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PP: refundación, refundación, refundación
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Graciano Palomo

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PP: refundación, refundación, refundación

En el Partido Popular no solo conviven sensibilidades diferentes sino almas distintas. Y algunas son rotundas: hay que refundarlo y Mariano Rajoy no es el hombre para esa tarea

Foto: El PP necesita un Congreso de refundación como el de 1990 para cambiar los que entonces le refundaron. (EFE)
El PP necesita un Congreso de refundación como el de 1990 para cambiar los que entonces le refundaron. (EFE)

Un alto responsable de Génova 13 nos invitó al director de este diario y al escribidor de estas letras a tomar un café la semana que expira. Pudimos certificar que en el Partido Popular conviven, incluso en las plantas nobles del cuartel general popular, no solo sensibilidades distintas sino almas diferentes.

Sin embargo, algo es común a todos ellos: la necesidad de una pensada larga a qué debe ser el PP después de 26 años de la primera refundación en aquel ya histórico Congreso de Sevilla (1990), cuando José María Aznar tomó el testigo que sin esfuerzo alguno le ofreció Manuel Fraga. Aznar asentó sus reales, moldeó el partido a su conveniencia y libre disposición, dio fama y poder a sujetos a los que nunca debió dejar entrar en ese hortera edificio. Desde Francisco Correa (Don Vito) a Luis Bárcenas terminando en Rodrigo Rato y un larguísimo etcétera. Esto es lo que hay unanimidad que hay que llevar al camposanto.

Hay coincidencia también en que no es Mariano Rajoy la persona que puede pilotar la nueva etapa al frente de la formación que todavía es la más importante de España y una de las más formidables de Europa. Lo he escrito muchas veces: el PP o se refunda de abajo arriba o desaparece. Porque Albert Rivera, menospreciado, ha tenido la habilidad de arrebatarles el centro del campo y desde el confeti y la nada rodearse de imagen, una porción de arribistas y no pocos tránsfugas. Pero la realidad es la que es.

Si el PP no es capaz de pasar su particular 'Bad Godesberg' mediante la introducción de la democracia interna, la expulsión de todo corrupto que ahí habita, sacudirse los complejos -lo de la política de comunicación en la Comunidad de Madrid es de aurora boreal-, enarbolar los valores del mérito, la moderación y el talento político sobre la realidad que los circunda, mejor que desaparezca.

Para muestra un botón: no puede ser que un señor como García-Margallo sea ministro de España simplemente porque sea amigo del señor presidente cuando personalmente no tendría más voto que el de su suegra.

¡No es esto! ¡No es esto!

Un alto responsable de Génova 13 nos invitó al director de este diario y al escribidor de estas letras a tomar un café la semana que expira. Pudimos certificar que en el Partido Popular conviven, incluso en las plantas nobles del cuartel general popular, no solo sensibilidades distintas sino almas diferentes.

José María Aznar Luis Bárcenas Rodrigo Rato José Manuel García Margallo Mariano Rajoy