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Iglesias sueña con convertirse en catedral
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Graciano Palomo

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Iglesias sueña con convertirse en catedral

Una buena parte del morbo del 26-J va a estar en ver si el líder que llegó montado a lomos del cabreo del 15-M consigue imponerse al veterano Partido Socialista

Foto: Pablo Iglesias, en el Congreso. (EFE)
Pablo Iglesias, en el Congreso. (EFE)

Ignoro si el 'sorpasso' en la izquierda será el 26 de junio una realidad o simplemente un espejismo. Lo único ciertamente descriptible es que Pablo Iglesias, subido a la chepa y la marea del 15-M, ha logrado en tiempo récord sacar a esa izquierda de la marginalidad. El resto es opinable.

No conozco a nadie en mi ya dilatada carrera como observador de la realidad nacional que haya sabido aprovechar mejor unas circunstancias “objetivas” para repartir mandobles y, desde la contradicción, cabalgar en una carrera ciertamente desbocada hacia el poder. Precisamente, este es uno de los puntos más interesantes del acontecer patrio. Si el viejo PSOE, que ha sido el partido que más tiempo ha gobernado España desde la restauración democrática (22 años), mantiene el palmito o se va por el desagüe. Si en la cuarta potencia económica de la Unión Europea hay sitio para la socialdemocracia al uso o si, por el contrario, ha llegado el momento de una izquierda radical con planteamientos de sala de banderas.

Pablo Iglesias y su muchachada juegan permanentemente al órdago rompedor. Eso conlleva ventajas evidentes en una sociedad donde los problemas más graves siguen sin resolverse y donde 'el centro es la medida de todas las cosas' no sirve. Desgraciadamente, pero no sirve. A partir de ahí, el que más chifle, capador.

He seguido en primera persona los apabullantes avatares de Iglesias que es el hombre que lo llena todo en Podemos. Al margen del análisis técnico/comunicativo/mediático de gran relevancia del caso (que lo es), el asunto central es si sus ofertas sirven mejor que otras para enfrentar una difícil situación nacional y, finalmente, arreglar los problemas graves que tiene planteados el país. Empezando por el afianzamiento de las libertades (todas) que también pasan, y esencialmente, por la libre comunicación de noticias y el ejercicio de la crítica.

Luego vendrá el argumento de si a los “parias de la tierra hispana” se les ofrecen mejores soluciones desde el intervencionismo o dejando campar a sus anchas el emprendimiento y la iniciativa.

Iglesias, como hombre nacido en los viejos oteros de Antonio Machado, debe saber a estas alturas de su vida que no se pueden poner puertas al campo.

Veremos.

Ignoro si el 'sorpasso' en la izquierda será el 26 de junio una realidad o simplemente un espejismo. Lo único ciertamente descriptible es que Pablo Iglesias, subido a la chepa y la marea del 15-M, ha logrado en tiempo récord sacar a esa izquierda de la marginalidad. El resto es opinable.