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Por qué estoy a favor de los 'exámenes Aguirre'
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Por qué estoy a favor de los 'exámenes Aguirre'

Toda iniciativa novedosa genera, necesariamente, polémica. De hecho, si una iniciativa no genera algo de polémica, lo más seguro es que no sea novedosa. Que los

Foto: La alcaldesa de Collado Villalba, Mariola Vargas, durante el examen (EFE)
La alcaldesa de Collado Villalba, Mariola Vargas, durante el examen (EFE)

Toda iniciativa novedosa genera, necesariamente, polémica. De hecho, si una iniciativa no genera algo de polémica, lo más seguro es que no sea novedosa. Que los llamados 'exámenes Aguirre' –las audiencias públicas a las que se han sometido los candidatos a reemplazar a los alcaldes dimitidos por culpa de la trama de corrupción destapada por la Operación Púnica– hayan generado polémica no es un demérito. Al revés. Lo reprochable sería que hubiesen pasado desapercibidas como algo que no era sino más de lo mismo.

¿A qué se debe la polémica generada? Por un lado, al hecho de que los exámenes se preparasen en privado antes de realizarse en público. Es importante resaltar que esta es una crítica de forma, no de fondo. No se critica que los exámenes se hiciesen. Se critica que no fuesen espontáneos. A esta crítica se le pueden dar, por lo menos, tres respuestas.

Primero, la clave de los exámenes no eran las preguntas; eran las respuestas. Los profesores que han corregido los “exámenes Aguirre” no han sido los responsables del PP que formularon las preguntas; ha sido la opinión pública que tomó nota de las respuestas. Las respuestas correctas eran la verdad que sólo podían conocer los examinados y que ningún responsable del PP les pudo soplar. Cuando un candidato afirmó, por ejemplo, que no tiene cuentas corrientes en el extranjero, empeñó su palabra en que así es.

¿Puede mentir? Por supuesto que puede mentir. Pero mentir en público es siempre mucho gravoso políticamente que mentir en privado porque la mentira queda registrada. Además, saber que se va a tener que responder a preguntas comprometidas en público tiene un efecto disuasorio sobre ciertos comportamientos. Lo relevante, en suma, no es que el examinado supiese que le iban a preguntar si tenía cuentas en el extranjero. Lo relevante es, por un lado, que sólo él podía conocer si las tiene o no y, por el otro, que lo dijese en público.

Segundo, la preparación no evitó la espontaneidad de las respuestas. Por ejemplo, la candidata a alcaldesa de Collado Villalba usó una expresión ofensiva al decir que no era una “perra judía”. Se equivocó y fue justamente reprendida por ello. No se debe criticar los exámenes, al mismo tiempo, por estar preparados y por las equivocaciones que evidencian que no estaban preparados.

Tercero, la preparación fue, si acaso, insuficiente. Los exámenes se habrían organizado mejor con más tiempo. Personalmente, creo que podrían haber ido más lejos. Todas las audiencias deberían haber sido en los municipios relevantes –no en Génova– y deberían haber dejado que el público (vecinos y periodistas) preguntase en vivo. Además, debe recordarse que los hearings en los parlamentos norteamericano y europeo de los que se toma el modelo siempre acaban en una votación. Estos exámenes también podrían haber acabado en una votación; es decir, podrían haber sido parte de un proceso de primarias en el que los afiliados del PP eligen a sus candidatos. Pero que esta iniciativa no colme todas mis aspiraciones no significa que deba rechazarla de plano. Lo mejor es siempre enemigo de lo bueno. Prefiero mil veces una iniciativa mejorable a una inactividad perfecta.

Por otro lado, está la cuestión de fondo. ¿Se deberían haber hecho los exámenes? ¿Por qué tomar esta iniciativa arriesgada y novedosa que puede llegar a humillar a los candidatos? Mi opinión es que era acertada porque da respuesta al gran desafío al que se enfrenta hoy el PP: la participación de sus bases y simpatizantes. Si el PP quiere llegar a las elecciones del año que viene con opciones de victoria, debe motivar a sus votantes tradicionales. Y, para hacerlo, debe darles razones para sentirse motivados. Esto pasa, necesariamente, por su participación en las grandes decisiones del PP, versen éstas sobre sus candidatos o sobre sus programas electorales. Si el PP opta por silenciar la voz de sus bases evitando su participación en estas cuestiones, lo que acabará encontrando es el silencio de sus votantes en las urnas.

Creo que las polémicas positivas son las que generan debates de fondo. Los “exámenes Aguirre” –con sus defectos– han llevado a que se debatan cuestiones muy importantes para el PP como son su transparencia y la rendición de cuentas de sus altos responsables ante sus bases. Por todas estas razones, me parecen un acierto.

*Percival Manglano fue consejero de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid. Blog: www.pmanglano.com

Toda iniciativa novedosa genera, necesariamente, polémica. De hecho, si una iniciativa no genera algo de polémica, lo más seguro es que no sea novedosa. Que los llamados 'exámenes Aguirre' –las audiencias públicas a las que se han sometido los candidatos a reemplazar a los alcaldes dimitidos por culpa de la trama de corrupción destapada por la Operación Púnica– hayan generado polémica no es un demérito. Al revés. Lo reprochable sería que hubiesen pasado desapercibidas como algo que no era sino más de lo mismo.

Esperanza Aguirre Operación Púnica