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El laberinto es infinito
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Graciano Palomo

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El laberinto es infinito

No es que España sea un enigma histórico, como recuerda en sus libros el gran Claudio Sánchez-Albornoz, es que el laberinto español parece no tener fin

Foto: El líder socialista, Pedro Sánchez, de camino a dar una rueda de prensa. (EFE)
El líder socialista, Pedro Sánchez, de camino a dar una rueda de prensa. (EFE)

No se ve salida. Lo que un día se otea meridiano al amanecer, se torna oscuro al anochecer. Adobado un panorama indigerible con la chacota y cachondeo del pueblo llano, que es al final el que paga.

Oigo voces acerca de soluciones extraordinarias en el PSOE porque la única llave posible y viable la tiene en su mano Ferraz. No las creo. Pedro Sánchez conoce muy bien el percal de sus conmilitones y sabe que una cosa es vehicular improperios por debajo de la mesa y otra bien distinta presentar batalla en reyerta abierta y a navajazo limpio. En el Partido Socialista, como en el resto de las fuerzas políticas, el “aparato” es siempre el “aparato”.

¿Qué soluciones extraordinarias? ¿Qué golpes de mano pueden darse cuando el poder fáctico lo domina todo? Ninguno. La situación de encallamiento es de tal naturaleza que la miopía de unos dirigentes les hace postrarse para recoger la calderilla mientras los billetes de 500 euros vuelan a su alrededor.

Si continúo sin ver clara la investidura del nuevo presidente, mucho menos claro vislumbro que un nuevo Ejecutivo realice lo que exige la economía

Están jugando con fuego unos y otros. Quieren aparecer como guardianes del santo grial de la democracia y de los intereses generales cuando lo único notable que llevan a cabo es el cobro de los denarios a final de mes y de paso asegurarse gasolina para continuar engrasando sus maquinarias partidarias.

Lo escribí desde el primer día. Al menos al día de hoy, cuando nadie se apea del burro, las cuentas parlamentarias no salen. Y nadie habla claro. Se pasan el día en jueguecitos a ver si pillan al contrario en renuncio y ganan algunas posiciones. ¡Oigan, las elecciones se celebraron ya! Y por dos veces.

Si continúo sin ver clara la investidura del nuevo presidente, mucho menos clara vislumbro la posibilidad de que un nuevo poder ejecutivo vaya a realizar lo que la situación económica exige. No me pregunten cuál es la solución porque no la tengo. Lo único que sé es que pago muchos impuestos y los dilapidan con alegría gaditana en bagatelas y argumentos de basurilla.

No es que España sea un enigma histórico, como recuerda en sus libros el gran Claudio Sánchez-Albornoz, es que el laberinto español parece no tener fin.

No se ve salida. Lo que un día se otea meridiano al amanecer, se torna oscuro al anochecer. Adobado un panorama indigerible con la chacota y cachondeo del pueblo llano, que es al final el que paga.

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