El que manda en Madrid

Ignacio Aguado es uno de los jóvenes dirigentes de Ciudadanos que viene de la sociedad civil (Unión Fenosa), lo cual ya es un dato relevante, y que pretende establecer un nexo de unión entre lo que predica y lo que hace. Estamos ante un personaje distinto y en este caso distante que poco a poco se va abriendo hueco.

Me ha dicho que él podía ser vicepresidente del Gobierno autónomo de Madrid y que, sin embargo, está en la oposición “porque lo que deseamos finalmente se lleva a cabo”. Yo le respondo que, en efecto, podría ser vicepresidente de Cristina Cifuentes -¡que más quisiera ella!- pero que ello es peor que ser copresidente sin mancharse ni mojarse. No lo desmiente.

Lo que realmente llama la atención de C's es su reconocida deriva a recoger desechos de tienta. Cooptan en su representación para medios públicos (Telemadrid) a pretendidas periodistas que no han hecho en su vida un sencillo 'lead' y, por ende, no lo han redactado nunca. Pero se mueven bien en la conspiración y el enredo. Bien es verdad que la susodicha cuenta con el favor de la propia Cifuentes, a la que parece importar más las cenitas y las copas que el hecho fehaciente de que insulte a su militancia y electorado. Es por ello que la “batalla de Madrid” dentro del Partido Popular está todavía en fase de aproximación porque suceda lo que ocurra habrá varios candidatos además de Cifuentes. Y candidatos de gran peso político y con apoyos entre su sufrida y vapuleada militancia. Porque si Mariano Rajoy queda en la orilla no podrá seguir protegiendo a doña Cristina, y sin su manto azulado quedaría obviamente a la intemperie.

Todo el mundo sabe en Madrid que es Aguado el que marca el paso; tampoco lo niega. Es más, alardea de ello y con toda justeza. Dicen los que saben que se trata de uno de los hombres claves de Albert Rivera, en el que ha puesto muchas de sus esperanzas.

Vamos a ver si, en efecto, la realidad lo acredita porque la política se ha convertido en un quehacer de alto riesgo y yo ya he visto muchas ambiciones ahogadas en el detritus que abona la diosa fortuna.