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¿Se puede pitar al Rey?
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Carlos Fonseca

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Carlos Fonseca

¿Se puede pitar al Rey?

Cuando escribo estas líneas quedan unas horas para que se celebre la final de la Copa del Rey, pero estoy convencido de que para cuando ustedes

Cuando escribo estas líneas quedan unas horas para que se celebre la final de la Copa del Rey, pero estoy convencido de que para cuando ustedes las lean muchos aficionados del Athletic y del Barca habrán pitado la entrada del Príncipe Felipe en el palco del estadio Vicente Calderón a los acordes del himno nacional, otros habrán aplaudido, y tampoco faltarán quienes hayan optado por el silencio.

Una anécdota que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha convertido esta semana en un debate estéril con su propuesta de suspender la final si los asistentes silbaban, y celebrarla a puerta cerrado. ¿Le cabe a alguien en la cabeza que tras la pitada al Príncipe la Policía hubiese obligado a desalojar el estadio? Un disparate que han criticado hasta sus propios compañeros de partido.

Lejos de rectificar, al día siguiente se ratificó en sus manifestaciones y reclamó su derecho a la libertad de expresión. La tiene, igual que quienes pitan, aplauden o callan, pero no es lo mismo una opinión en boca de mi vecino que de la presidenta de la Comunidad. Su cargo institucional le obliga a la mesura por simple responsabilidad.

Para los ciudadanos que se sienten identificados con la Monarquía la pitada habrá sido un agravio, una ofensa a sus convicciones. Como les ocurre a los vascos y los catalanes cuando otros se manifiestan contra sus himnos o sus banderas. En el pecado llevan todos su penitencia.

¿Repudian los seguidores del Athletic y del Barca a los jugadores de sus equipos que juegan en la selección española? ¿Los consideran por ello menos vascos o menos catalanes? Y lo mismo vale para quienes desde el nacionalismo español satanizan a vascos y catalanes por separatistas. ¿Les duelen los goles de Fernando Llorente con la selección? ¿Les molesta que Xavi y Piqué jueguen tan bien?

Más allá del hecho puntual de la final de Copa, las admoniciones de Esperanza Aguirre plantean un debate más interesante: ¿Se puede pitar al Rey? Claro que sí. Como se puede pitar al presidente del Gobierno o al líder de la oposición en señal de protesta o desafección o, como en este caso, de no reconocimiento de la Monarquía como institución. 

No entiendo que las reivindicaciones identitarias (la patria, el himno, la bandera o la lengua) se tengan que hacer contra algo o contra alguien, como si el sentimiento de pertenencia solo pudiese defenderse por oposición al diferente

El Rey, como cualquier persona, y en especial aquellas que por su cargo están sometidas al escrutinio popular, pueden ser criticados por sus actos o por lo que representan. Si por pitar al Rey hay que suspender un partido de fútbol, ¿qué hacemos cuando los grupos ultras de muchos equipos ondean banderas preconstitucionales o símbolos nazis?

Si pitar al Rey es delito, ¿qué es llamar “asesino” o “terrorista” al presidente del Gobierno? (estoy pensando en las manifestaciones que le montó el PP a José Luis Rodríguez Zapatero a cuenta del proceso de paz con ETA la pasada legislatura). ¿Es eso libertad de expresión y las alusiones al Monarca no?

Dicho esto, no entiendo que las reivindicaciones identitarias (la patria, el himno, la bandera o la lengua) se tengan que hacer contra algo o contra alguien, como si el sentimiento de pertenencia solo pudiese defenderse por oposición al diferente.

Esta sinrazón ha llevado a que mucha gente identifique al País Vasco y a los nacionalistas con ETA, y a Madrid con el centralismo autoritario, como si las decisiones que se toman en Las Cortes, los acuerdos del Consejo de Ministros, los recortes del Gobierno o las cacerías del Rey dependieran de los madrileños, convertidos en “colaboradores necesarios” de los desatinos.

Por eso no entiendo que el diario La Razón identificara días atrás la final como un aquelarre independentista. Tampoco comprendo que el diario nacionalista Deia abriera su portada del pasado jueves con el titular “Madrid incendia la final” en alusión a las palabras de Esperanza Aguirre, y que en ese cajón incluya a todos los que vivimos en esta ciudad, cuando ni siquiera todos lo que la votaron piensan como ella. Las personas están por encima de patrias, banderas y religiones.

Hasta el próximo fin de semana.

Cuando escribo estas líneas quedan unas horas para que se celebre la final de la Copa del Rey, pero estoy convencido de que para cuando ustedes las lean muchos aficionados del Athletic y del Barca habrán pitado la entrada del Príncipe Felipe en el palco del estadio Vicente Calderón a los acordes del himno nacional, otros habrán aplaudido, y tampoco faltarán quienes hayan optado por el silencio.

Rey Don Juan Carlos