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Carlos Fonseca

Tirando a Dar

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Carlos Fonseca

Miscelánea para indignados

Los cursos de verano son el escenario elegido por políticos y empresarios para multiplicar por dos las memeces a que nos tienen acostumbrados en las temporadas

Los cursos de verano son el escenario elegido por políticos y empresarios para multiplicar por dos las memeces a que nos tienen acostumbrados en las temporadas de otoño, invierno y primavera. Esta semana, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría ha impartido su magisterio en el Campus FAES con una pseudoconferencia sobre las reformas que va a emprender este gobierno reformista para reformar este país. Su discurso iba dirigido a una audiencia entregada que no necesita que le planteen dudas porque lo suyo es la fe. La única diferencia con un mitin es que habló sentada y no desde un atril.

También el príncipe Felipe da conferencias-discurso. La última en su reciente viaje a Estados Unidos para explicar las bondades de las reformas del Gobierno. En la escuela de negocios IESE en Manhattan dijo literalmente que “nuestros precios y salarios están marcando el ritmo del retorno al sendero de la competitividad”. Salarios, por llamarlos de alguna manera, de subsistencia, y ni siquiera eso en muchos casos. Sus palabras demuestran que vive en el mundo de Yupi. Su alteza sabe que ni él, ni sus hijos, ni sus nietos pasarán necesidad; que podrán estudiar en prestigiosos colegios y completar su formación en el extranjero; que no tendrán que colocarse en la fila del paro, ni conocerán la sensación de culpabilidad que invade a quien espera, pierde la confianza en sí mismo y termina culpándose por haber perdido el trabajo. Quien tiene una vida regalada debe más respeto a quienes le mantienen con sus impuestos.  

Otro conferenciante más, el presidente de la patronal bancaria, Miguel Martín, regaló su saber en los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), y dijo que para salir de la crisis los sueldos tienen que seguir bajando durante los próximos 5 ó 10 años (¡qué fijación con los salarios de los demás!). Si hace unos años ser mileurista era sinónimo de paria, quienes ahora los cobran dan gracias porque la nueva figura de nuestro contrato laboral son los nimileuristas.  Según la Encuesta de Estructura Salarial del INE, entre 2002 y 2009 (última encuesta publicada) el incremento de los salarios no llegó al 14%, mientras el IPC acumuló subidas del 32%.  No quieren que ganemos menos, quieren que nos repartamos la miseria.

Me desazona que tantas personas estén dispuestas a llenar las calles para celebrar un evento deportivo, y en cambio acepten con mansedumbre el reparto de la miseria a que este gobierno y el anterior han condenado a 5,5 millones de parados y a sus familias

Hablando de banqueros, ni Rodrigo Rato, expresidente de la cueva de Alí-Babá, ni ninguno de los 32 consejeros de Bankia imputados esta semana por el juez Fernando Andreu van a pisar la cárcel ni de visita. A efectos prácticos da lo mismo que sean inocentes o culpables. Se van a encomendar a prestigiosos abogados capaces de marear al juez más templado con recursos, la solicitud sin fin de diligencias y todo tipo de triquiñuelas legales para prolongar la instrucción cuanto sea necesario. Que pierden en primera instancia, pues recurren al Tribunal Supremo y vuelta a empezar. Por cierto, el pasado febrero Rodrigo Rato dijo en otra conferencia que los sueldos de los políticos españoles no está a la altura de sus responsabilidades, ni son buenos para la creación de talentos. Si el talento depende del sueldo le tengo que dar la razón, están mal pagados.

Una disgresión: El mismo día que se hacía pública la imputación de Rato y Cía., el Tribunal Supremo rebajaba de 4 a 3 años la pena de prisión impuesta a un policía municipal de Huelva que recurrió a la picaresca para no pagar una multa de 157 euros por un adelantamiento indebido. El delito: falsificación de documentos oficiales. Desconozco si va a ingresar en prisión o no, pero si alguien puede ir a la cárcel por un delito como este, hay muchos banqueros, empresarios y políticos a los que, para ser ecuánimes, habría que encerrar en el pasillo de la muerte. Es obvio que la balanza de la Justicia está mal calibrada.

¡Campeones, campeones, oé, oé, oé! Antes de que me acusen de antipatriota les aseguro que me encanta el fútbol, disfruté con la victoria de España en la final del europeo, y si me gustaran los hombres amaría a Iniesta. Dicho esto, me causa perplejidad que un millón de personas (eso dijeron las crónicas) se echara a la calle y aguantara horas para ver pasar un autobús con un montón de futbolistas, elevados ya a la categoría de héroes, haciendo el ganso. Dirán que soy un aguafiestas, pero me desazona que tantas personas estén dispuestas a llenar las calles para celebrar un evento deportivo, y en cambio acepten con mansedumbre el reparto de la miseria a que este gobierno y el anterior han condenado a 5,5 millones de parados y a sus familias; que asuman con docilidad el recorte de derechos y miren hacia otro lado cuando ven frente a ellos el sufrimiento ajena. El sálvese quien pueda de quien cree que si enseña la cerviz está a salvo. Me desasosiega la crisis, pero aún más la resignación con que la sociedad asume la injusticia.

Hasta el próximo fin de semana.

Los cursos de verano son el escenario elegido por políticos y empresarios para multiplicar por dos las memeces a que nos tienen acostumbrados en las temporadas de otoño, invierno y primavera. Esta semana, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría ha impartido su magisterio en el Campus FAES con una pseudoconferencia sobre las reformas que va a emprender este gobierno reformista para reformar este país. Su discurso iba dirigido a una audiencia entregada que no necesita que le planteen dudas porque lo suyo es la fe. La única diferencia con un mitin es que habló sentada y no desde un atril.