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¿Qué hacer con los restos de Franco?
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Graciano Palomo

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¿Qué hacer con los restos de Franco?

Creo de buena fe que los familiares de los que fueron asesinados por el bando nacional tienen todo el derecho del mundo a enterrar los huesos de sus antepasados. ¡Faltaría más!

Foto: Vista general del Valle de los Caídos, donde está enterrado el dictador Franco. (EFE)
Vista general del Valle de los Caídos, donde está enterrado el dictador Franco. (EFE)

¡Ironías de la vida! El gran historiador de la Guerra Civil Hugh Thomas se fue al otro mundo sin conocer que 24 horas después el Congreso de los Diputados exigía al Gobierno que exhumara los restos del dictador Franco del Valle de los Caídos.

Fue Thomas el primer historiador que conoció mi generación a través del cual nos pudimos acercar con una cierta objetividad a lo que ocurrió en esa trágica, terrible e inaceptable Guerra Civil que ha marcado la España contemporánea y, en cierto modo, todavía la marca 81 años después.

Pero ocurrió. Punto. Y hubo unos resultados de la misma. Y también unas consecuencias. El 'milagro de la Transición' reconcilió a los dos bandos y la paz fue posible cuarenta años después. Pero llegó un chorroborro en estado puro –José Luis Rodríguez Zapatero–, presidente por accidente (11-M), removió las tumbas y de nuevo salieron los cadáveres por las cunetas. Escrito lo anterior, creo de buena fe que los familiares de los que fueron asesinados por el bando nacional tienen todo el derecho del mundo a enterrar los huesos de sus antepasados. ¡Faltaría más! El que suscribe es partidario de aplicar la vieja máxima evangélica: dejar a los muertos que entierren a los muertos.

Lo que me pregunto sin obtener una respuesta es a quién conviene remover aquellas cenizas fratricidas. Y ¿por qué?

Una guerra civil tarda siglos en olvidarse. EEUU es un buen ejemplo. Pese a que este país siempre fue una democracia. Las nuevas generaciones de españoles, tan escasamente leídas e interesadas por asuntos serios (aunque tampoco es cuestión de generalizar), tienen una referencia vaga de lo que representó Franco; mucho menos de quién fue Carrero Blanco, ahora que entre los especialistas se vuelven a preguntar quién lo asesinó.

Un parlamento democrático, como lo es el español, puede decidir lo que le venga en gana en uso de su soberanía. Cosa bien distinta es que esa voluntad mayoritaria, que lo es, enlace con los intereses generales de los ciudadanos que les votan al día de hoy. Lo que me pregunto sin tener respuesta es a quién conviene remover aquellas cenizas fratricidas. Y ¿por qué?

¡Ojalá que el gran problema de los españoles en la actual hora fuera dónde enterrar los restos del general! Decía Nicolás de Maquiavelo que la primera virtud de un gobernante es disponer del sentido de la realidad. Ahí lo dejo.

¡Ironías de la vida! El gran historiador de la Guerra Civil Hugh Thomas se fue al otro mundo sin conocer que 24 horas después el Congreso de los Diputados exigía al Gobierno que exhumara los restos del dictador Franco del Valle de los Caídos.

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