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Ha muerto un socialista

José Ramón Rekalde, antes que militante del Partido Socialista, era, en verdad, un socialista

Foto: Fotografía de archivo de José Ramón Rekalde (i) y el lendakari Íñigo Urkullu. (EFE)
Fotografía de archivo de José Ramón Rekalde (i) y el lendakari Íñigo Urkullu. (EFE)

He titulado este artículo 'Ha muerto un socialista'. Para muchos es una afirmación obvia: todos sabemos que pertenecía al Partido Socialista de Euskadi. Pero no solo. Tener el carné del PSE y ser socialista a la vieja usanza no es lo mismo. Hay un concepto profundo, histórico y arraigado, especialmente en las personas de más edad y de clases humildes. Es un concepto que no entiende de guerras internas, de programas electorales. Es otra cosa. Es la pertenencia a una comunidad solidaria. El formar parte de una promesa de futuro.

Me acuerdo de hace unos años cuando yo hacía campaña, solo junto a mi mujer, en el reducto de feroz nacionalismo en Ondarroa. Pasaron dos mujeres mayores y, al verme, una le pegó un codazo a su amiga y le dijo en dialecto vizcaíno: "Hori sozialistie da" (ese es socialista).

Me reconoció por mis numerosos debates en euskera en la televisión vasca. No tengo ninguna duda de que esas señoras votaron nacionalista. Pero esa afirmación de que era 'socialista' me halagó, porque proyectaba un viejo y profundo sentimiento y reconocimiento a un ideal complejo y amplio.

No dijo que era del Partido Socialista, sino simplemente que 'era socialista'. Para mí, hay una gran diferencia. Después, recorriendo otros puntos de España, he conocido personas que tenían grabado a fuego este concepto de socialista. A muchas personas, normalmente mayores y humildes, les he oído decir que ellos siempre han votado socialista. Tampoco decían al Partido Socialista. "Hemos votado socialista".

Mientras el torturador le pegaba, él le miraba con la pretensión ingenua de que un ser humano al que la víctima mira a los ojos no puede seguir torturando

Es un concepto que une fraternidad, solidaridad y esperanza. Algo con lo que me veo identificado, pero que cada vez veo menos en las estructuras del partido, que siempre hablan mucho del 'partido' y poco de socialista.

Por eso digo que "ha muerto un socialista". José Ramón Rekalde, antes que militante del Partido Socialista, era, en verdad, un socialista.

La última vez que le vi estaba yo tomando un aperitivo en el Kursaal de San Sebastián y pasó caminando por el hermoso paseo junto a la playa. Me levanté y fui a presentarme. La bala asesina que le destrozó la mandíbula le impedía hablar con fluidez. Este encuentro fue el año pasado, y estaba ya muy mayor, vestía algo desaliñado. Creo que me agradeció que fuera a saludarle. Para mi sorpresa, ese mediodía soleado, con mucha gente en las terrazas, nadie de San Sebastián se levantó para saludarle. Y siguió su camino como un viejo desconocido.

Yo siempre le he tenido un enorme respeto a José Ramón Rekalde, y también a su mujer. Juntos defendieron su librería Lagun como faro de libertad frente a los ataques nacionalistas que, una y otra vez, la destrozaron. Eso era ser socialista en los tiempos de plomo en Euskadi.

Rekalde fue de los valientes que firmaron el pacto de la concordia en la Transición. Y, también, intentó un acuerdo similar con el nacionalismo vasco en Euskadi

Rekalde es de los que se enfrentaron a la dictadura, el que, como abogado, defendió a los obreros, el que fue detenido y torturado. Y no puedo dejar sin citar una anécdota de intelectual que contaba: mientras el torturador le pegaba, él le miraba a los ojos con la pretensión ingenua de que un ser humano al que la víctima mira a los ojos no puede seguir torturando.

Y creo que está bien recordar a los viejos socialistas nuestros, a los que hemos conocido en vida. A los que arriesgaron su bienestar y su libertad frente a la dictadura, hoy que muchos que nunca se han enfrentado a la dictadura o no lo conocieron buscan memorias más lejanas para no reconocer el valor de los militantes del exilio, de las cárceles. Está bien recordar a personas como Rekalde, sobre todo, frente a los que no quieren reconocer el enorme valor cívico de la concordia. Solo los más valientes, los que tuvieron el coraje de enfrentarse a la dictadura, los que conocieron el horror, tuvieron la audacia de plantear el pacto por la libertad y por la concordia para cerrar de forma definitiva la lucha cainita de las dos Españas.

José Ramón Rekalde fue de los valientes que firmaron con convicción el pacto de la concordia en la Transición. Y, también, el que intentó un acuerdo similar con el nacionalismo vasco en Euskadi. Fue consejero de Educación en el Gobierno Vasco. Fue la enorme generosidad de socialista, que busca a ultranza la convivencia pacífica, la que le impulsó a los acuerdos de la escuela pública vasca. Pretendió, esta vez de forma ingenua, que los nacionalistas sabrían apreciar la mano tendida socialista para una concordia social en Euskadi.

En los últimos años, más de una vez nos ha recordado, aunque muchos no le han querido oír, que fue una generosidad socialista no correspondida por el nacionalismo.

Ser socialista era eso; ser como tú has sido

Y volvió a reivindicar lo 'socialista' como emblema común para unir a todos los progresistas vascos.

Yo apoyo sus tesis.

Me acuerdo que cuando ETA intentó asesinarle: al día siguiente, publiqué un artículo. Le mencionaba una anécdota que contaba de su padre Milan Kundera: los comunistas checos expulsaron a un profesor de música por ser judío. A su padre no se le ocurrió mejor forma de mostrarle su solidaridad que mandarle a su hijo a clases particulares. Yo le decía que en la primera clase que diera, después de recuperarse, yo estaría al fondo de su clase en silencio, como homenaje. No pudo ser.

Pero hoy que te has ido, quiero dar un paso al frente y reivindicar tu memoria de viejo socialista vasco. Ser socialista era eso; ser como tú has sido.

*Andoni Unzalu Garaigordobil, asesor del todavía presidente del Congreso, Patxi López, y su secretario general en su época de lehendakari del Gobierno vasco (2009-2012)

He titulado este artículo 'Ha muerto un socialista'. Para muchos es una afirmación obvia: todos sabemos que pertenecía al Partido Socialista de Euskadi. Pero no solo. Tener el carné del PSE y ser socialista a la vieja usanza no es lo mismo. Hay un concepto profundo, histórico y arraigado, especialmente en las personas de más edad y de clases humildes. Es un concepto que no entiende de guerras internas, de programas electorales. Es otra cosa. Es la pertenencia a una comunidad solidaria. El formar parte de una promesa de futuro.