Es noticia
El valor de cada voto
  1. España
  2. Proyecto Cívico
Proyecto Cívico

Proyecto Cívico

Por

El valor de cada voto

Muchas veces han sido decisivos pero careciendo de la legitimidad para ello: es el PNV, el partido más sobrerrepresentado en el Congreso, con 6 escaños en

Muchas veces han sido decisivos pero careciendo de la legitimidad para ello: es el PNV, el partido más sobrerrepresentado en el Congreso, con 6 escaños en vez de los 4 que le corresponderían si se estuviese a los votantes que tiene. Esta sobrerrepresentación del 50% es resultado de la división del territorio nacional en circunscripciones provinciales, sin que tampoco el número de escaños correspondiente a cada provincia sea proporcional a su población.

Además se adjudican por el sistema d’Hondt o del cociente mayor y sólo a los partidos con un 3% de los votos o más. Pero ninguno de los que podrían hacerlo tiene el menor interés en cambiar el sistema. No se trata sólo de reformar la Ley Electoral, una Ley Orgánica cuya modificación requiere la aquiescencia de los grandes partidos. Es que se impone una reforma constitucional, cierto que por el procedimiento ordinario, porque el factor más distorsionador es que la circunscripción electoral sea la provincia, como dispone el artículo 68.2 de la Constitución.

Pero es que si el Congreso legisla para todo el territorio nacional, lo más lógico es precisamente que la circunscripción sea única. Para representar intereses regionales ya está el Senado amén de las numerosas materias de que conocen ya los parlamentos autonómicos.

Los mayores beneficiados del sistema claro, en términos absolutos, son los grandes partidos. Les beneficia el sistema d’Hondt del mayor cociente en cada una de las provincias en que se presentan. El resultado es el del despilfarro de votos, y si la doctrina del voto útil es cierta sólo cabe esperar que el votante se desanime de dar su voto a ofertas electorales alternativas.

Si atendemos a las cifras de las últimas elecciones al Congreso de los Diputados, aproximadamente 31 escaños —casi un 9%— habrían cambiado de manos si la circunscripción hubiese sido única para toda España. Pero no ha sido el caso y el PSOE ha obtenido 16 escaños más de los que le corresponderían,169 en vez de 153, casi un 11%; y el PP 13 más, 153 en vez de 140, esto es casi un 9%.

Ahora bien, con 350 escaños a repartir, si unos ganan es a costa de otros que pierden. Y los mayores perdedores son los partidos de poca implantación regional específica, pero amplia en todo el territorio nacional. Es el caso de IU, infrarrepresentada en un 550% con 2 escaños en vez de 13 y UPyD, con 1 escaño en vez de 4. Y también pierden los partidos pequeño, incapaces a veces de arañar siquiera el 3% de los votos, necesario para ser tenidos en cuenta a la hora de repartir escaños en cada provincia. Si la circunscripción fuese única para toda España tendríamos representantes de ocho partidos más, diluyendo así las fuertes posiciones nacionalistas.

Visto el panorama es sorprendente que no se desanime más la creación de partidos políticos. Consúltese si no la lista del Registro del Ministerio del Interior aunque deba descontarse que muchas de estas organizaciones no busquen una proyección más allá de la regional o local.

Pero no basta con lograr una representatividad adecuada a las materias de alcance nacional que se van a gestionar. Es que importa además que el contenido de dicha gestión, del mandato otorgado, se ajuste a lo mandado por el electorado mandante, que bastante es ya que no formula propuestas sino que se limita a elegir entre las opciones que se le ofrecen.

El artículo 67.2 de la Constitución prevé que los miembros de las Cortes Generales no estén ligados por mandato imperativo. Pero es evidente que el elector elige porque no es indiferente. Por lo tanto el 67.2 debe entenderse necesariamente en el sentido de que el mandato representativo lo es para lograr determinados objetivos: sean exactamente los propuestos o, de no ser finalmente posibles, otros alternativos: pero aceptables y en ningún caso abiertamente contradictorios con los que se propusieron.

El hecho de que el mandato no sea imperativo no legitima para omitir cuestiones de importancia en el programa electoral, pues podrían haber sido determinantes del sentido del voto. Y la exigencia es ineludible cuando las cuestiones pudieron y debieron conocerse al momento de presentar un programa electoral, que no deja de ser la oferta que el elector acepta… o no.

Como en todo mandato es el mandante-elector quien manda y el mandatario-parlamentario quien debe obedecer, por amplio que sea el ámbito del mandato conferido. Y que esto sea así exige impepinablemente que haya unos mecanismos de control más allá de la mera sustitución de unos mandatarios por otros. Porque si el control se limita sólo a esto, y es el caso actual en España, lo mismo da elegir a unos que a otros, pues el contenido del mandato al final y sin remedio posible, puede ser cualquiera: sea el propuesto u otro. Y entonces, lo que es evidente, es que deja de ser un mandato en absoluto.

Falta mandato y hay que mejorar la representatividad y no basta con ir a votar de vez en cuando: eso no es democracia representativa. Con sus aportaciones, esta vez sobre la inaplazable reforma electoral, confeccionaremos nuestro Manifiesto.

 

Muchas veces han sido decisivos pero careciendo de la legitimidad para ello: es el PNV, el partido más sobrerrepresentado en el Congreso, con 6 escaños en vez de los 4 que le corresponderían si se estuviese a los votantes que tiene. Esta sobrerrepresentación del 50% es resultado de la división del territorio nacional en circunscripciones provinciales, sin que tampoco el número de escaños correspondiente a cada provincia sea proporcional a su población.