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Se llamará Europa
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Eduardo Madina

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Se llamará Europa

La Unión Europea se enfrenta a un debate sobre sí misma que solo ella puede resolver. Si es la forma de vida europea la que pensamos que ISIS ataca, entonces protejámosla

Foto: Frontera entre Israel y Egipto. Inmigrantes que esperan su oportunidad. Las oleadas de inmigrantes está provocando la creación de infinitas vallas fronterizas. (Reuters)
Frontera entre Israel y Egipto. Inmigrantes que esperan su oportunidad. Las oleadas de inmigrantes está provocando la creación de infinitas vallas fronterizas. (Reuters)

Tras los atentados yihadistas en París, resulta frecuente escuchar que los terroristas buscan modificar el modo de vida europeo, que odian lo que las sociedades europeas significan y que quieren acabar con nuestros códigos de convivencia.

Por mi parte, me declaro incapaz de comprender cuáles son los pies de página en las motivaciones más profundas que pueda tener ISIS para la organización de una masacre con 129 personas asesinadas. El culto irracional a la muerte que profesan me hace imposible comprenderlos.

Sé que han desdibujado casi todas las fronteras con las que Occidente interpreta la realidad, las fronteras de los estados en el polvorín de Oriente Medio por donde se mueven con enorme facilidad, las de Oriente-Occidente, las de la vida y la muerte. Son capaces de atentar en Beirut y en París en el intervalo de pocas semanas, se mueven con formas nuevas de organización que poco o nada parecen tener que ver con todos los tipos de terrorismo que hemos visto hasta ahora, y han alcanzado unas fuentes de financiación que los convierte en el más temible grupo terrorista que hayamos conocido.

Es, sin duda, el mayor desafío en la lucha contra el terrorismo que hayamos tenido nunca. Inserto además en la complejísima geopolítica de un Oriente Medio compuesto por sociedades que en muchos casos están devastadas por años de guerra, invita pronto a una conclusión sencilla: el ecosistema en el que Daesh ha enraizado multiplica enormemente la dificultad de vencerlo.

La primera victoria puede estar esperándonos en un cambio de políticas de asilo y refugio para demostrar los componentes distintivos de la idea de Europa

Parece evidente que los países miembros de la Unión Europea no pueden demorar por más tiempo una política de asilo y refugio a la altura del mayor éxodo de refugiados de guerra, que huyen de Siria y llaman a la puerta de las fronteras europeas. Tratan de dejar atrás una masacre como la de París que lleva cuatro años arrasando su vida. La UE no puede demorar más una respuesta que acoja a personas que huyen de esa guerra. La primera victoria frente a ISIS puede estar esperándonos en un cambio de políticas de asilo y refugio, una primera demostración de aquellos componentes distintivos de la propia idea de Europa.

En segundo lugar, los países miembros de la Unión Europea reforzarán, con toda seguridad, los medios policiales, judiciales y de inteligencia para prevenir nuevos atentados y para castigar a los responsables de los mismos. Y en esa tarea, no debe haber diferencias ideológicas ni entre partidos ni estados miembros, como mejor camino para que sea óptimo el resultado de estas medidas.

En tercer lugar, los pasos que ya ha empezado a dar la comunidad internacional para parar la guerra en Siria deben continuar hasta conseguirlo. Para pararla, no para ampliarla. Por vías diplomáticas y unificación de roles, esa guerra debe ser finalizada con el esfuerzo de los principales actores internacionales.

Hay, a su vez, que debilitar militarmente a ISIS en sus bases, cortar sus finanzas y suministros y apoyar a todos los actores que luchan contra él.

Todo eso es cierto. Y con toda seguridad, no será suficiente.

La gran victoria de Europa frente a este reto no nos espera en ninguna operación militar, sino en que todo lo que hagamos refuerce el modelo de vida europeo

La Unión Europea se enfrenta a un debate sobre sí misma que solo ella puede resolver. Si es la forma de vida europea la que pensamos que ISIS ataca, entonces protejámosla. Si son nuestras libertades, entonces reforcémoslas. Si son nuestros estados de derecho lo que atacan, hagámoslos más sólidos, amplios y estables. No permitamos que nadie cuestione nuestra idea de convivencia cívica, nuestra idea de ciudadanía, nuestros modelos democráticos de estados de derecho, nuestras libertades públicas, nuestro modelo de sociedad, que, no lo olvidemos, está inspirado en parte importante en los grandes ideales de la revolución que en París cambió la historia de la humanidad en 1789.

La gran victoria de Europa frente a este reto no nos espera en ningún tipo de operación militar, sino en que todo lo que hagamos refuerce el modelo de vida europeo. Un modelo único, nacido tras siglos de evolución del derecho, de sociedades enteras que frenaron grandes amenazas en el siglo XX, que superaron derrotas y gestionaron victorias, que evolucionaron paso a paso hasta hacer de Europa, 160 años después de la Revolución francesa, el espacio y el tiempo humano de mayores niveles de desarrollo, libertades públicas y cohesión social de toda la historia de la humanidad.

Ese es nuestro principal tesoro. Y si es cierto que ISIS va a por ello, protejámoslo de nuestros propios traficantes del miedo. Reforcémoslo y cuidémoslo como lo que es: nuestro principal secreto, que sobre el derecho y las libertades, la cohesión social y la convivencia, se llamará Europa.

Tras los atentados yihadistas en París, resulta frecuente escuchar que los terroristas buscan modificar el modo de vida europeo, que odian lo que las sociedades europeas significan y que quieren acabar con nuestros códigos de convivencia.

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