¿Estos han pagado alguna vez alguna nómina?

Un modesto empresario del sector de la informática me pregunta con sorna si alguno de los cuatro candidatos a la presidencia del Gobierno ha pagado alguna vez de su bolsillo siquiera una nómina.

Me temo que no. Por cuenta propia, decididamente no. Continúa el emprendedor argumentando que debería exigirse a cualquier aspirante a primer ministro haber confirmado en carne propia y a sus expensas el pago de una nómina, su Seguridad Social, los IVA, las tasas y los impuestos de sociedades y demás. Ahora que parece que se va a cambiar la Constitución, no estaría en falso que se acogiera también a la letra pequeña.

Ardo en deseos de observar qué son capaces de hacer si llegan al Gobierno los nuevos listos. Los que dicen ser capaces de cambiar las cañerías mientras el grifo continúa soltando agua. De dar luz cuando se procede a un aquilatamiento total del sistema. De mantener y aún aumentar el llamado Estado de bienestar sin incrementar los impuestos. No me gustaría irme al otro barrio sin comprobarlo.

Disparar con pólvora del rey, es decir, del contribuyente, es lo más fácil. Lo difícil es jugársela todos los días abriendo el chiringuito mientras acecha inmisericorde la Agencia Tributaria y demás recaudadores inmaculados.

La economía real de la que hablaba el otro. Si se llegara al puesto de mando con esa lección bien aprendida estoy convencido de que, primero, no hablarían en vano y, segundo, se pensarían dos veces las medidas que imponen.

Aquí ocurre todo lo contrario que en los países más prósperos. Se llega a la política sin haber leído el catón y sin haber pisado antes una fábrica. Luego ocurre lo que ocurre. Que no están todos los que son pero sí son todos los que no deberían.