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El diccionario del PP para la crisis
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Carlos Fonseca

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Carlos Fonseca

El diccionario del PP para la crisis

Cuando en 2007 empezó la actual crisis económica el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se obcecó en que en nuestro país no había

Cuando en 2007 empezó la actual crisis económica el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se obcecó en que en nuestro país no había crisis, que como mucho estábamos ante una “desaceleración”, a la que le fue añadiendo adjetivos como “gradual”, “transitoria”, para terminar hablando de una “desaceleración acelerada” que nos dejó a todos con la boca abierta.

Pasan los años y los gobiernos, pero las mentiras permanecen. Adoptan la forma de frases hechas, metáforas, paráfrasis… todo vale con tal de no explicar a los ciudadanos lo que pasa con palabras que puedan entender. Aquí les dejo la traducción de algunas de los palabras y expresiones que el presidente Mariano Rajoy y su Gobierno han puesto en circulación para engañarnos. Parafraseándole, vamos a llamar “al pan, pan, y al vino, vino”.

Activos adjudicados: La banca concedió créditos sin freno a las constructoras para que levantaran muuuuchos inmuebles, y a los ciudadanos para que los compraran a precios de oro. Tanto fue el cántaro a la fuente que se rompió, y los bancos, que ganaban dinero a manos llenas, no pudieron cobrar los créditos concedidos. No les quedó más remedio que quedarse con las viviendas, los solares y los ladrillos. Cómo han contabilizado estos activos en sus balances es un escándalo por el que muchos tendrían que estar en la cárcel.

Racionalización de la red de oficinas: Tal y como está la banca, con megafusiones y agujeros más negros que los de Stephen Hawking, racionalizar significa cerrar, echar la persiana, tancat que dicen los catalanes. Más gente al paro.

Consumo: Motor de la actividad económica. El Gobierno busca en este momento la  fórmula para que pese al empobrecimiento general de la población (ver austeridad) la gente gaste, pero no tanto como para que suba la inflación, que no va a ser nuestro caso.

Austeridad: No queda otra. Si bajan los salarios y no hay crédito para endeudarse, la gente gasta menos, es más austera. La suma de austeridad y miedo a la situación económica genera ahorro del tipo “por si vienen mal dadas” o “por lo que pueda pasar”. Los ricos no tienen necesidad de ser austeros.

Sacrificios: Los que están haciendo todos los ciudadanos para mantenerse a flote pese al desmantelamiento del Estado del Bienestar. Se recortan derechos, se suben impuestos, disminuye la calidad de los servicios públicos que son, además, más caros (repago sanitario, tasas universitarias, transporte). Afecta fundamentalmente a los más desfavorecidos. Si a un mileurista le rebañan cien euros de la nómina le joden la vida. Si a quien tiene mil millones de euros le rebañan cien, también le joden, pero no la vida.

Eficiencia: Trabajar más por el mismo salario. El sustantivo tiene un efecto estímulo-respuesta (véase Pavlov) que hace que cualquier trabajador que escucha esta palabra la asocie instintivamente con la expresión “trabajar como un chino”. Si se persevera en la eficiencia se consigue ser competitivo.

Emprendedor: ¡Sea usted su propio jefe! Como no hay trabajo, ni lo va a haber en mucho tiempo, el Gobierno propone a los desempleados-desesperados que monten su propia empresa-chiringuito y se contraten a sí mismos. Como Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como. Una de las ventajas del autoempleo es que te puedes poner el sueldo que te dé la gana sin necesidad de negociarlo ni de que medie un conflicto laboral. Se consigue “paz social”.

Optimizar recursos: Cuando escuchen estas dos palabras, pónganse en lo peor. Cuando el Gobierno despide profesores, incrementa el número de alumnos por aula, amplia el horario de los docentes y sube las tasas universitarias está optimizando los recursos de educación. Se trata de que cinco profesores hagan lo que antes hacían diez y, además, mejore la calidad de la enseñanza. Este Gobierno está optimizando la enseñanza, la sanidad y la investigación. La optimización de los salarios de los altos cargos de la Administración y de los banqueros corruptos es un lío tremendo.

Sobredimensionado y redimensionar: Cuando algo está sobredimensionado es que es más grande de lo que debería ser. La solución es redimensionarlo; es decir, recortar. Es lo mismo que optimizar recursos, pero el castellano es rico y no hay necesidad de estar repitiendo siempre las mismas palabras, no sea que la gente termine por entenderlas.

Moderación salarial: Despídanse de cualquier subida salarial futura. Ni cláusula de revisión de los convenios, ni IPC, ni otras mandangas. Sinónimo de pérdida de poder adquisitivo. Lástima que la defiendan también los sindicatos.

Ticket moderador sanitario: El copyright es de la Generalitat. Significa que la gente se pone mala más de la cuenta y va al médico por cualquier molestia sin importancia,  sobre todo la gente de edad, que se aburre en casa. Estas conductas hedonistas se corrigen pagando cada vez que vas a consulta; a ver si así se te quitan las ganas. El tiempo permitirá evaluar el efecto placebo de la medida.

Recargo temporal de solidaridad: Uno de los mejores chistes de la crisis. Alude a la subida del IRPF de la nómina de los trabajadores, de modo que trabajen lo mismo pero cobren menos. El Gobierno se queda con más dinero de las nóminas. Lo de temporal es mejor no creérselo. ¿Ha bajado alguna vez el precio de la gasolina? Ya puede estar el barril Brent a 100 o a 50 dólares, que llenar el depósito del coche es cada día más caro. Es uno de los escasísimos valores estables en estos tiempos de volatibilidad.

Volatibilidad: No sabemos ni lo que va a pasar hoy, como para saber lo que ocurrirá mañana. Volatibilidad es la palabra que mejor define las decisiones económicas de este Gobierno.

Tasa de crecimiento negativo: Una de las mejores ocurrencias de nuestros políticos. Como recesión es un sustantivo desagradable, juntamos dos términos contradictorios (oxímoron) y conseguimos que la gente se haga un lío. Puede valer para la literatura (“un silencio atronador” queda muy bien en un relato de intriga) pero utilizado como expresión económica es una gilipollez.

Cuando en 2007 empezó la actual crisis económica el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se obcecó en que en nuestro país no había crisis, que como mucho estábamos ante una “desaceleración”, a la que le fue añadiendo adjetivos como “gradual”, “transitoria”, para terminar hablando de una “desaceleración acelerada” que nos dejó a todos con la boca abierta.