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La gran victoria del independentismo
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Graciano Palomo

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La gran victoria del independentismo

Mientras el resto del mundo se afana en buscar soluciones y hacer planes viables de sostenibilidad y progreso, aquí el bucle melancólico sigue arrasando todo lo que encuentra

Foto: Manifestación en Cataluña a favor de la independencia. (EFE)
Manifestación en Cataluña a favor de la independencia. (EFE)

El pasado jueves en RNE un colega veterano como José María Brunet ('La Vanguardia') insinuaba que el diálogo entre Madrid y Barcelona podría adobarse con algún gesto “judicial” por parte del Gobierno. Tengo respeto y hasta admiración por mi compañero de programa radiofónico pero no logro entender cómo un informador avezado de tribunales pueda creer que un régimen de legalidad democrática como el Ejecutivo puede hacer 'gestos judiciales' a favor de los secesionistas y de nadie. O nos lo creemos o no.

Para el llamado problema catalán, sencillamente no tiene solución, al menos por ahora. Baste con leer a Henry Kamen —poco sospechoso de pertenecer a ninguna 'brunete'— para hacerse cabal idea de que esto viene de muy atrás. Otra cosa sea que el Estado, como tal, lleva casi cuatro décadas llamándose en aquel pequeño territorio a andanas. Tal es su ausencia que los más radicales se permiten el capricho de intentar asaltar cuarteles de la Guardia Civil.

Digámoslo claramente, la gran victoria del secesionismo catalán es que nos han metido a todos en el quilombo. Nos enredan día sí y más al siguiente; repiten las bravatas y son inasequibles a los órdagos. Llevamos cuatro años con la misma monserga. Representantes políticos de cuatro millones de catalanes, como máximo, traen en jaque a los representantes de 45 millones. ¡Con un par, oiga!

Mientras el resto del mundo se afana en buscar soluciones para el agua, la energía, la aplicación tecnológica, garantizar las pensiones, elevar el nivel educativo y hacer planes viables de sostenibilidad y progreso, aquí el bucle melancólico sigue arrasando todo lo que encuentra. Esta es la gran victoria del independentismo catalán.

Conozco a muchos responsables de televisión que no quieren meter el tema catalán en sus programas porque la audiencia está más que harta del asunto. Unos y otros llevan repitiendo lo mismo durante lustros de forma machacona y abusiva. ¡Ya está bien!

O se aplica la ley o no se aplica. ¡Señalen el infierno, si lo desean, pero dejen ya de gritar!

Estamos en edad de ocuparnos de otras cosas más modernas, sólidas, progresistas y productivas.

El pasado jueves en RNE un colega veterano como José María Brunet ('La Vanguardia') insinuaba que el diálogo entre Madrid y Barcelona podría adobarse con algún gesto “judicial” por parte del Gobierno. Tengo respeto y hasta admiración por mi compañero de programa radiofónico pero no logro entender cómo un informador avezado de tribunales pueda creer que un régimen de legalidad democrática como el Ejecutivo puede hacer 'gestos judiciales' a favor de los secesionistas y de nadie. O nos lo creemos o no.

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