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Un superviviente de la España del odio
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Graciano Palomo

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Un superviviente de la España del odio

Las gentes de mi Transición creíamos que, tras 1977, las dos Españas pasaban a la desenfilada, pero 40 años después resurgen fogonazos que recuerdan aquella época

Foto: El escritor y periodista Raúl del Pozo. (EFE)
El escritor y periodista Raúl del Pozo. (EFE)

Raúl del Pozo, el último pistolero, se ha confesado al periodista Luisito Balcarce (“Cajetilla”) y se ha definido como un “superviviente de la España del odio”.

Lo del conquense es siempre épico y se morirá un día lejano con las botas altas calzadas hasta el corvejón. Pero nunca da puntada sin hilo desde los muchos abriles cumplidos y servidos.

Me interesa ese aspecto de la “España del odio”. Porque es lo que he visto, desgraciadamente, reverdecer estos días en el Congreso de los Diputados, en la Asamblea de Madrid, en medios informativos, en los 'canutazos', en las declaraciones extemporáneas y en la muerte de toreros.

Las gentes de mi Transición creíamos que tras aquel 15-J (1977), las dos Españas pasaban a la desenfilada; fuimos unos ingenuos. Cuarenta años después –los mismos que duró la Dictadura– resurgen fogonazos que recuerdan en demasía aquella época pretérita al gran desastre.

¡Parece mentira que hayamos transitado juntos durante cuarenta años en paz y concordia para encontrarnos ahora con esto!

El diputado canario Alberto Rodríguez la emprende obscenamente contra Ana Oramas porque la canaria les pone firme y no quiere ser una “mujer sumisa”. Solo como botón de muestra. Porque por ahí pulula el tal Gabriel Rufián que suelta detritus por la boca porque le sobra en el estómago.

¿A qué conduce este odio? Lo sabemos muy bien por estos lares, especialmente a los que han leído manuales de historia. El odio no está solo en una trinchera. Es verdad que lo escenifican más por sus gestos ampulosos e inclusos obscenos. Pero también está en algunos ultras de la sotana que se amamanta de ella aunque jueguen al golf o propinen pelotazos publicitarios aunque luego sean como sepulcros blanqueados. Podría denominarse la cruz flamígera de yeso.

Por ese camino vamos mal. Del Pozo es uno de sus supervivientes. Incluso diría que un superviviente prestigiado y agasajado. Pero hay miles, docenas de miles de oscuras víctimas de la llamada y reconocida España del odio.

¡Parece mentira que hayamos transitado juntos durante cuatro décadas en paz y concordia para encontrarnos con esto!

Raúl del Pozo, el último pistolero, se ha confesado al periodista Luisito Balcarce (“Cajetilla”) y se ha definido como un “superviviente de la España del odio”.

Raúl del Pozo Gabriel Rufián Ana Oramas