Es noticia
El mito de la inversión pública excesiva en un país por construir
  1. España
  2. Tribuna
Susi Dennison

Tribuna

Por

El mito de la inversión pública excesiva en un país por construir

Aunque durante el último año se han relajado las críticas hacia el sector de la construcción, trasladándose hacia el sistema financiero, lo cierto es que la

Aunque durante el último año se han relajado las críticas hacia el sector de la construcción, trasladándose hacia el sistema financiero, lo cierto es que la opinión pública todavía lo considera como el origen del crack económico de España y como un lastre para su recuperación.

Fruto de esta situación, se han extendido entre los ciudadanos dos afirmaciones que, a base de repetirlas, se han asentado como ciertas: “Las Administraciones Públicas españolas han construido en exceso”; “en España ya se ha construido todo lo que había que construir”. Esta creencia generalizada se ha trasladado de inmediato a la clase política que, sin pararse a reflexionar, ha paralizado la obra pública dependiente de todas las Administraciones sin excepción. Sin embargo, los números nos muestran una realidad bien distinta.

Según SEOPAN y de acuerdo a datos oficiales de la Unión Europea, en el periodo 1995-2012 el ratio de inversión pública español, en términos reales de euros invertidos por km2 y millón de habitantes, se situó en 1.369€, similar al de Alemania (1.353€), inferior al de Francia (1.496€) y muy por debajo del Reino Unido e Italia (1.809€ y 1.949€ respectivamente). Teniendo en cuenta el retraso en infraestructuras que sufría España en el año 1995, la orografía, la extensión geográfica y la baja densidad de población, la cifra de inversión no sólo no es excesiva, sino que puede resultar escasa.

La inversión pública española en relación al PIB acumula un descenso de 3,1 puntos porcentuales desde 2009, una reducción tan brusca que no tiene precedentes en el entorno europeoEs posible que la sensación de sobreinversión proceda de los excesos en el sector inmobiliario o de ciertas infraestructuras de dudosa necesidad (si bien estas no alcanzan el 5 por mil de la inversión total); pero lo cierto es que la inversión pública española en las dos últimas décadas dista mucho de ser anormal ya que se situó en valores similares en relación al PIB a los de Luxemburgo, Holanda, Francia o Suecia. Sin embargo, lo preocupante de esta situación no es el pasado, sino la situación actual y las perspectivas futuras.

La inversión pública española en relación al PIB acumula un descenso de 3,1 puntos porcentuales desde 2009, una reducción tan brusca que no tiene precedentes en el entorno europeo.

Además, el Programa de Estabilidad del Reino de España para el periodo 2013-2016 prolonga la restricción de la inversión pública, estimándose un volumen medio de licitación anual de entre 4.000 y 5.000 M€, una quinta parte del volumen licitado en el año 2010. Este plan situará la inversión pública en el mínimo histórico de la base estadística (desde 1964) con un 1,3% del PIB y nos separaremos definitivamente de nuestros socios europeos, que en los próximos años seguirán aumentando la inversión a buen ritmo.

Si bien ha quedado demostrado que la inversión pública española no fue excesiva en el pasado, parece que las imágenes de aeropuertos vacíos y estaciones de tren sin pasajeros sí que dan la razón a los que opinan que no es necesario construir en el futuro.

Pero aunque a muchos no se lo parezca, en nuestro país hay un buen número de infraestructuras que están lejos de las mejores prácticas europeas. Son las 'infraestructuras discretas', entre las que podemos incluir la eliminación de los cuellos de botella en los accesos a las grandes ciudades, la supresión de trazados antiguos en nuestras carreteras, las conexiones ferroviarias con Europa, las redes de saneamiento y estaciones de depuración de poblaciones pequeñas y medianas, el abastecimiento hidráulico de zonas áridas de España, las mejoras en las redes logísticas… y, por ahora, tendrán que esperar. La inversión en los países de nuestro entorno no se concentra en unas pocas obras singulares, sino en un sinfín de pequeñas obras que aseguran la eficiencia y la calidad de vida de las sociedades avanzadas. Una muestra es Francia, que gasta en sus carreteras locales el 60% del presupuesto, mientras que en nuestro país la inversión se concentra en autovías y autopistas.

Los países nunca se acaban de construir, por avanzada y desarrollada que esté su economía, como bien lo demuestran Luxemburgo, Austria, Alemania o Suecia. De hecho, aquellos que durante algunos años pensaron que ya no era necesario construir, como por ejemplo Reino Unido, hace ya tiempo que reconocieron su error y están acelerando su ritmo de inversión.

Aún estamos a tiempo de salvar algo de la industria de la construcción y, de paso, cimentar la recuperación de la economía nacional. Tenemos aún un país por construir.

*Aniceto Zaragoza. Director general de Oficemen.

Aunque durante el último año se han relajado las críticas hacia el sector de la construcción, trasladándose hacia el sistema financiero, lo cierto es que la opinión pública todavía lo considera como el origen del crack económico de España y como un lastre para su recuperación.