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El riesgo de la dependencia energética de Argelia
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El riesgo de la dependencia energética de Argelia

La Comisión Nacional de la Energía (CNE) acaba de advertir del descenso de los ingresos del sistema eléctrico por el menor consumo. Si el Gobierno calculó

La Comisión Nacional de la Energía (CNE) acaba de advertir del descenso de los ingresos del sistema eléctrico por el menor consumo. Si el Gobierno calculó un descenso de la demanda eléctrica para todo 2013 del 0,3%, ya va por el 3,3%, y eso supone una merma de más de 750 millones que el sistema dejará de ingresar este año. Desde que se inició la crisis en 2007, el consumo eléctrico no ha parado de bajar, lo que ha supuesto dejar de ingresar cerca de 1.000 millones de euros cada año y agrandar así la diferencia entre los ingresos y costes del sistema, es decir, aumentar el déficit de tarifa. Cada año que se retrase la recuperación económica, el problema será mucho más grave.

Mientras el déficit comercial español en 2012 descendió un 33%, las importaciones energéticas aumentaron un 14%. España se ha convertido en el primer importador de gas natural licuado de la UE, el coste de nuestras importaciones de gas se ha incrementado un 93% desde 2009 y nuestra dependencia del gas argelino ha pasado del 42% en 2012 al 53% en 2013, a pesar de que la demanda global de gas este año ha descendido un 13% y la demanda para generación eléctrica un 48%. Es evidente que la crisis y la recesión no han afectado a las importaciones energéticas que, en plena ola de ajustes, han seguido creciendo hasta los 45.500 millones de euros. Dependencia energética de ricos para una economía cada vez más empobrecida.

En el preámbulo del RDL 13/2012 de marzo de 2012, por el que el Gobierno paralizó todas las inversiones gasistas, se decía que como, pese al descenso en el consumo de gas, se seguían haciendo inversiones en infraestructuras gasistas, ello daba lugar a una insostenible sobrecapacidad del sistema. Pero poco han cambiado las cosas cuando un año después se empieza a constatar un déficit creciente en la tarifa del gas que la propia CNE ha estimado en 3.000 millones para 2020. Esta situación puede agravarse por la incertidumbre de una próxima sucesión del presidente Buteflika en Argelia, hospitalizado en Francia, y en la que el Ejército argelino deberá gestionar una situación compleja con dos tercios de la población menor de treinta años en una situación  de crisis económica y social sin expectativas y la presencia de Al Qaeda desde enero. El director general de Sonatrach ha reconocido que para Argelia es difícil mantener el precio del gas en una situación de crisis económica.

España se ha convertido en el primer importador de gas natural licuado de la UE, el coste de nuestras importaciones de gas se ha incrementado un 93% desde 2009 y nuestra dependencia del gas argelino ha pasado del 42% en 2012 al 53% en 2013¿Cuáles serían las consecuencias de un escenario de inestabilidad en Argelia con precios al alza y una dependencia tan alta? La reacción no ha podido ser más paradójica: resolver los problemas del gas consumiendo más gas, reclamando cuotas mínimas de demanda, expulsando las renovables del sistema o que paguen el respaldo del gas, suprimiendo las políticas de ahorro y eficiencia energética, incrementando pagos por capacidad, por ajustes del sistema, por incentivos o recargos en la tarifa que pagan los consumidores finales o anunciando medidas para fomentar un mayor consumo de gas en el transporte y la calefacción. Realmente nadie parece preocupado por los efectos de más inflación, déficit tarifario y comercial de una dependencia energética tan elevada, que exporta renta nacional en cantidades astronómicas, en un contexto de inseguridad geopolítica y de descenso de la demanda interna, y en un mercado monopolístico sin competencia. La sobrecapacidad de hidrocarburos importados es la asfixia de nuestro sistema energético.

Previsiones de oferta inverosímiles

No se han tenido en cuenta los impactos de la crisis en el modelo energético. El alza imparable de los precios del petróleo y del gas desde 2004, la pérdida de liquidez de la banca que dejó de adelantar el déficit tarifario a las eléctricas y el descenso del consumo de energía desde 2007 son hechos que están en el origen de nuestros principales problemas energéticos, ante los que la política respecto al sector se ha quedado inmóvil, parcheando en el corto plazo con previsiones de oferta y de demanda inverosímiles y sin tener en cuenta que el escenario ha girado por completo. Impulsar el consumo de más hidrocarburos, como se está haciendo, sólo conduce a una crisis energética dentro de la crisis económica de consecuencias incalculables. Rechazar las renovables y la eficiencia energética es otro parche que no parará ni el déficit tarifario ni la pérdida de renta nacional por la enorme dependencia energética.

La lógica establecida para salir de la crisis ha sido la austeridad para salvar a las entidades financieras, pero la austeridad agrava la recesión y esta, a su vez, deteriora aún más las propias entidades financieras. El paralelismo con la energía es claro: resolver los problemas de los hidrocarburos consumiendo más hidrocarburos, prescindiendo de las fuentes autóctonas como el ahorro y las renovables, es apostar por el modelo energético más caro, contaminante, que implica riegos de suministro y una pérdida de soberanía nacional intolerable. Son modelos procíclicos que han demostrado ser contraproducentes porque no sólo agudizan las crisis, sino que generan una desigualdad inasumible.

En el debate energético actual el rechazo al autoconsumo, la generación distribuida, las renovables, la eficiencia energética o la lucha contra el cambio climático es la resistencia al cambio de modelo energético que, en estos momentos, constituye la política anticíclica más efectiva para superar la crisis y generar empleo y, aunque parezca paradójico, para crear unos mercados energéticos con más competencia y más libertad.

*Javier García Breva es presidente de la Fundación Renovables                                                                

La Comisión Nacional de la Energía (CNE) acaba de advertir del descenso de los ingresos del sistema eléctrico por el menor consumo. Si el Gobierno calculó un descenso de la demanda eléctrica para todo 2013 del 0,3%, ya va por el 3,3%, y eso supone una merma de más de 750 millones que el sistema dejará de ingresar este año. Desde que se inició la crisis en 2007, el consumo eléctrico no ha parado de bajar, lo que ha supuesto dejar de ingresar cerca de 1.000 millones de euros cada año y agrandar así la diferencia entre los ingresos y costes del sistema, es decir, aumentar el déficit de tarifa. Cada año que se retrase la recuperación económica, el problema será mucho más grave.

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