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La abstención de la izquierda que puso en marcha la hegemonía de la derecha
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La abstención de la izquierda que puso en marcha la hegemonía de la derecha

El PSOE ha puesto en marcha una transformación del sistema de partidos español aún mayor que la provocada en su día por la irrupción de Podemos y Ciudadanos

Foto: El líder del PP, Mariano Rajoy (d), es aplaudido por los diputados de su partido tras ser investido presidente del Gobierno. (EFE)
El líder del PP, Mariano Rajoy (d), es aplaudido por los diputados de su partido tras ser investido presidente del Gobierno. (EFE)

Con su abstención en la investidura de Rajoy, el PSOE ha puesto en marcha una transformación del sistema de partidos español aún mayor que la provocada en su día por la irrupción de Podemos y Ciudadanos. Desde la transición, los partidos políticos españoles se han alineado en torno a dos ejes tradicionales en todas las democracias en las que, a los conflictos de clase, se incorporan conflictos territoriales: el eje izquierda-derecha y el eje centralista-nacionalista.

Tras la ruptura del bipartidismo, el reto independentista catalán y dos elecciones consecutivas, todo en la política española quedó reducido a una simple pregunta: qué coaliciones parlamentarias estaba dispuesto a asumir cada partido para permitir la formación de Gobierno, viéndose determinadas de esta forma las prioridades en política social, económica o territorial.

Con la traumática decisión socialista de permitir con su abstención un Gobierno del PP, por considerar inviable o no deseable liderar un gobierno alternativo con Podemos y los nacionalistas, el PSOE, posiblemente sin saberlo, ha iniciado la transformación de los dos antiguos ejes en un tercero, no aquel tan del gusto populista de la gente frente a la casta, sino uno bien distinto e igualmente peligroso para la estabilidad democrática: el de partidos continuistas frente a partidos rupturistas.

El PSOE, posiblemente sin saberlo, ha iniciado la transformación de los dos antiguos ejes en un tercero: el de partidos continuistas frente a rupturistas

El nuevo eje continuista no quedaría definido por sus políticas sociales o económicas, como ocurría con el eje derecha frente al eje izquierda, sino por la identificación de cuáles serían las coaliciones parlamentarias con las que se podría apoyar o formar un Gobierno, excluyendo de estas a algunos partidos en función de un hipotético riesgo para el orden institucional previo (de ahí la etiqueta de continuista).

Por el otro lado, aquellos partidos señalados, por populistas o por independentistas, como un riesgo para las instituciones, precisamente al quedar excluidos de la lógica de la gobernabilidad, van a tener un poderoso incentivo para activar, tanto en las instituciones como en la calle, políticas de ruptura en lo social o en lo territorial (de ahí la etiqueta de rupturista).

El fomento del miedo al riesgo populista e independentista está en la base del éxito electoral del PP y C's, pero es más difícil asumir que el PSOE pueda ser percibido como un partido continuista, pues va en contra de su historia, como va en contra de su historia permitir un gobierno de derechas. Pero no ha sido la abstención, ni el argumento con la que esta se ha justificado: evitar nuevas elecciones, declarando de esta forma una enorme desconfianza respecto de su propio electorado, sino la extraordinaria crisis interna con la que la abstención se ha tenido que imponer lo que ha generado un desplazamiento histórico del PSOE hacia el centro político.

Es difícil asumir que el PSOE pueda ser percibido como continuista -va en contra de su historia-, como va en contra permitir un gobierno de derechas

La abstención, auspiciada desde fuera del partido, exigida por los referentes históricos socialistas e impuesta a la fuerza por líderes territoriales, algunos de los cuales habían recuperado los gobiernos de sus comunidades con el apoyo de aquellos partidos a los que ahora niegan la condición de posibles socios para un gobierno nacional, se tuvo que abrir paso en contra del primer secretario general socialista elegido directamente por los afiliados y en contra de la opinión de buena parte de los militantes y electores, ampliando de esta forma la gran brecha entre el PSOE y su base social iniciada ya con los recortes sociales del último gobierno del presidente Rodríguez Zapatero.

Es previsible que las próximas encuestas del CIS marcarán un ligero desplazamiento hacia el centro en la posición ideológica izquierda-derecha con la que los ciudadanos, incluso los propios electores socialistas, identifican al PSOE, como es previsible que, tras haberse frenado en junio la fuga de votos hacia Podemos y evitado su temido 'sorpasso', el PSOE vuelva a desangrarse por su izquierda hacia la abstención, en una pendiente hacia la irrelevancia como opción mayoritaria recorrida con anterioridad por otros partidos socialdemócratas europeos.

Mientras el PSOE compita electoralmente con el PP en la misma franja de edad o desde el mismo espacio, las posibilidades de recuperar su base social son escasas

Ocurra lo que ocurra en el Parlamento, alcancen los partidos de la oposición cuantos acuerdos y leyes consideren necesario imponer al Gobierno, no será la dinámica Gobierno-oposición, ni la dinámica izquierda-derecha la que determine la legislatura, sino la confrontación entre los partidos que, aun apoyando a sus adversarios, se consideran a sí mismos partidos de Gobierno y los que, excluidos, solo encontrarán incentivos para la tensión y el enfrentamiento.

Pero, además, harán falta muchos años y nuevos terremotos electorales para que esta nueva configuración del sistema de partidos produzca la segunda de las funciones del sistema electoral: la alternancia, pues el eje continuista (PP, C's, PSOE) no puede generar un Gobierno distinto al liderado por el PP. Con la actual ley electoral, y excluyendo a Podemos y los partidos nacionalistas de las coaliciones parlamentarias para formar Gobierno, solo el PP está en condiciones de gobernar, hoy, mañana y la próxima década.

Solo un acuerdo del PSOE con Podemos volverá a situar el eje izquierda-derecha en el tablero político, pero ya no será evidente cuál contará con más apoyos

Mientras el PSOE compita electoralmente con el PP en la misma franja de edad, por el mismo voto rural y de ciudades medias, o haciendo frente al reto independentista desde el mismo espacio que el PP, las posibilidades de recuperar su antigua base social son escasas, ya sea porque su antiguo electorado recale en la abstención o en Podemos, o porque no queden más votos disponibles a su derecha que una pequeña parte del voto volátil de Ciudadanos.

Por decirlo en otras palabras: solo un acuerdo del PSOE con Podemos (quizás otro Podemos más maduro) volverá a situar el eje izquierda-derecha en el tablero político, pero ya no será evidente, como lo fue en junio, cuál de estos partidos contará con más apoyos. Pero, si no recupera ese eje, el PSOE está condenado a desangrarse electoralmente y a ser la muleta de un PP cuyo gobierno no contará con alternativa real alguna. Se podrá criticar a Rajoy, pero esta situación en términos clásicos se llamaba hegemonía.

*Joan Navarro, sociólogo y miembro del capitulo español del Strategic and Competitive Intelligence Professional (SCIP).

Con su abstención en la investidura de Rajoy, el PSOE ha puesto en marcha una transformación del sistema de partidos español aún mayor que la provocada en su día por la irrupción de Podemos y Ciudadanos. Desde la transición, los partidos políticos españoles se han alineado en torno a dos ejes tradicionales en todas las democracias en las que, a los conflictos de clase, se incorporan conflictos territoriales: el eje izquierda-derecha y el eje centralista-nacionalista.

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