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En serio, ¿se hunde Podemos?
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Graciano Palomo

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En serio, ¿se hunde Podemos?

No parece que Iglesias pueda deglutir a Pedro Sánchez y, por ende, el voto de izquierdas puede volver en algunos porcentajes al viejo PSOE

Foto: Pablo Iglesias, secretario general de Podemos. (EFE)
Pablo Iglesias, secretario general de Podemos. (EFE)

Los acontecimientos se aceleran. Una de las cuestiones que más tiempo consume en los cenáculos políticos madrileños es si Podemos mantiene su 21% de votos, si rebasa ese dígito cosechado en los últimos comicios generales o si se hunde como avanzan algunos. Sinceramente, no lo tengo nada claro. Aunque sea un hecho cierto que la situación económica ha mejorado considerablemente, todavía hay una legión de desesperados cuya situación se aferra en un análisis simple a clavos extremos. No creo que esas circunstancias hayan desaparecido radicalmente. No. También está por ver cómo funcionan entre el electorado las cuotas considerables de poder que las huestes de Iglesias consiguieron en ayuntamientos y otras instituciones.

No parece que Iglesias pueda deglutir a Pedro Sánchez y, por ende, el voto de izquierdas puede volver en algunos porcentajes al viejo PSOE. Ello no significa, a mi modesto entender, que pueda hablarse de electoral hecatombe podemita. Sí parece detectarse un rechazo a determinadas formas de los jefes de Podemos con una agresividad marca de la casa que entran a saco contra todo lo que se mueve. Pero, vuelvo a insistir, mientras convivan entre nosotros excluidos que nada tienen que perder, su maroma será de color morado.

La elección de Sánchez en lugar de Díaz ha sido una mala noticia para el populismo de nuevo cuño

Hay otro corolario fácilmente identificable en ese espectro de la vida política. El exceso mediático lejos de aupar produce cansancio y agotamiento. Cuando los argumentos-bomba van destinados solo y únicamente a derribar lo que hay enfrente repitiendo machaconamente la misma cantinela, pone pies en polvorosa el aburrimiento. Ciudadanos, por ejemplo, se dedica a vender productos variados a los autonómos, a los jóvenes que buscan un empleo y a los pensionistas que desean seguir en activo. Es una pequeña diferencia.

Iglesias y su estado mayor son conscientes de que o rompen ahora el cordón sanitario en forma de votos que les separa del PSOE o será muy difícil que vuelvan a encontrar otras circunstancias más propicias. En este sentido, la elección de Sánchez en lugar de Díaz ha sido una mala noticia para el populismo de nuevo cuño que por no poder no supera siquiera el hilo que le une a Caracas y que todo el mundo cree.

Pero una cosa es una cosa y otra bien distinta que estén en modo “Titanic”. No lo creo.

Los acontecimientos se aceleran. Una de las cuestiones que más tiempo consume en los cenáculos políticos madrileños es si Podemos mantiene su 21% de votos, si rebasa ese dígito cosechado en los últimos comicios generales o si se hunde como avanzan algunos. Sinceramente, no lo tengo nada claro. Aunque sea un hecho cierto que la situación económica ha mejorado considerablemente, todavía hay una legión de desesperados cuya situación se aferra en un análisis simple a clavos extremos. No creo que esas circunstancias hayan desaparecido radicalmente. No. También está por ver cómo funcionan entre el electorado las cuotas considerables de poder que las huestes de Iglesias consiguieron en ayuntamientos y otras instituciones.

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