Lo de Posadas

No me ha sorprendido en absoluto leer a José María Olmo -con firma en este diario- que a la escritora Carmen Posadas le pisan los “talones” (nunca mejor dicho) Hacienda y la Fiscalía Anticorrupción por haber utilizado (presuntamente) el bufete Nummaria del famoso Fernando Peña Álvarez para desviar los ingresos procedentes de sus colaboraciones periodísticas.

Nada tengo personal contra la escritora, ni que yo sepa ha sido condenada a nada; solo está sometida a investigación, como tantos españoles. Esto que quede meridianamente claro.

Los que conocen a la uruguaya de antaño –antes de casarse con el gobernador del Banco de España lo estuvo con Rafael de Cueto– sostienen que se trata de una mujer ambiciosa que no repara en gastos. Lo pude comprobar cuando hace ya años prestó su famosillo nombre –más por el escándalo de corrupción de su marido que por méritos profesionales de otro tipo– a un centro educativo de lujoso campus y escaso valor científico y académico que es una máquina de imprimir y repartir títulos a muy caro coste, especialmente entre los hijos de los acaudalados iberoamericanos. Si no sabe a quién presta su nombre, dije en su momento, es que es mucho más estulta de lo que se cree; si lo sabe, es que es una mujer a la que gusta más la pela que comer con los dedos.

No sé si es un delirio involucrarla en la trama 'Cuéntame'. Supongo que no acudió a Fernando Peña para pedir una dirección y hacerse la manicura

Por las declaraciones que ha hecho al conocerse la investigación de la Agencia Tributaria y Anticorrupción podría deducirse que Posadas se ha puesto de los nervios; es la misma señora que se revolvió contra la 'beautiful people' –de la que ella era una ardua y sobresaliente militante– cuando los jefes políticos de aquella casta decidieron decapitar a Rubio, pillado con los bonos en Ibercorp, que fallecería poco después de ingresar en la cárcel y ser degradado como si se tratase de un forajido en Fort Apache.

Yo no sé si es un delirio involucrarla en los delitos de la trama 'Cuéntame'. Lo ignoro. Supongo que no acudió en busca de los servicios de Fernando Peña para pedir una dirección y hacerse la manicura. Pero si sé que esta escritora (sic) utilizó los mismos cauces para tratar de esconder sus ganancias. No sé tampoco si entre ellas se encuentran las provenientes de la Universidad Europea de Madrid (UEM), cuánto y en concepto de qué.

Debería aclararlo cuanto antes.