Palo Alto
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La incorporación de Ciudadanos a los gobiernos
Dicen en Ciudadanos que a partir del 2019 será el momento. No tengo claro si será demasiado tarde
Los argumentos esgrimidos por Albert Rivera y el resto de la alta dirección de Ciudadanos explicaron en su día por qué preferían mantenerse fuera de los distintos gobiernos donde podrían haber entrado bien con el PP o con el PSOE. Eran lógicos y entendibles.
Pero transcurrido el tiempo me da la sensación de que algunos de esos dirigentes —que en términos generales son gentes que han cotizado a la Seguridad Social y pueden ganarse muy bien la vida en la llamada sociedad civil— estarían sopesando la posibilidad de aprovechar su magnífica situación en ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas y el Congreso de los Diputados para dar un paso en busca de “gestión” en cuantas instancias institucionales se les permita acceder siempre en coalición con las fuerzas mayoritarias.
Más que nada porque uno no se mete en política para mirar a la luna de Valencia. Y porque según el dicho ya clásico de Giulio Andreotti, el poder desgasta pero la oposición tritura.
¿Qué sucedería, por ejemplo, si Rivera decide plantear al presidente Rajoy, una vez transcurrido un periodo de la actual legislatura, que ahora sí entraría a formar parte del Ejecutivo? Pues que el jefe del Gobierno estaría abocado a remodelar su equipo y dar entrada a los nombres que le planteara el presidente de Ciudadanos. Siempre sostuve que fue un error —matizado pero error— no aprovechar la oferta que le hizo el inquilino de la Moncloa para sustanciar un gobierno de coalición. En primer lugar, porque sería un evento histórico (nunca desde la restauración democrática se ha dado en el país un gobierno de esa naturaleza) que marcaría un antes y un después; en segundo lugar, porque desde el poder y el presupuesto se pueden visualizar más y mejor las bondades de las capacidades para gestionar las cosas de comer. Bien es verdad que se corren riesgos. La vida es riesgo.
Dicen en Ciudadanos que a partir del 2019 será el momento. No tengo claro si será demasiado tarde.
El discurso de su jefe de filas suele estar plagado de sentido común y realismo. Propone asuntos en los que es difícil no coincidir desde el centrismo y la moderación. Pero la diferencia entre un teórico y un dirigente político es que su letra tiene que conllevar necesariamente música.
O como dicen en la Sierra de Francia (Salamanca): dímelo hilando.
Los argumentos esgrimidos por Albert Rivera y el resto de la alta dirección de Ciudadanos explicaron en su día por qué preferían mantenerse fuera de los distintos gobiernos donde podrían haber entrado bien con el PP o con el PSOE. Eran lógicos y entendibles.