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Obama no viaja; Xi Jinpinj, sí
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Obama no viaja; Xi Jinpinj, sí

Mientras que Obama no viaja por falta de fondos, el presidente de China, Xi Jinping, lo ha hecho dos veces este septiembre.

Mientras que Obama no viaja por falta de fondos, el presidente de China, Xi Jinping, lo ha hecho dos veces este septiembre. Una, a su patio trasero y fuente de narrativa nacional, Asia Central, y luego otra al Asia del agua, el Sudeste Asiático.

La gira a Asia Central empezó por Turkmenistán, país del que China ha obtenido ya 60 billones de metros cúbicos de gas en los pasados diez años, lo que equivale al 50% de todas sus necesidades. En el curso de su visita hubo aspectos políticos y económicos. En el político ambos países decidieron elevar su relación bilateral a estratégica. En lo económico China pasaría a comprar 25 billones de metros cúbicos de gas al año, a doblar su presente importación en los próximos ejercicios y a construir un nuevo gasoducto (de 9.000 kilómetros de longitud). Lo más significativo, sin embargo, es la financiación del campo Galkynysh 2, el segundo más grande del mundo, lo que pone fin a cualquier esperanza de alternativa afgana o incluso iraní para la salida del gas turkmeno: todo para China.

Vino después el G20 en San Petersburgo y, terminado éste, Xi volvió a Asia Central con un doble propósito, acudir a la cumbre anual de la Organización de Cooperación de Shanghai, (OCS) en Bishkek, a la que pertenecen de pleno derecho Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán, Rusia y Uzbekistán, y antes de eso, hacer visitas bilaterales a sus miembros -salvo, evidentemente, Turkmenistán, al que había ya distinguido antes-.

El programa de Xi es ambicioso. Nada más ni nada menos que resucitar la Ruta de la Seda

La posición de China en ese espacio es de privilegio. Ha doblado su comercio exterior en los pasados diez años y en ese tiempo ha conseguido colocarse en primera posición en su balanza de pagos en todos ellos salvo en Uzbekistán, y eso incluye Kazajistán, que forma parte de la Unión Aduanera con Rusia y Bielorusia. En cuanto a Uzbekistán, el comercio entre los dos países se ha incrementado en un 60% en estos pasados seis meses. 

Cordón comercial, estrategia energética

El programa de Xi es ambicioso. Nada más ni nada menos que resucitar la Ruta de la Seda, ese cordón comercial que iba de China al Mediterráneo por tierra y que se vino abajo con los viajes marítimos, mucho más baratos, de los portugueses a Oriente -lo que condenó a Asia Central al aislamiento que todavía padece-. Instrumentos: 48 millardos de dólares de inversión, de ellos, tres millardos en créditos blandos al empobrecido Kirguistán. Eso viene a suponer doblar su inversión en la zona y hacerlo en infraestructuras estratégicas que mejorarán las comunicaciones o los suministros de materiales como electricidad o agua. 30 millardos irán a Kazajistán y 15 a Uzbekistán.

El apartado energético es de vértigo. China entra de lleno en el campo de petróleo de Kashagan en Kazajistán, donde no lo había conseguido India. Muy posiblemente ni Rusia ni el Cáucaso ni el proyecto europeo Nabucco tengan ya mucho que decir.

A eso hay que añadir poder blando. Treinta mil becas en China y diez mil en los institutos Confucio de la zona. Todo esto se completa con otros proyectos en marcha de los que no se conocen muchos detalles. Un complejo petroquímico en Uzbekistán, por ejemplo. Y un hecho interesante: China autoriza a los kazajos el acceso al puerto de Lianyungang (en la provincia de Jiangsu; principal centro urbano, Nanjing).

Hay al menos una cuestión en la que están de acuerdo China y Rusia: cerrar ese espacio a Occidente y a los tres males, extremismo, terrorismo y separatismo

Algunos analistas han señalado que la gira y las inversiones tienen como causa la salida americana de Afpak y el miedo a que el terrorismo talibán se corra a Xinjiang. Una de las mayores especialistas en Asia Central, Martha Brill Olcott, con base en el Carnegie Endowment for Peace en Moscú, ha dicho que esos temores son pasado, que la presente gira es, “la vuelta del vencedor” y que esa visita sitúa a China como el país más influyente de Asia. Es siempre un placer estar de acuerdo con tan distinguida intelectual. Y con Peter Perdue, que en su clásico y deslumbrante China marches West (La conquista Qing de Eurasia Central) ya nos previno de que la caída de la URSS abriría una competición estratégica entre Rusia y China por la influencia en esos nuevos Balcanes que eran los países OCS. Competición sí, pero dentro de un orden. Hay al menos una cuestión en la que están de acuerdo ambos poderes: cerrar ese espacio a Occidente y a los tres males, extremismo, terrorismo y separatismo. En otro capítulo son complementarios. Rusia asegura fronteras y seguridad para que China viaje gratis (free rider, condición estructural de la política exterior china-Eric Li*), a cambio de lo cual China, al menos por ahora, renuncia a influencia geoestratégica. En cuanto a recursos naturales hay un reparto amistoso. Lo que ya está en manos de Rusia sigue en sus manos. Lo que va apareciendo se lo va quedando China.

