Merkel patea el culo de Rajoy como medida preventiva

Algunos andan escandalizados ante la determinación germana de imponer una severa multa a España por el incumplimiento del déficit público, jaleado el comisario Moscovici por la voluntad alemana de poner puertas al campo. Máxime cuando la canciller teutona es una declarada amiga del presidente Rajoy y su ministro Schäuble un rendido admirador de nuestro país.

Fuentes de la máxima solvencia insisten ante este columnista e que ese proceder inteligible -y más cuando el presidente Jean Claude Juncker se rinde a los encantos del buen caldo hispano- tiene un secreto no revelado. Se podría describir de esta guisa.

España se ha convertido en objeto de la máxima preocupación europea ante un eventual gobierno populista. No son los enteros o algunas décimas de más en el déficit de las cuentas públicas. No. Es un aviso a navegantes. No quieren que se repita la historia de Grecia que en este caso concreto de España supondría la voladura de todo el andamiaje comunitario.

Si desde ahora mismo Europa decide enseñar tarjeta amarilla al Gobierno de centroderecha es preferible que tener que mostrar la roja a un posible Ejecutivo manirroto que lleva en su frontispicio el gasto por doquier y como bandera. Es fácil de entender. Porque para la UE -Merkel, Hollande, Renzi y Dijsselbloem- es más importante el mantenimiento del 'statu quo' europeo que el futuro de su amigo Rajoy. El dilema para ellos es que puede ser peor el remedio que la enfermedad.

El gran asunto de las cuentas públicas españolas es que no hay redaños para atajar el gasto. El contribuyente está exprimido hasta su última gota de sudor y la calculadora no cuadra. Gastan cinco administraciones a manos llenas y pese a los recortes de salón la ubre está exhausta. Nada funciona mejor en este país que la Agencia Tributaria y quien diga lo contrario miente. Es una feroz máquina recaudadora que saca dinero de donde no lo hay. Y de donde lo hay no lo saca. Los mismos que se quejan del déficit ponen el grito en el cielo cuando se anuncian recortes para rebajar el dinero público que se invierte (o lo que sea) en las subvenciones públicas en las academias de guitarra o las escuelas de zapateado del flamenco.

El hecho comprobable es que los que tienen una nómina tienen que dedicar seis meses de un año para pagar a la nunca bien ponderada Agencia Tributaria.

Y luego dicen querer que se dupliquen los emprendedores.

¡Todos funcionarios!