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Rajoy y Rivera: no se aman pero se quieren
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Graciano Palomo

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Rajoy y Rivera: no se aman pero se quieren

La relación incestuosa entre el Partido Popular de Mariano Rajoy y Ciudadanos de Albert Rivera es uno de los elementos más interesantes de la mediocre hora política actual

Foto: Albert Rivera saluda a Mariano Rajoy tras confirmarse su reelección como presidente del Gobierno. (Reuters)
Albert Rivera saluda a Mariano Rajoy tras confirmarse su reelección como presidente del Gobierno. (Reuters)

Que nadie se alarme: la sangre no llegará al río, al menos por ahora.

La relación incestuosa entre el Partido Popular de Mariano Rajoy y Ciudadanos de Albert Rivera es uno de los elementos más descaradamente interesantes que pueda observarse en la mediocre hora política actual.

Sencillamente, porque son cuña de la misma madera, aunque con vitolas bien distintas. Unos son más guapos que otros y presentan fecha de caducidad a mayor distancia.

Nada une más que los intereses. El PP odia a Ciudadanos porque le ha birlado millones de votos pero le necesita como argamasa fundamental. Ciudadanos envidia la posición de poder del PP y sabe que es obligada su degradación para poder aspirar a algo. Ese es el jueguecito. No hay otro. Porque los planteamientos “liberales”, a fuer de socialdemócratas, son casi los mismos en economía, empleo, sanidad, educación, política exterior, UE y demás asuntos de comer.

La corrupción en el Partido Popular, que existió y aún coletea, es el punzón de cabeza diamantina con el que Rivera quiere desafiar a Mariano

La corrupción en el Partido Popular, que existió y aún coletea, es el punzón de cabeza diamantina con el que Rivera quiere desafiar a Mariano que es mucho más largo por edad y trayectoria. Albert debe saber el peligro que corre si se arrima en demasía al letal galaico que sin levantar la voz ni necesidad de escenificar ningún gesto épico acaba con todo aquel que osa poner en cuestión su rol.

Por ahora no se vislumbran nuevas elecciones generales pero tampoco está el presidente dispuesto a que se le lleve la riada. Tiene la sartén por el mango y aunque la ansiedad no le mata, tal y como están las cosas por Europa puede tener la tentación de atizar algún sartenazo y poner al país en nuevo orden electoral.

Justo lo que Albert más teme.

Lo dicho: por ahora tranquilidad y buenos alimentos.

Que nadie se alarme: la sangre no llegará al río, al menos por ahora.

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