Pero no puede obviarse el gran cambio de paradigma que supone el viaje de Xi. Durante todo el siglo XIX fue Rusia la que corrió hacia China por Asia Central hasta llegar a Tashkent en 1863. Ahora es China la que vuelve a Asia Central como en tiempos de los Qing antes de los zares.

El 'corazón del mundo'

El otro viaje ha sido a Indonesia, Malasia y la cumbre de la APEC: el Asia del agua. El agua es un espacio en el que China no se siente cómoda desde los días del almirante Zheng He, allá por el siglo XV.  Aquí -y realmente lo siento- no hay espacio para ocuparse de la iniciativa y remito al libro de Hugh White recién reeditado en julio. En el Pacífico está Taiwán, que es la madre de todos los conflictos, Japón, la fuente de una enemistad estratégica con posibles consecuencias globales, las dos Coreas y todas las reivindicaciones chinas de aguas territoriales con Filipinas, Vietnam, Malasia y Brunei. Australia y Nueva Zelanda observan en la distancia, y al fondo de todo ese escenario están los EEUU con armas que solo ellos saben hacer. De todas formas los 2.500 marines que iban a desplegarse en Darwin (Australia) todavía no lo han hecho. Si bien no entiendo la necesidad ni la lógica de intentar hacer un cordón sanitario a un país que es el 30% del crecimiento global y al que se le ha pedido que rescate Detroit, a lo que ha accedido. Lo veo como una especie de 'punta tacón' (apretar simultáneamente el acelerador y el freno) que puede tener utilidad en un rally, pero que en estrategia no procede.

Rusia no lo tiene tan mal: es potencia del Pacífico, le quedan en Asia Central el idioma y la seguridad

Volvamos a China. Obviamente su intento de recuperar la condición de 'País del Centro' es asimétrico respecto del americano. Los EEUU, con Asia o sin ella, van a seguir siendo el poder hegemónico mundial. Pero China sin Asia nunca llegaría a serlo. Por ello trata de devolver a su patio trasero la condición de "corazón del mundo", como lo llamó el estratega Mackinder. El empeño es casi prometeico. Se trata de hacer reversible el aislamiento de Asia Central que trajeron los descubrimientos portugueses hace quinientos años. Triunfe o no, lo que está claro es que Eurasia también gira, como los EEUU, hacia la cuenca del Pacífico. Por consiguiente, cuanto más lejos de China y del Pacífico, más lejos del centro del mundo. Así, Rusia no lo tiene tan mal: es potencia del Pacífico, le quedan en Asia Central el idioma y la seguridad -y, empujado por China, un renovado interés por su inmediata vecindad al otro lado del paraíso: Bielorrusia, el Cáucaso y el Medio Oriente-. Y si puede recuperar a Ucrania, mejor, aunque ahí le disputa el terreno la UE -en un orden puramente institucional-.

El hombre enfermo

Europa es el hombre enfermo. Está en el extremo de la periferia y es incapaz de superar su declive demográfico, su quiebra productiva y financiera y sobre todo su balcanización, porque por lo menos Rusia, además de gran territorio, materias primas y costa en el Pacífico, tiene un poder único en el Kremlin. Así que, incapaz de entender que la unión política es vital, pero vital de verdad, a Europa solo cabe augurarle un glorioso futuro... en el pasado. Ya esta primavera hubo sus más y sus menos entre Francia y Alemania, incapaces de renunciar a sus respectivas narrativas nacionales con ocasión de la exposición De l´Allemagne en París. Y ahora, con motivo de la conmemoración de la victoria de Cartagena de Indias, España le ha pedido a Inglaterra un retrato del vencido, el almirante Vernon. Inglaterra se ha negado. 

PS.- Recomiendo la visita de Nuevo Horizonte, exposición de arte chino en el Cuartel del Conde Duque de Madrid. Se recoge allí, en sesenta obras de arte, el desarrollo de una plástica que va desde el obrero musculoso estalinista y la pintura histórica tipo Casado del Alisal hasta el pop más vanguardista. Quede claro que en China no hay 'Sezession' ni 'Salón de los rechazados' y que los artistas con Medalla de Oro de la Academia venden cuadros que podrían figurar en las galerías de Zurich o Turín y que en subasta alcanzan los veinte millones de euros. Toda esa evolución en treinta años.

* Eric Li defiende que China sea un free rider en la Relaciones Internacionales. 

* China en el sudeste asiático: The China Choice. Why We Should Share Power. Hugh White. Oxford University Press. 2013

 

 

Mientras que Obama no viaja por falta de fondos, el presidente de China, Xi Jinping, lo ha hecho dos veces este septiembre. Una, a su patio trasero y fuente de narrativa nacional, Asia Central, y luego otra al Asia del agua, el Sudeste Asiático.

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