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Hacen falta otros políticos y más democracia
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Carlos Fonseca

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Carlos Fonseca

Hacen falta otros políticos y más democracia

Este país se merece otros políticos y mucha más democracia. Las recientes entrevistas en televisión del presidente Mariano Rajoy y del líder de la oposición, Alfredo

Este país se merece otros políticos y mucha más democracia. Las recientes entrevistas en televisión del presidente Mariano Rajoy y del líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, han sido la confirmación de que sus declaraciones son un cúmulo de lugares comunes y de falsedades. Mariano Rajoy ha hecho en diez meses lo contrario de lo que dijo que iba a hacer estando en la oposición, y Alfredo Pérez Rubalcaba dice que hará lo que no hizo cuando estaba en el Gobierno. Que no se extrañen de la creciente desafección de los ciudadanos, que cada día se sienten menos representados.

Rajoy sigue, erre que erre, con su obsesión de reducir el déficit, aunque sea a costa de recortar derechos, sin que su receta haya surtido ningún efecto. Ha rescatado a una banca indecente a cargo de los ciudadanos, a los que, en cambio, ha abandonado a su suerte. Tampoco su reforma laboral ha conseguido generar empleo; al contrario, las cifras del paro siguen desbocadas y cada vez son más las familias condenadas a la exclusión social, mientras María Dolores de Cospedal les dice a los indignados con los recortes que al final “lo van a agradecer”, como si los ciudadanos fueran niños sin capacidad para discernir lo que es un sacrificio y una tomadura de pelo.

Rubalcaba, por su parte, promete y promete lo que no hizo el gobierno del que formó parte. Suprimió el impuesto de patrimonio (que graba a quienes más tienen), no se atrevió a sacar adelante una tasa para las transacciones financiera, ni a aumentar la fiscalidad de las Sicav, ni el impuesto para las grandes fortunas y los beneficios de la banca, sin olvidar que protagonizó el mayor recorte de derechos laborales de la democracia y prolongó hasta los 67 años la edad de jubilación. Una tarea que Rajoy ha completado ahora con creces.

Tras las multitudinarias manifestaciones del 15M en 2011 unos y otros dijeron que eran una llamada de atención a los políticos, que tomaban nota, y se mostraron dispuestos a trabajar por una democracia más participativa. ¿Qué ha sido de la reforma de la ley electoral para acabar con el bipartidismo?, ¿y de la reforma del Senado para convertirlo en una auténtica cámara territorial y no en un apéndice sin utilidad?

Ni Rajoy ni Rubalcaba han hecho lo que dijeron que harían, con el consiguiente desprestigio de los partidos y de la propia democracia, que deja mucho que desear si la participación ciudadana se limita a votar cada cuatro años y a callar, como si el voto al PP o al PSOE supusiera la aceptación borreguil de sus decisiones. O acaso cree Rajoy que todos sus votantes están de acuerdos con sus recortes de salario, los despidos baratos, el copago sanitario, el incremento del IRPF y del IVA, los recortes en Sanidad y Educación, la amnistía fiscal para los defraudadores, el desinterés por acabar con los paraísos fiscales para recuperar los 75.000 millones de euros anuales en los que se calcula el fraude fiscal, la mayor parte del cual corresponde a las grandes empresas. Enfrente, una clase trabajadora en la que un 40% paga más impuestos que sus jefes; impuestos que el Gobierno emplea en rescatar a un sistema financiero corrupto, que a cambio pone en la calle a miles de familias a las que la crisis ha dejado sin trabajo y sin posibilidad de hacer frente a sus hipotecas.

Hace falta darle la vuelta al calcetín de la política, hacen falta otros líderes políticos cuya prioridad sea el bienestar de los ciudadanos y no perpetuarse en el escaño; otros políticos que no conviertan la política en una profesión plagada de canonjías para ellos y sus familias.

Van a venir más recortes y más sufrimiento. A la criminalización del parado, acusado de ser un parásito que no quiere trabajar porque vive muy bien de los subsidios del Estado, y el recorte del desempleo ya acordado, vendrá otro en breve que reducirá la duración de la prestación; y vendrá un recorte de las pensiones, que ya han sido recortadas de hecho al obligar a los pensionistas a pagar un 10% del precio de los medicamentos, en esta ocasión por la no regularización con el IPC (este año se subió un 1% con cláusula de revisión según cierre la inflación este año), mientras exdiputados y exsenadores cobran pensiones parlamentarias y otras ayudas económicas graciables, al igual que sus viudas.

Rajoy y sus ministros volverán a justificar las medidas en la necesidad de reducir el déficit, que no se puede gastar más de lo que gana, cuando la economía se sostiene en el crédito y el endeudamiento de empresas y particulares, cuando en realidad estamos ante una pérdida de soberanía en beneficio de la Comisión Europea, fundamentalmente de Alemania y Francia, que imponen a los demás los sacrificios que deben hacer sin que nadie les haya votado.

Zapatero justificó sus recortes en la necesidad de evitar la intervención, como ahora Rajoy, aunque no lo diga. Lo hemos perdido todo, y aún así tengan por seguro que vamos a ser intervenidos, aunque lo intenten disfrazar con eufemismos, el disimulo de los mentirosos.

Nota a pie de página: Cuando un político se marcha a casa por su propia voluntad, cosa bastante rara, hasta sus detractores glosan su figura política. Ocurre como con los fallecidos, que todos son buenos, y si no lo eran se pasa página. Es lo que ha ocurrido esta semana con la dimisión de Esperanza Aguirre como presidenta de la Comunidad de Madrid, que hasta el PSOE ha alabado su capacidad política pese a las diferencias ideológicas.

Simple corporativismo de una clase política endogámica. Esperanza Aguirre es una política prepotente, soberbia y maleducada que ha despreciado por norma a aquellos que no piensan como ella y discrepan de sus decisiones. Su dimisión no puede ocultar tantos y tantos insultos, la manipulación informativa de Telemadrid y su política liberal, en el peor sentido de la palabra, que aspira convertir al Estado en algo residual y traspasar sus servicios públicos a la iniciativa privada según el falso axioma de que todo lo privado funciona mejor que lo público. Su marcha es la mejor noticia para Madrid en mucho tiempo.

Hasta el próximo fin  de semana.

Este país se merece otros políticos y mucha más democracia. Las recientes entrevistas en televisión del presidente Mariano Rajoy y del líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, han sido la confirmación de que sus declaraciones son un cúmulo de lugares comunes y de falsedades. Mariano Rajoy ha hecho en diez meses lo contrario de lo que dijo que iba a hacer estando en la oposición, y Alfredo Pérez Rubalcaba dice que hará lo que no hizo cuando estaba en el Gobierno. Que no se extrañen de la creciente desafección de los ciudadanos, que cada día se sienten menos representados.