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Me ha sorprendido Marruecos y me ha llenado de asombro el gran desconocimiento que muchos españoles tenemos de este país vecino que ha convivido con nosotros la friolera de siete siglos

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A lo largo de ese inmenso cordón umbilical que es la autopista del Mediterráneo, observo año tras año cómo los hermanos marroquíes vuelven al seno materno, a su querida patria. Este año, sin embargo, lo siento de otra manera y no hay otra razón que los acontecimientos que he compartido con el pueblo de Marruecos y con numerosos españoles que aman esa tierra. Porque sólo se despiertan estos sentimientos cuando se conoce algo de los pueblos y de su concepción de las cosas y la vida.

Me ha sorprendido Marruecos y me ha llenado de asombro el gran desconocimiento que muchos españoles tenemos de este país vecino que ha convivido con nosotros la friolera de siete siglos. Y es cierto que la ignorancia, en muchas ocasiones, genera desafecto, lo que me ha hecho recordar las historias que tantos emigrantes españoles nos han contado sobre su estancia en países vecinos para realizar las labores que los nacionales no querían llevar a cabo. Aquel trato siempre preñado de superioridad, con el desdén que produce sentirte superior en cultura, en riqueza y en normas de convivencia democráticas con el agravante de que, tanto en el caso español como en el marroquí, recae sobre unos pueblos legítimamente orgullosos, cualidad de sociedades antiguas con enormes sedimentos de cultura.

Estoy convencido de que esa visión deformada, injusta y estérilestá llamada a cambiar rápidamente, al igual que cambió la que tenían la mayoría de pueblos europeos y occidentales sobre España y sus costumbres. La Transición democrática y la entrada en la Unión Europea se encargaron de certificarlo. He sido testigo en Marruecos de unas realidades que me permiten avalar esta afirmación con razones muy fundadas.

Es cierto que la ignorancia, en muchas ocasiones, genera desafecto

Podemos empezar con las razones empresariales y económicas. Marruecos está liberalizando su economía, lo que le permite convertirse en Zona de Libre Comercio con la Unión Europea. A las empresas españolas no les ha pasado desapercibido esta transformación y desde el pasado año 2014 nos hemos convertido enel principal proveedor de bienes y productos de Marruecos, al tiempo que hemos pasado a ser el principal comprador de los productos de Marruecos, desbancando así a Francia, que ejercía esta posición desde hace años.

Más allá del intercambio de productos, son abundantes las empresas españolas que se han instalado en el Reino de Marruecos procedentes de diferentes sectores, destacando el agroalimentario, tecnología industrial, producción energética, construcción civil e ingeniería y servicios a empresas y transporte, logística y comunicaciones (la prestigiosa empresa alicantina Vectaliaacaba de adjudicarse el concurso del transporte urbano e interurbano de la marina ciudad de Nador). Estas empresas se unen a las turísticas ya establecidas a la vista del crecimiento de este sector, de tal modo que el pasado año más de dos millones de turistas españoles visitaron las bellas tierras de Marruecos.

Un segundo tipo de razones son las de orden político, que en estos momentos alcanzan especial importancia. Desde el mes de julio de 2011, fecha de promulgación de la nueva Constitución del Reino de Marruecos, este país hermano ha construido un marco jurídico constitucional de enorme calado democrático y muy avanzado, con instrumentos suficientes para una modernización continua del Estado y sus instituciones conforme los nuevos requerimientos sociales.

Junto al marco constitucional, es muy destacable comprobar el alto nivel de su clase política y de sus dirigentes actuales, tanto parlamentarios como ejecutivos. Se aprecia en ellos un enorme sentido del Estado y de los proyectos comunes que interesan a la nación, por lo que abunda el diálogo y el entendimiento real entre las diferentes fuerzas políticas. Algo que también me gustaría destacar es la poderosa influencia que la Constitución española de 1978 ha ejercido sobre la Constitución marroquí de 2011 y, en particular, lo relativo a la regionalización del poder y la descentralización administrativa.

Por último, y no menos importante, para destacar la sólida unión de los pueblos marroquí y español nos encontramos con la razón histórica, que refleja un pasado muy entrelazado que compartimos durante más de siete siglos. En Europa, con frecuencia, se ha ignorado que la convivencia de los cristianos y los musulmanes en España no fue la de dos pueblos primitivos, ni la de uno culto y otro atrasado, sino la del pueblo más romanizado de Europa con importantes avances y desarrollos previos a la romanización, que anteceden a la invasión de nuestros vecinos bereberes. Por tanto, la fusión que se genera es la de un pueblo que traía enormes elementos de cultura y científicos y la de un pueblo romanizado en manos de unos indolentes y divididos visigodos. Esta aleación de culturas dio a luz un legado común de naturaleza científica y cultural de primera magnitud. Aún hoy tenemos la facultad de poder disfrutar de la herencia arquitectónica, gastronómica y lingüística de aquellos siglos.

España debe su proyecto común de Nación a la invasión del pueblo musulmán. El enemigo común convirtió en unidad la inmensa división

Bereberes, almorávides y almohades marcharon más cultos de nuestro país y los cristianos fueron también más sabios gracias a esta enorme convivencia durante siete siglos, en los que predominó la tolerancia, sin perjuicio de que el pueblo cristiano siempre se sintió ajeno a la islamización que se pretendió al principio y que se abandonó al ver la resistencia de los nativos. Es más, como colofón a esta razón histórica, España debe su proyecto común de Nación a la invasión y estancia del pueblo musulmán en sus tierras. Como siempre ha ocurrido en España, el enemigo común convirtió en unidad la inmensa división que venía desde la época visigoda y originó el primer gran proyecto que los españoles abordamos juntos, que fue la reconquista de nuestra propia tierra hasta convertirnos en la primera Nación unida del mundo en el siglo XV.

Hoy, junto a estas razones económicas, empresariales, políticas e históricas, existen importantes razones de futuro para la hermandad de ambos pueblos. Nuestra común lucha por la democracia y la convivencia entre distintos sentimientos religiosos y la meta común, que ansía el mundo civilizado, de unirse con África. Ese cordón umbilical del que hablamos al principio está destinado a continuar, mediante el ferrocarril de gran capacidad, uniendo los 14 kilómetros que separan Marruecos y África de España y Europa. Ese proyecto, el Túnel de Gibraltar, nacido en los años 80 y hoymucho más perfeccionado, se convertiría en uno de los grandes hitos de las conexiones del mundo, de similar trascendencia al canal de Panamá, al canal de Suez o al paso de Calais y sin duda se transformaría en la nueva rótula de las futuras alianzas del mundo magrebí y África con el mundo occidental, siendo cabezas de puente Marruecos y España.

Desde ahora doy por finalizada mi particular “Jahiliyya” y empiezo un largo camino para amar a un Marruecos ya inteligible para mí.

*Rafael Martínez-Campillo.Fue diputado a Cortes Generales por AlicanteCDS.Miembro del Club de Amigos de Marruecos en España.

A lo largo de ese inmenso cordón umbilical que es la autopista del Mediterráneo, observo año tras año cómo los hermanos marroquíes vuelven al seno materno, a su querida patria. Este año, sin embargo, lo siento de otra manera y no hay otra razón que los acontecimientos que he compartido con el pueblo de Marruecos y con numerosos españoles que aman esa tierra. Porque sólo se despiertan estos sentimientos cuando se conoce algo de los pueblos y de su concepción de las cosas y la vida.