El Rey a orillas del Arlanzón

El legendario río Arlanzón nace en la montañosa sierra de la Demanda y corre suave y amoroso por las faldas de la inmortal, pese a su alcalde Javier Lacalle, ciudad de Burgos. El imaginario español ha tabulado que la capital castellana debe ser recordada por su catedral, el frío, los curas y los militares. Y ahí se ha quedado.

El rey Felipe, sin embargo, sabe que hay una industria poderosa, apenas conocida porque el clima hace que los hombres se revuelvan en sus propios ombligos, y quiso reconocerla en la semana que agoniza.

Por ejemplo, entregó el Premio Reino de España a la trayectoria empresarial al empresario José Antolín Toledano, presidente de honor y creador junto a su hermano del Grupo Antolín que surgió de un modesto taller mecánico de su padre. Cincuenta años después la empresa de componentes de automóviles tiene presencia en 26 países y 161 plantas de producción. Gente reservada, castellana en estado puro, discreta y sin aspavientos. El emblemático Monasterio de las Huelgas Reales —bajo propiedad del Patrimonio Nacional y tan unido a la Corona— fue el “real sitio” en el que tuvo lugar el evento.

El jefe del Estado aprovechó su gira a Burgos para reinagurar la fábrica de Campofrío renacida después del incendio en un barrio de la ciudad

Pero en el mismo día —ya se sabe que la gasolina empieza a estar cara—, el jefe del Estado aprovechó su gira a Burgos para reinaugurar la fábrica de Campofrío renacida después del incendio en un barrio de la ciudad. Los Ballvé siempre han sido personajes muy bien vistos en palacio desde los tiempos de don Juan Carlos que no tuvo reparo alguno en ponerse la bata blanca para inaugurar la instalación en 1997 y que 17 años después ardió hasta en sus cimientos.

Las llamas pueden acabar con todo menos con la determinación humana. Y si me apuran, menos con el dinero.