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La oportunidad que pierde Rivera
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Graciano Palomo

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La oportunidad que pierde Rivera

Lo que muy pocos entienden es que no aproveche esta oportunidad de oro para entrar en un gobierno que no sabe si podrá repetirse. El cartero del BOE nunca llama dos veces

Foto: El líder de Ciudadanos, Albert Rivera. (EFE)
El líder de Ciudadanos, Albert Rivera. (EFE)

Resulta obvio el cambio de clima de la mañana a la noche que se ha producido entre los “hermano separados” que conviven, unos en el PP y otros en “Ciudadanos”. Las reticencias que existen y la desconfianza mutua entre líderes y cuadros -compiten por el mismo mercado- han dejado paso a un pasillo humanitario producto de la necesidad mutua.

Aun así, en la política, que está hecha de personas, subsisten demasiados agravios porque hay dirigentes de la formación naranja que tienen muy grabado que no pudieron hacer carrera en el PP aunque durante años abrevaran en su caja. Son los más “porculeros” y la veterana pituitaria me dice que van a durar poco en las faldas de Albert Rivera, que lleva tiempo subido en su propia Suzuki.

Lo que muy pocos entienden es que el joven y preparado (tengo mis dudas si “suficientemente”) Rivera no aproveche esta oportunidad de oro para entrar en un gobierno que no sabe si podrá repetirse. El cartero del BOE nunca llama dos veces.

Porque los argumentos utilizados para iniciar las conversaciones con el PP son de peso y, por ende, si lo que realmente se persigue es el interés de España, no cuadra el hecho de que no quiera compartir el ejercicio del poder en lugar de ejercerlo. Hay una gran contradicción 'in terminis'.

Si los problemas del país son tan graves, lo son, ¿por qué no participar directamente en su solución? Salvo que haya gato encerrado como se podía vislumbrar en la reciente carta remitida a Sánchez en un diario antes respetado.

Conllevaría, además, la posibilidad de que se visualizara su poder; ya se sabe que al pueblo llano le gusta la gente que viaja en coche oficial y anda rodeada de oropel. No sería un desdoro para sus intereses partidarios. Son estas cuestiones secundarias. Lo mollar es que aunque Rajoy logre ser investido y formar gobierno, los órdagos son de tal naturaleza que cualquier acompañante -incluso gruñón y tocapelotas- será mejor que caminar solo como si la Arandina CF jugara en el estadio de Anfield.

Resumiendo, Albert, siempre será mejor poder pedalear en la Vuelta a España que quedarse en un mero crítico de los pedales que dan otros.

¡Pregúntale a Perico!

Resulta obvio el cambio de clima de la mañana a la noche que se ha producido entre los “hermano separados” que conviven, unos en el PP y otros en “Ciudadanos”. Las reticencias que existen y la desconfianza mutua entre líderes y cuadros -compiten por el mismo mercado- han dejado paso a un pasillo humanitario producto de la necesidad mutua.

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