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La verdad científica de la rentabilidad de la dehesa
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La verdad científica de la rentabilidad de la dehesa

A pesar de su competitiva rentabilidad, los propietarios no evitan la paulatina degradación de su arbolado de encinas, alcornoques, robles, acebuches y otras especies frondosas mediterráneas

Foto: La dehesa.
La dehesa.

Lejos de mi la tentación corporativa, pero me irrita que frecuentemente me enfrente a colegas académicos que suelen citar a otros colegas de disciplinas que desconocen sin acudir a la crítica rigurosa de la fuente de los datos. Hoy les traigo a colación el caso de la dehesa. El resultado de la revisión de las publicaciones sobre la rentabilidad de las dehesas es una situación babélica, en la que sólo el especialista puede distinguir el dato consistente del dato ilícito.

Este ecosistema de la dehesa está cada día más valorado entre los propietarios y potenciales compradores que lo perciben como un activo que produce principalmente servicios de amenidades a sus propietarios, además de ofrecer servicios públicos sin precios de mercado a la sociedad en su conjunto. Sin embargo, es habitual que los propietarios y una mayoría de profesores universitarios, con pocas excepciones, declaren los primeros y publiquen los segundos que la dehesa no es rentable y, por el contrario, otros tenemos demostrado que la dehesa es rentable. ¿Es posible abandonar esta torre de babel en la que habita este "conocimiento" esquizofrénico?

Hay feliz racionalidad en la mayoría de los grandes propietarios de dehesas que logran mantenerse durante décadas en el disfrute de su paraíso

Nadie que se comporte racionalmente permanece en el desempeño de una actividad ruinosa de por vida. Al contrario, hay feliz racionalidad en la mayoría de los grandes propietarios de dehesas que logran mantenerse durante décadas en el disfrute de su paraíso. Consiguen satisfacer su ilusión porque en su momento abandonaron la vida contemplativa en la dehesa para percibir ingresos de sus actividades profesionales y rentas de inversiones obtenidos fuera de la dehesa. Pero el disfrute de sus dehesas se lo tienen que pagar los propietarios en forma de una menor rentabilidad en dinero líquido de los productos vendidos respecto de la que obtendrían invirtiendo en obligaciones del estado a 30 años.

Entonces, ¿donde está la racionalidad de los propietarios cuando aceptan menores beneficios monetarios líquidos de los que podrían obtener de la mejor inversión alternativa a la de la dehesa? La respuesta es bien conocida por estos grandes propietarios: no vendo mi finca porque puedo pagarme el disfrute de mi paraíso. Aquí está embebida la respuesta a la invisibilidad de la rentabilidad del servicio de amenidades privadas de la dehesa. Una encuesta publicada por la Editorial CSIC en 2015 a 765 propietarios de ecosistemas de dehesas y silvo-pastorales muestra que más de la mitad del precio de una dehesa la atribuyen los propietarios al rendimiento del servicio de las amenidades que consumen. También la administración pública reconoce en la Ley del suelo (2015) que en la valoración de las fincas rústicas las amenidades pueden suponer hasta el 50% del precio de tasación de la tierra pagado por el estado.

Foto: La dehesa es un ecosistema creado por el hombre. (Foto: cedida por Agedrex)
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La verdad científica de la rentabilidad real total de la dehesa, después de incorporar el beneficio de las amenidades privadas, es que supera notablemente a la tasa de rentabilidad de las obligaciones del estado a 30 años. En el periodo 1994-2010 la rentabilidad de la dehesa en términos reales ha fluctuado entre el 3 y el 6%. A pesar de esta competitiva rentabilidad de la dehesa, los propietarios no evitan la paulatina degradación de su arbolado de encinas, alcornoques, robles, acebuches y otros árboles de especies frondosas mediterráneas. Los precios del mercado de la tierra suben por revalorizarse las amenidades del paisaje de las dehesas de forma persistente. La paradoja es que sus propietarios y compradores admiten la degradación del arbolado sin que perciban que el mercado depreciará a muy largo plazo los activos ambientales privados de la dehesa. Por el momento el mercado es ciego y sigue a medio plazo revalorizando el paraíso impresionista de nuestras dehesas.

* Pablo Campos es profesor de Investigación del CSIC en el Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC y Premio Nacional de Economía y Medio Ambiente en 2002.

Lejos de mi la tentación corporativa, pero me irrita que frecuentemente me enfrente a colegas académicos que suelen citar a otros colegas de disciplinas que desconocen sin acudir a la crítica rigurosa de la fuente de los datos. Hoy les traigo a colación el caso de la dehesa. El resultado de la revisión de las publicaciones sobre la rentabilidad de las dehesas es una situación babélica, en la que sólo el especialista puede distinguir el dato consistente del dato ilícito.

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