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El Nobel no es al euro, es a Europa
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El Nobel no es al euro, es a Europa

La unidad hace la paz. La disgregación conduce a la guerra. Una Europa en paz es una Europa unida. Esas tres sencillas ideas son los principios

La unidad hace la paz. La disgregación conduce a la guerra. Una Europa en paz es una Europa unida. Esas tres sencillas ideas son los principios originales de un ambicioso proyecto: que ningún soldado volviera a dar su vida en un campo de Europa. Seguramente la UE está mercantilizada, demasiado burocratizada, y sin terminar, pero constituye el mayor esfuerzo de pacificación que el mundo ha conocido desde el Imperio Romano. Bueno, quizá desde siempre. 

Las raíces históricas de la Unión Europea se remontan a la Segunda Guerra Mundial. La idea de la integración europea, propuesta por el ministro de Asuntos Exteriores francés, Robert Schuman, en un discurso el 9 de mayo de 1950 -actualmente Día de Europa- se concibió para evitar que volvieran a producirse conflictos bélicos en nuestro continente. Una idea loable, ya que las dos guerras mundiales habían dejado tras de sí un sombrío escenario de decenas de millones de muertos. Recordemos que en su alocución, Schuman señaló que Europa se construiría gracias a realizaciones concretas, que creásemos en primer lugar una solidaridad de hecho. Y añadió que la agrupación de las naciones europeas exigía el cese de toda hostilidad entre las más poderosas y al tiempo enfrentadas en aquel momento, Francia y Alemania.

Desde entonces, la Unión Europea ha sido un instrumento de paz, y no puede ser de otro modo. Porque, pese a nuestras diferencias idiomáticas, de costumbres o culturales, todos los países del viejo continente estamos comprometidos en una idea común, la unidad. Por eso chirrían los nuevos planteamientos secesionistas en algunas regiones que desde luego no comparten este espíritu.

Hoy hemos recibido el premio Nobel por las "más de seis décadas de contribución a la paz". Se han valorado nuestros logros en ese importante lapso de tiempo para "el avance de la paz y la reconciliación" en Europa, así como el establecimiento de "la democracia y los derechos humanos". Por eso, los más de 500 millones de ciudadanos europeos debemos estar muy satisfechos.

A partir de ahí, el Nobel nos obliga a reconocer que también hemos cometido errores. No hemos sabido armonizar bien unión monetaria, unión económica y unión política. La zona euro y la Unión Europea han avanzado por caminos divergentes, y hoy en día tan solo parece importar la primera, en la que esa solidaridad de hecho de la que hablara Shuman, brilla por su ausencia. Los diversos países europeos tratan de salir de la crisis a través de caminos individuales, que en muchos casos dañan gravemente los importantes esfuerzos de millones de ciudadanos  de otros países, de los países del sur del continente. Los datos económicos, que solo son cifras frías, se traducen muchas veces en dramas reales para europeos de carne y hueso.

Por eso, este premio, como instrumento de paz, llega en el mejor momento. Lo hace para recordarnos nuestros importantísimos logros y animarnos a continuar. Pero sobre todo, para llamar nuestra atención sobre el hecho de que debemos cambiar de rumbo si queremos seguir siendo merecedores del honor. Es preciso recuperar la filosofía original del proyecto europeo para ser cada vez más Europa y menos euro. Menos valor al dinero y más valor a la democrática, o sea, que la unión democrática llegue más lejos que la unión monetaria.

Cambiemos hoy mismo de dirección. El premio Nobel de la Paz es como una providencial llamada de atención. No habrá paz sin igualdad, no la habrá sin solidaridad. Recuperemos entre todos esa bella idea de una Europa unida, de una única Europa.

En un cementerio italiano, la tumba de un soldado aliado tiene escrito el siguiente epitafio: "Para todos era sólo un soldado, para mi la vida entera". El ideal de una Europa unida significa que, para todos los gobiernos, la vida de un solo ciudadano represente la vida entera y no se pueda desperdiciar. Hoy nos lo han recordado, quizás porque nos lo merecíamos. Quizás porque lo estábamos olvidando.

*Esteban González Pons es vicesecretario general del Partido Popular.

La unidad hace la paz. La disgregación conduce a la guerra. Una Europa en paz es una Europa unida. Esas tres sencillas ideas son los principios originales de un ambicioso proyecto: que ningún soldado volviera a dar su vida en un campo de Europa. Seguramente la UE está mercantilizada, demasiado burocratizada, y sin terminar, pero constituye el mayor esfuerzo de pacificación que el mundo ha conocido desde el Imperio Romano. Bueno, quizá desde siempre.