el presunto éxito a la cabeza. Tampoco hacía falta que me lo confirmara el susodicho porque a los profesionales de la información y la opinión nos sobran y bastan nuestras propias experiencias cotidianas para rematarlo.

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