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Impulso a la transformación energética
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Impulso a la transformación energética

El Gobierno que salga de las urnas el próximo día 20 debe continuar fomentando e impulsando claramente la reducción de las emisiones de nuestra industria

Foto: Los glaciares de la Antártida. (Gtres)
Los glaciares de la Antártida. (Gtres)

En la clausura de la Cumbre del clima de París del pasado sábado 12, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, afirmó rotundamente que “los mercados ya tienen una señal clara” para encaminarnos hacia una economía baja en carbono. Un cierre de una cumbre histórica envuelta en la euforia por los esperanzadores avances logrados en la lucha contra el cambio climático, pero que precisará de una ingente movilización de recursos para convertir en realidad la reducción de dos grados de la temperatura global del planeta, incluso dejarlo en 1,5 grados a final de siglo. Todo un reto que debemos ver como una gran oportunidad de transformación y desarrollo.

Un reto que podemos apreciar en toda su magnitud en nuestro país con los últimos datos de emisiones facilitados por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente: tres cuartas partes de las emisiones se originaron en los procesos energéticos, y dentro de este grupo, la generación eléctrica con carbón y gas supuso el 23% y el transporte, el 25%. El resto de las emisiones tuvo su origen, fundamentalmente, en las actividades agrícolas y los procesos industriales.

La transformación de nuestro modelo y nuestros usos energéticos es pieza clave para limitar los gases de efecto invernadero, tanto en lo que se refiere a las emisiones generadas por la generación eléctrica con gas o carbón, como por la industria o el transporte.

En el caso del transporte, parece evidente que tenemos que avanzar hacia soluciones para la movilidad en nuestras ciudades basadas en la electricidad, abandonando con la mayor rapidez posible las tecnologías diésel, que además de las emisiones de carbono generan otras claramente perjudiciales para la salud, como el NOx. Obviamente, la movilidad eléctrica, la recarga de los vehículos, debe estar respaldada con fuentes renovables y que no supongan un mero desplazamiento del punto de emisión de los vehículos a centrales termoeléctricas contaminantes.

En el caso del transporte parece evidente que tenemos que avanzar hacia soluciones para la movilidad basadas en la electricidad

El nuevo modelo energético hacia el que tenemos que avanzar requerirá, tal y como destacaban diversos líderes presentes en París, fuertes inversiones. Pero debe ser un avance hacia las tecnologías renovables más eficaces contra el cambio climático y que más contribuyan a la creación de empleo. Es fundamental asegurar la fiabilidad medioambiental de nuestras industrias y la reducción de las emisiones de carbono, sin caer en 'burbujas renovables' que tantos disgustos han provocado en nuestro país.

Hoy, la madurez tecnológica de la energía fotovoltaica o eólica permite una generación competitiva, a precios de mercado. Para ello, es necesario una energía renovable de respaldo, y la generación eléctrica por combustión de biomasa, neutra en CO2, es la solución. Gran parte de nuestras centrales térmicas de carbón podrían ser reemplazadas por plantas bioeléctricas. Además de reducir fuertemente las emisiones de CO2, se generaría un fuerte impulso al empleo rural y se evitarían gran parte de los incendios.

En Ence, acabamos de presentar un nuevo Plan Estratégico que busca aprovechar las oportunidades que, en este sentido, se abren ante nosotros. Un plan para los próximos cinco años que incluye un significativo programa inversor en el que son premisa clave las exigencias medioambientales del planeta. La nueva estrategia de Ence contempla crecer en su negocio de producción de energía renovable con biomasa, la tecnología energética que más favorece al entorno natural y que más desarrollo económico y empleo aporta. Un programa de inversión con el que Ence contribuirá a la protección del medioambiente y la mitigación del cambio climático. Precisamente gracias a que somos líderes en este sector en España y al gran avance en el fortalecimiento de nuestras cuentas, podemos plantearnos el salto exterior. Por eso abriremos plantas de generación de energía a partir de biomasa en alguno de los tres países que estamos analizando: Chile, Colombia o India.

Ence proyecta dar, así mismo, un impulso a la transformación de sus fábricas de celulosa en auténticas biorrefinerías. Es decir, plantas basadas en la utilización de recursos renovables y naturales para la producción de un abanico de productos sostenibles y plenamente respetuosos con nuestro entorno natural. De este modo, potenciaremos la cogeneración de energía renovable con madera, seguiremos invirtiendo en el aumento de capacidad de producción de celulosa y en la fiabilidad medioambiental de nuestras fábricas para consolidarlas como referentes de la bioeconomía en Europa, a donde exportamos el 85% de nuestra producción.

El gobierno que salga de las urnas el próximo día 20 debe continuar fomentando e impulsando claramente la reducción de las emisiones de nuestra industria

Además, empezamos a seguir de manera activa los progresos de plantas experimentales para la transformación de la lignina de la madera en biocombustible comercializable, así como el desarrollo de nuevos materiales, como las nanocelulosas y diversos tipos de fibras naturales, que prometen múltiples aplicaciones de gran utilidad y que permitirán sustituir en un futuro no muy lejano productos elaborados en la actualidad con materias primas generadoras de emisiones de carbono.

Queremos ser parte activa de la transformación de modelo energético a cuyos albores hemos asistido en la Cumbre de París. El Gobierno que salga de las urnas el próximo día 20 debe continuar fomentando e impulsando claramente la reducción de las emisiones de nuestra industria, de nuestro sistema eléctrico y de nuestras ciudades. Nuestra compañía está preparada, por conocimientos y experiencia, para contribuir a esa transformación.

* Ignacio de Colmenares es consejero delegado de Ence.

En la clausura de la Cumbre del clima de París del pasado sábado 12, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, afirmó rotundamente que “los mercados ya tienen una señal clara” para encaminarnos hacia una economía baja en carbono. Un cierre de una cumbre histórica envuelta en la euforia por los esperanzadores avances logrados en la lucha contra el cambio climático, pero que precisará de una ingente movilización de recursos para convertir en realidad la reducción de dos grados de la temperatura global del planeta, incluso dejarlo en 1,5 grados a final de siglo. Todo un reto que debemos ver como una gran oportunidad de transformación y desarrollo.

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