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La guerra: de Saint Etienne a Cracovia
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Graciano Palomo

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La guerra: de Saint Etienne a Cracovia

El martirio de un sacerdote a manos de sicarios del Estado Islámico llegó en medio de una indiferencia que, junto con la cobardía, se han convertido en habituales en Europa

Foto: El Papa Francisco visita un hospital en Cracovia. (EFE)
El Papa Francisco visita un hospital en Cracovia. (EFE)

El pasado 26 de julio un grupo de terroristas de Daesh decapitaron en una iglesia católica de Saint Etienne (Francia) a un sacerdote de esta confesión y perpetraron toda serie de desmanes en recinto sagrado para los cristianos.

Es la primera vez en la que los “soldados” de Alá perpetran tamaño “combate” contra unos religiosos armados solo con el Evangelio y la caridad consiguiente en beneficio de los más desamparados de la sociedad que les rodea. Todo ello entre una cierta indiferencia de la sociedad civil -de dentro y de fuera- como si la acción se circunscribiera a una “guerra de religiones”, y como si la superioridad de la una sobre la otra (hechos, libertades, tolerancia, amor al prójimo, etc…) no estuviera ya demostrada. Pero Europa se cobija cada vez más en su propia cobardía, en su manto egoísta que recuerda mucho a aquella época todavía reciente cuando unos liberticidas quisieron someterla y ponerla de rodillas y finalmente tuvieron que venir los soldados americanos a liberarlos.

Unas horas más tarde en la católica Polonia -Cracovia, exactamente, la patria chica de San Juan Pablo II-, su sucesor después de Ratzinger, ha dicho que, en efecto, esto es una guerra pero "no una guerra de religiones…". Él sabrá, que está inspirado por el Espíritu Santo.

Precisamente el líder de una religión que es capaz de concentrar a dos millones y medio de personas, jóvenes de todo el mundo, para escuchar su palabra aunque luego los hechos no parecen compadecerse con la prédica; de esos jóvenes digo.

No hay en todo el orbe ninguna organización capaz de enfrentar una cifra como esa. Algunos dirán que les parece poco y en el mejor de los casos que la reunión de la JMJ2016 -como antes Río o Madrid- tampoco significa nada. Creo que significa mucho. No entro en el orden o la categoría de la fe, que eso es cosa de cada cual. Social, política y mediáticamente significa mucho. Y los dirigentes públicos de cualquier credo deberían tomar buena nota. Máxime ahora que hay un pontífice -que viene de puente- al que nada de lo humano le es ajeno.

Dicho en román paladino: quitar crucifijos no ayuda a dar de comer a los pueblos.

Creo.

El pasado 26 de julio un grupo de terroristas de Daesh decapitaron en una iglesia católica de Saint Etienne (Francia) a un sacerdote de esta confesión y perpetraron toda serie de desmanes en recinto sagrado para los cristianos.

Papa Francisco