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Graciano Palomo

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Aznar sigue enredando

Aznar lleva tiempo buscando sustituto para Rajoy. Lo peor para él y los que apoya es que todo su esfuerzo es contraproducente

Foto: José María Aznar, Mario Vargas Llosa y Mariano Rajoy con José Manuel García-Margallo y los expresidentes Andrés Pastrana y Sebastián Piñera. (EFE)
José María Aznar, Mario Vargas Llosa y Mariano Rajoy con José Manuel García-Margallo y los expresidentes Andrés Pastrana y Sebastián Piñera. (EFE)

La llamada “guerra fría” entre Mariano Rajoy y la persona que le nombró sin encomendarse a otra cosa que no sea Ana Botella se pudo escenificar con todo su esplendor el pasado martes 29 de marzo, con Vargas Llosa hasta en la sopa y en presencia mortal de Isabel Preysler.

Tampoco es que sea ninguna novedad, porque la candela se reparte desde hace mucho tiempo. Aznar se ha especializado, entre otras cosas más sospechosas, en decir obviedades con acento “gringo” como si fueran verdades reveladas. “Necesitamos nuevos liderazgos capaces de ejercer una tracción social, moral y política a la altura de los desafíos que tenemos...”. Se quedó tan ancho mirando a la concurrencia, que permaneció muda ante tamaño descubrimiento. Los maliciosos murmuraban entre sí. ¿Se estará refiriendo a Alejandro Agag? ¿Quizá al avaro Miguel Blesa? ¿Por ventura a Jaume Matas, al que hizo ministro? ¿A Jesús Sepúlveda, su antiguo fontanero en Valladolid y luego paradigma de un alcalde eficaz y honrado? ¿Quizá Rato, que fue el primero al que ofreció su sillón?

Aznar se ha especializado, entre otras cosas más sospechosas, en decir obviedades con acento “gringo” como si fueran verdades reveladas

La evidencia nunca le importó en demasía al expresidente. Él repite y repite sus obviedades como si resultaran verdades del Altísimo. Eso ha creado escuela entre sus deudos y acaudalados discípulos. Por ejemplo, pulula por ahí uno de sus edecanes más controvertidos (por los vapores etílicos y por la enormidad de su patrimonio cuando del Pisuerga llegó a Madrid con una mano delante y otra en el taparrabos) que no tiene reparo alguno en dar lecciones al PP actual respecto a cuestiones de honradez cuando él mismo aparece en el listado de sobrecogedores de Luis Bárcenas. ¡Así son estos grandes patriotas!

Aznar lleva tiempo buscando sustituto para Rajoy. Lo peor para él y los que apoya es que todo su esfuerzo es contraproducente. Se lo tengo dicho al bueno de Pablo Casado, que sí es una persona honrada y tiene condiciones para, llegado el momento, subir al puente de derrota.

Se le desmoronó Bush, se le agrió la Medalla de Honor del Congreso (por precio), se le revolvió Bárcenas y resultó que –“no lo dude usted, hay armas de destrucción masiva en Irak y se encontrarán”– el pueblo libio ajustició a su amigo Gadafi.

¿De qué presume este sujeto? ¿De abdominales? ¡Vale!

La llamada “guerra fría” entre Mariano Rajoy y la persona que le nombró sin encomendarse a otra cosa que no sea Ana Botella se pudo escenificar con todo su esplendor el pasado martes 29 de marzo, con Vargas Llosa hasta en la sopa y en presencia mortal de Isabel Preysler.

Mariano Rajoy José María Aznar Pablo Casado Mario Vargas Llosa