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Nemesio Fernández-Cuesta

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Transición energética a la nada

La sorpresa que supone que el partido socialista proponga lisa y llanamente prohibir la exploración de hidrocarburos en España hace que esta idea requiera atención prioritaria

Foto: Foto: Reuters.
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En la propuesta del PSOE para un Gobierno progresista y reformista remitida a los medios de comunicación y a casi todos los partidos políticos, con motivo de las negociaciones para la investidura, se incluye, como es lógico, un epígrafe dedicado a la energía con el título 'Transición energética y lucha contra el cambio climático'. En él se incluyen propuestas de distinto rango: desde un pacto de Estado en materia energética hasta la prohibición no solo del 'fracking' sino también de la exploración de hidrocarburos en general, la regulación del autoconsumo eléctrico y la limitación de la vida útil de nuestras centrales nucleares. No encaja bien en un cierto orden lógico la propuesta de un pacto abierto y general con la inclusión de medidas concretas en determinadas cuestiones, pero dada la naturaleza del documento, en el que ya se perciben retales de diversos orígenes, habrá que aceptar un cierto grado de incongruencia.

El documento socialista no enuncia, quizá por darlos por sabidos, los objetivos que debe perseguir la política energética: economía, seguridad y sostenibilidad. Es decir, garantizar el suministro de energía en las mejores condiciones económicas posibles, con el mayor grado de autoabastecimiento que pueda racionalmente alcanzarse, y, por supuesto, cumplir con los compromisos de reducción de emisiones que a través de la Unión Europea hemos adquirido en la reciente Cumbre de París. Parece relevante hablar de objetivos cuando se proponen pactos. Sin alineación de objetivos, nunca hay pacto posible.

Pese al atractivo de todas las cuestiones que la política energética suscita, la sorpresa que supone que el partido socialista proponga lisa y llanamente prohibir la exploración de hidrocarburos en España hace que esta idea requiera atención prioritaria. Importamos la mayor parte del gas y del petróleo que consumimos, pero siempre ha habido una pequeña contribución de la producción nacional de petróleo: desde el famoso campo de Ayoluengo, que lleva 50 años funcionando, hasta Casablanca, ubicado frente a las turísticas costas de Salou y Cambrils, en producción desde los ochenta, pasando por los campos bautizados como Tarraco, Amposta, Dorada, Lubina y Montanazo.

Hemos descubierto y producido gas en el valle del Guadalquivir, en el Golfo de Cádiz (campo Poseidón), frente a la costa de Bermeo (campo Gaviota) y en el Pirineo (campo Serrablo). Estos dos últimos funcionan hoy como almacenamientos subterráneos de gas, y son infraestructuras imprescindibles para la regulación de nuestro sistema gasista. Por cierto, ¿alguien recuerda algún incidente medioambiental significativo a lo largo de los más de 50 años que la industria lleva buscando, encontrando y produciendo petróleo y gas en España?

La prohibición, dada la situación del mercado, puede tener poca trascendencia económica, pero con precios altos del crudo, cualquier contribución es necesaria

Esta experiencia española se repite en todos los países europeos. No solo en los países ribereños del Mar del Norte (incluida Dinamarca) sino también en países del sur europeo, con importante tradición turística, como Italia y Croacia, se buscan hidrocarburos tanto en tierra como en mar. Rumania y Bulgaria también fomentan la exploración 'offshore' en sus aguas territoriales del Mar Negro.

La prohibición socialista, dada la actual situación del mercado, puede tener poca trascendencia económica, pero con precios altos del crudo, cualquier contribución es necesaria y bienvenida. La compleja geología española hace difícil encontrar grandes yacimientos, pero los desarrollos tecnológicos de la industria, tanto en el perfeccionamiento de la imagen sísmica como en la perforación en aguas profundas, pueden darnos alguna agradable sorpresa.

Hace pocos años se descubrieron en Israel, en el mar, varios campos de gas de gran tamaño. Fue algo relativamente inesperado. Cuando se produce un evento de este tipo, todas las empresas del sector movilizan a sus geólogos para tratar de identificar aquellas áreas del mundo donde pueden darse condiciones geológicas similares. Una de las primeras conclusiones fue que en el otro extremo del Mediterráneo, en el Golfo de León, entre España y Francia, podrían darse las circunstancias que habían propiciado las acumulaciones de hidrocarburos encontradas en Israel. De hecho, compañías petroleras internacionales de primer nivel se han interesado por las posibilidades de explorar en el área indicada. Por otra parte, hay constancia de la existencia de hidrocarburos en la zona norte de Burgos, Álava y Cantabria, y se presume la posibilidad de encontrar gas, aunque en acumulaciones de mediano o pequeño tamaño, en el Mar de Alborán y frente a las costas del Algarve en Portugal.

Rechazar avances tecnológicos es una constante en la evolución humana, pero si hoy disfrutamos de bajos precios del petróleo y del gas, es gracias al 'fracking'

Mención aparte merece la prohibición del 'fracking'. Si esta técnica extractiva fuera perniciosa, en Estados Unidos no se habrían perforado ni se estarían ahora perforando los miles de pozos que se construyen cada año. Como bien sabemos, cualquier político electo en Estados Unidos da prioridad a los intereses de su propia circunscripción frente a los criterios de su partido. Son frecuentes las ocasiones en que demócratas o republicanos votan con el partido contrario si creen que conviene a su estado o a su distrito electoral. No es posible imaginar que ante acuíferos contaminados o frecuentes movimientos sísmicos en superficie -dos de los grandes males atribuidos al 'fracking'- no se haya producido una poderosa reacción política contraria en el Congreso o en el Senado norteamericanos.

El 'fracking' consiste en combinar la perforación horizontal con la inyección de agua a presión para mejorar la porosidad y permeabilidad de la roca en la que se aloja el hidrocarburo, y permitir por tanto que este fluya con mayor facilidad. Como todo proceso industrial, si se efectúa correctamente, no tiene por qué producir perjuicio alguno. Rechazar avances tecnológicos es una constante en la evolución humana, pero si hoy disfrutamos de bajos precios del petróleo y del gas, es gracias a la irrupción de esta nueva forma de extraer hidrocarburos del subsuelo.

Durante décadas, los países desarrollados seguiremos necesitando hidrocarburos para satisfacer nuestra demanda energética. Las inversiones en exploración no afectan al presupuesto estatal. Si tienen éxito, proporcionan ingresos fiscales, crean empleo y mejoran nuestra balanza por cuenta corriente. No parece que prohibirlas contribuya a progreso alguno.

En la propuesta del PSOE para un Gobierno progresista y reformista remitida a los medios de comunicación y a casi todos los partidos políticos, con motivo de las negociaciones para la investidura, se incluye, como es lógico, un epígrafe dedicado a la energía con el título 'Transición energética y lucha contra el cambio climático'. En él se incluyen propuestas de distinto rango: desde un pacto de Estado en materia energética hasta la prohibición no solo del 'fracking' sino también de la exploración de hidrocarburos en general, la regulación del autoconsumo eléctrico y la limitación de la vida útil de nuestras centrales nucleares. No encaja bien en un cierto orden lógico la propuesta de un pacto abierto y general con la inclusión de medidas concretas en determinadas cuestiones, pero dada la naturaleza del documento, en el que ya se perciben retales de diversos orígenes, habrá que aceptar un cierto grado de incongruencia.

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