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Arrepentidos los quiere el pueblo: el PSOE, redimido
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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Arrepentidos los quiere el pueblo: el PSOE, redimido

La caída del PP ha sido más terrible de lo que se esperaba y los apoyos de Ciudadanos no bastan para retener los gobiernos. El aluvión de votos a Podemos ha compensado con creces la bajada del PSOE

Foto: Reunión del Comité Federal del PSOE. (EFE)
Reunión del Comité Federal del PSOE. (EFE)

Hace unas semanas escribí en este blog: “La eclosión de Ciudadanos es desastrosa para el PP porque puede hacerle perder un montón de votos; pero a la vez puede ser lo que le permita salvar in extremis muchos gobiernos que de otro modo tendría perdidos irremisiblemente”.

Me equivoqué. Se ha producido el fenómeno Me mata/Me da la vida, pero no en el campo de la derecha entre el PP y Ciudadanos, sino en el campo de la izquierda entre el PSOE y Podemos.

Resulta que la caída del PP ha sido más terrible de lo que se esperaba y los supuestos apoyos de Ciudadanos no bastan para retener los gobiernos. Si unos cuantos más de sus muchos descontentos hubieran decidido castigar al PP votando a Ciudadanos en lugar de quedarse en casa, ahora estaríamos todos haciendo otras cuentas.

Si unos cuantos descontentos más  hubieran decidido castigar al PP votando a Ciudadanos, estaríamos ahora todos haciendo otras cuentas

En la izquierda el aluvión de votos a Podemos ha compensado con creces la bajada del PSOE y el descalabro de Izquierda Unida, aumentando el volumen total de votos del espacio progresista. El desplome del PP ha deprimido a la derecha mientras la escalada de Podemos ha reactivado a la izquierda; y ello se ha notado en primer lugar en la participación, que por primera vez en mucho tiempo ha bajado en los distritos azules y ha subido en los rojos.

El caso es que, perdiendo más de 600.000 votos respecto a su ya desastroso resultado de 2011, el PSOE se va a encontrar con el regalo de seis o siete gobiernos autonómicos y un puñado de alcaldías que jamás habría soñado alcanzar con sus propias fuerzas.

Es inútil buscar conclusiones nacionales con los datos de las municipales. Primero, porque la fórmula poliédrica elegida por Podemos para competir en las ciudades hace casi imposible la suma de sus resultados; y segundo, porque hay miles de candidaturas locales que contaminan los datos generales.

Pero podríamos ensayar por otro camino una aproximación al escenario nacional tras el 25-M. Si agregamos el voto autonómico de las 13 comunidades y le añadimos el de las elecciones andaluzas del 22 de marzo, dejaríamos fuera a Cataluña, País Vasco y Galicia, pero sabríamos lo que el 75% de la población ha votado en 2015 con un mapa de partidos ya muy parecido al que va a presentarse en las generales; y podríamos compararlo con el anterior ciclo electoral (autonómicas de 2011 más andaluzas de 2012).

Es inútil buscar conclusiones nacionales con los datos de las locales porque la fórmula de Podemos hace imposible la suma de sus resultados

Haciendo así las cuentas y mirando sólo a los partidos de ámbito nacional, vemos algunas cosas interesantes:

  • En esas 14 comunidades, el PP ha pasado del 44,6% al 29,7%: casi 15 puntos menos con una pérdida de 2,5 millones de votos.
  • El PSOE ha pasado del 31,2% al 27,5%: un retroceso de 3,7 puntos y 650.000 votos, pero estrechando mucho su diferencia respecto al PP.
  • Podemos suma 2,4 millones de votos (14,4%). Y Ciudadanos, con 1,7 millones de votos, roza el 10%.

Así que esta podría ser una primera indicación de la situación de partida para las generales (y subrayo lo de “situación de partida”): el PP en torno al 30% con tendencia a la baja, el PSOE estabilizado alrededor del 27%, Podemos hacia el 15% y Ciudadanos en el 10%, ambos subiendo. Izquierda Unida penando por debajo del 5% y UPyD ya lista para la despedida. El resto corresponde a los partidos nacionalistas/regionalistas de todas las comunidades y a los extraparlamentarios.

