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De linces y cerdos voladores o por qué esta primavera no tiene que ser caliente
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De linces y cerdos voladores o por qué esta primavera no tiene que ser caliente

Con la Semana Santa a la vuelta de la esquina, la Iglesia ha vuelto al primer plano. Eso sí, como la selección juega esta semana, se

Con la Semana Santa a la vuelta de la esquina, la Iglesia ha vuelto al primer plano. Eso sí, como la selección juega esta semana, se achicarán los espacios disponibles en la información Nacional durante unos días y se ampliarán los de Deportes. En todo caso, las dos Españas están emplazadas a encontrarse en las calles y escenificar otro desencuentro, ahora en torno a la nueva ley del aborto.

 

Quien espere una reedición del clima de la pasada legislatura va a quedar decepcionado. La burbuja de la bronca se ha pinchado y ello se debe sólo en parte a esa penitencia colectiva que es la crisis. Quien se hubiera detenido a observar la reacción popular ante la victoria de España en la última Eurocopa debía haberlo visto venir.

Tras algunos años en los que se hizo fortuna política y mediática a base de cuestionar los fundamentos éticos de la Transición, de exacerbar el sentimiento de agravio entre españoles, en los que se pulverizó el consenso en política exterior y se presumió de carecer de un concepto compartido en materia antiterrorista… tras todo eso, fue el fútbol el que arrojó las primeras señales del cambio que se avecinaba. Tuvo que ser este posmoderno opio del pueblo el que devolviera las banderas a su condición de patrimonio común y el que nos diera ocasión de mostrar que, al margen de nominalismos, aspiramos a un proyecto en el que poder desarrollar nuestras singularidades.

Luego la crisis y otros desengaños varios, a diestra y a siniestra, han demostrado que quince años de bonanza nos habían llevado a dar por supuesto demasiado. Ahora sabemos que no siempre habrá dinero bajo el que enterrar cada problema y que no podemos seguir indefinidamente tribalizándonos: caen las políticas de la identidad y suben las políticas de Comunidad (con mayúsculas)

Gracias a Dios, la tendencia de los últimos cuatro años se ha roto. Sin renunciar a la confrontación política -la unanimidad es patrimonio de las dictaduras-, pierden peso las descalificaciones generales, mengua la fortuna de los enfrentamientos en el terreno de las intenciones y gana peso el debate en torno a las políticas.

Los ‘hombres de Paco’ versus los ‘hombres de Patxi’

Sin perjuicio de las miserias inherentes a la lucha política -a toda lucha, “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”-, el juego sucio va a perder posiciones. Los españoles con su voto unas veces y con su desmovilización otras están marcando la senda a quien quiera ganar su confianza. Seguimos con cierto morbo las evoluciones del culebrón de los hombres de Paco y sin embargo, tenemos nuestras esperanzas puestas en lo que salga de las conversaciones que lideran los hombres de Patxi.

En el País Vasco, nos jugamos mucho: la posibilidad de enterrar la lucha antiterrorista como elemento de confrontación política entre los dos partidos de los que tenemos derecho a esperar un concepto incluyente para toda España y una visión capaz de responder a las aspiraciones de los españoles. Está en juego abandonar la pereza que supone dar por sentado que la presencia de los nacionalistas en el poder es la condición necesaria y suficiente para hacer caminar nuestro modelo de Estado. Tenemos la oportunidad de comprobar si socialistas y populares son capaces de superar su historia reciente de descalificaciones tan duras como generales y centrarse en acometer el futuro desde un entendimiento básico.

Confiemos en que el lince ibérico de la campaña de los obispos respete al non nato cerdo volador del País Vasco. Si así sucede, asistiremos a una victoria importante de la España que no cree en maldiciones históricas ni en determinismos. Será la victoria del libre albedrío. Una victoria de lo más católica con la que encarar la Semana Santa. La vida es sueño que decía Calderón.     

*Isaac Martín Barbero es economista.

Con la Semana Santa a la vuelta de la esquina, la Iglesia ha vuelto al primer plano. Eso sí, como la selección juega esta semana, se achicarán los espacios disponibles en la información Nacional durante unos días y se ampliarán los de Deportes. En todo caso, las dos Españas están emplazadas a encontrarse en las calles y escenificar otro desencuentro, ahora en torno a la nueva ley del aborto.

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