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Desaire al rey Juan Carlos: la nación retratada
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Graciano Palomo

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Desaire al rey Juan Carlos: la nación retratada

El motor del gran cambio que supuso la celebración de las primeras elecciones tras la dictadura no participó en el acto de conmemoración en aras de no sé qué argumento atrabiliario

Foto: Los Reyes de España atienden el discurso pronunciado por la presidenta del Congreso, Ana Pastor, en el homenaje al 40 aniversario de las elecciones. (EFE)
Los Reyes de España atienden el discurso pronunciado por la presidenta del Congreso, Ana Pastor, en el homenaje al 40 aniversario de las elecciones. (EFE)

Una nación –aunque se crea intuir como nación de naciones– se retrata en los pequeños detalles y, si se me apura, en la letra ínfima.

Una nación desgarrada y acomplejada es aquella que se mimetiza con la coyuntura adornada por todos los miedos, un sinfín de recelos y sambenitos al pairo. Una nación no puede parapetarse sobre la mentira por muy conveniente que resulte en las próximas 24 horas.

Es lo que ocurrió el pasado miércoles en el Congreso de los Diputados cuando las Cortes Generales se prestaron a celebrar los 40 años de la restauración democrática. Ignoro qué es lo que sucedió de verdad y el fondo del asunto. Resulta que el motor de aquel gran cambio fue mandado a galeras en aras de no sé qué argumento atrabiliario. Si no querían al emérito porque se temían gresca por parte de algunos –no la mayoría–, pues que la convocatoria hubiera sido para celebrar la apertura de la veda del salmón en algún río asturiano. Pero no para conmemorar el 15-J (1977) y el devenir posterior.

Imagino la furia del rey Juan Carlos porque he asistido en vivo y en directo, a lo largo de estas décadas, a los estallidos de cólera del que fuera Jefe del Estado. Pero, en esta ocasión, cargado de razón y razones. La impostura, cuando carece de toda base, acaba diluyéndose como un mal suflé​.

Durante sus casi cuarenta años de reinado se puede contemplar de todo. De manera objetiva y tabulable. En términos generales –que es como hay que contemplar históricamente el 'mandato' del rey Juan Carlos– el saldo de su aportación al mantenimiento, desarrollo y exportación del Reino resulta netamente positiva. Esta es la verdad. Y la verdad es siempre la verdad. Otra cosa es la ignorancia de gran parte de las nuevas generaciones –dirigentes políticos incluidos– que vienen a despreciar cuanto ignoran.

Claro que cometió errores. Algunos mayúsculos. Como todos en esta vida. Conozco en primera persona sus servicios al Estado y me indigna el ninguneo –tan hispano, por otra parte– y la vuelta a las andadas. Sinceramente, no se merecía esto y tampoco la Nación.

La Historia le absolverá.

Una nación –aunque se crea intuir como nación de naciones– se retrata en los pequeños detalles y, si se me apura, en la letra ínfima.

Rey Don Juan Carlos