Es verdad que el bipartidismo ha sufrido un serio retroceso: la suma del PP y el PSOE ha pasado del 76% en 2011 al 57% en 2015, casi 20 puntos menos (añadiendo a Cataluña, País Vasco y Galicia el descenso es aún más acusado).

Eso se nota también dentro de cada espacio ideológico: en 2011, el PP tuvo el 93% de los votos conservadores y ahora tiene el 75%, porcentaje que baja si incluimos a la derecha nacionalista (CiU, PNV y Coalición Canaria).

En la izquierda, cerca de la mitad de los votantes progresistas ya no optan por el PSOE. Parece que nos encaminamos a un doble bipartidismo

El PSOE tenía el 81% de los votos de la izquierda y le ha quedado el 59% (también baja incluyendo a ERC, BNG, etc). Cerca de la mitad de los votantes progresistas ya no optan por el PSOE.

Da la impresión de que nos encaminamos a un doble bipartidismo. En la derecha, entre el PP y Ciudadanos. El PP había logrado el milagro de mantener unido a todo lo que va desde la extrema derecha de raíz franquista al centro-derecha europeísta y liberal, y de hacerlo además con altas tasas de fidelidad de voto y de movilización en las urnas. Pero la mezcla del austericidio social y el barcenismo político con el cínico dontancredismo de Rajoy ha resultado imposible de digerir para sus propios votantes. Esperemos a ver cómo se salda el ajuste de cuentas que ya ha comenzado en el PP.

En la izquierda, lo que viene es una agrupación poco ordenada pero efectiva de todos los grupos a la izquierda del PSOE –lo que queda de IU, Equo, Verdes y similares y partidos de ámbito regional como Compromís- con el partido de Pablo Iglesias como eje. Este ha demostrado que le sobra flexibilidad táctica para hacer posible una convergencia de ese tipo, aunque sea multifacética; y el hecho de gobernar Madrid y Barcelona será un potente imán para atraer a las fuerzas de distinto pelaje que flotan en ese espacio.

Como al PSOE el poder institucional recién recobrado le inyectará aliento y un poco de autoestima, el resultado más probable será una izquierda repartida en dos bloques de tamaño parecido, que al menos a corto plazo parecen condenados a entenderse.

Los acuerdos harán que Podemos deje de llamar 'casta' a los socialistas y que estos traten a Podemos como una excrecencia populista

Los acuerdos “para facilitar gobiernos progresistas” (un eufemismo de “para echar al PP”) traerán consigo el indulto político del PSOE y la entrada en sociedad de Podemos como partido del sistema. Ni unos podrán seguir llamando a los socialistas “la casta” ni los otros podrán seguir tratando a Podemos como una excrecencia populista resuelta a hacer volar el sistema constitucional. Piense cada uno lo que piense del otro –nada bueno, se lo aseguro-, o somos socios o no lo somos; y parece que toca serlo durante una temporada.

Así que el PSOE, con un resultado electoral peor que mediocre, ha hecho bingo: no sólo le han tocado en la tómbola de los pactos un montón de gobiernos que creía perdidos para siempre –y que en realidad no ha hecho méritos para ganar- sino que, mira por dónde, tras cuatro años de penitencia puede haber empezado a obtener la redención de sus pecados.

A cambio, tiene que hacerse a la idea de que se acabó aquello de el “partido hegemónico de la izquierda” como un título de propiedad que se detenta por derecho natural emanado de la historia. A partir de ahora hay que competir y merecerlo.

Pero si unos y otros se adaptan con naturalidad al nuevo entorno, los socialistas aprovechan la oportunidad que el azaroso destino les ha brindado y los podemitas gobiernan con sensatez al menos durante los primeros meses, es posible que se esté fraguando el resultado de las próximas elecciones generales.

Hace unas semanas escribí en este blog: “La eclosión de Ciudadanos es desastrosa para el PP porque puede hacerle perder un montón de votos; pero a la vez puede ser lo que le permita salvar in extremis muchos gobiernos que de otro modo tendría perdidos irremisiblemente”.

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