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Graciano Palomo

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El baño del presidente

El anfitrión fue el bilbaíno Antonio Garamendi, comandante en jefe de Cepyme, que le va cogiendo el gustillo a esto de las macromagnitudes institucionales

Foto: Rajoy, junto con Antonio Gareamendi y Fátima Báñez, en la entrega de los premios Cepyme. (EFE)
Rajoy, junto con Antonio Gareamendi y Fátima Báñez, en la entrega de los premios Cepyme. (EFE)

El pasado día 29 el presidente del Gobierno asistía a uno de los primeros actos oficiales en un ambiente relativamente optimista acerca del marchamo de la economía y sobre los asuntos generales del país.

De ahí que hubiera sido creada una cierta expectación muy especialmente para conocer 'in situ' el estado de ánimo del Jefe del Ejecutivo después de tantos avatares sufridos durante los últimos doce meses.

El anfitrión fue el bilbaíno Antonio Garamendi, comandante en jefe de Cepyme, que le va cogiendo el gustillo a esto de las macromagnitudes institucionales, en esta ocasión rodeado de toda su grey de autónomos, pequeños y medianos empresarios. Le dijo al primer ministro justo lo que a este le gusta oír: que le ha echado 'güevos' para encarar las reformas económicas y laborales durante la pasada legislatura.

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante su intervención en la entrega de los Premios Cepyme. (EFE) Opinión

Mariano Rajoy sabía que toreaba en albero cercano y que cualquier faena de medio aliño sería coreada con fruición por los tendidos del Museo Reina Sofía. Se recreó en la suerte y al final apeló al “orgullo español” que le es tan caro en sus discursos ora aquí ora acullá.

Lo más interesante del aquelarre empresarial/político fueron sin duda los pasillos durante la frugal copa que pagaba el Banco de Santander. El presidente estaba feliz tras la borrasca porque 'al menos hay unos pocos que me reconocen que no soy tan malo'. Todos los que tuvieron la ocasión de charlar con él —la seguridad empieza a ser agobiante tras el estacazo de Pontevedra durante la campaña electoral— no sacaron la conclusión de que estaban ante un dirigente en el primer amago de arrojar la toalla.

Todo lo contrario. O no. Se lo voy a escribir más claro. Rajoy se parece muy poco a Nicolas Sarkozy pero sí algo a François Fillon. Gente esencialmente práctica.

El pasado día 29 el presidente del Gobierno asistía a uno de los primeros actos oficiales en un ambiente relativamente optimista acerca del marchamo de la economía y sobre los asuntos generales del país.

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