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“Mariano, me gusta todo de ti, pero tú no”
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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“Mariano, me gusta todo de ti, pero tú no”

El presidente del Gobierno ha iniciado un “programa intensivo de recuperación de votantes cabreados” basado en el levantamiento parcial de sus propios recortes y el miedo a una coalición Sánchez-Iglesias

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante una visita a Portomarín. (EFE)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante una visita a Portomarín. (EFE)

Tras el batacazo del 24 de mayo Rajoy ha emprendido la búsqueda de los casi cinco millones de votos que se ha dejado por el camino durante la legislatura. Es cierto que una parte de ellos fueron “votos prestados”: ciudadanos que nunca antes habían votado al Partido Popular ni se sienten especialmente próximos a él pero que ante el agobio de la crisis y el fracaso del Gobierno de Zapatero decidieron dar una oportunidad a la otra fuerza gobernante.

La mayoría de esos se han ido como llegaron: ni el PP en la oposición había hecho gran cosa para merecerlos ni en el gobierno ha hecho mucho para retenerlos. Fueron votos para una sola ocasión.

Algunos de ellos van regresando inercialmente al PSOE, de donde vinieron. De hecho, si los socialistas han podido amortiguar su caída tras la irrupción de Podemos en el espacio de la izquierda ha sido gracias a la lenta “devolución” de votos que habían huido al PP, ya pasada la fase más febril del furor antizapateril y tras comprobar en sus propias carnes que las recetas del doctor Rajoy eran aún más dolorosas.

Otros han encontrado un inesperado pero confortable acomodo en Ciudadanos: suficientemente de centro-derecha pero sin caspa ni sabor a rancio, defensores de la unidad de España, constitucionalistas pero no inmovilistas, líder joven, bien parecido y con idiomas, liberales en lo económico pero no endeudados –de momento- a la gran banca ni a los tiburones del Ibex 35, laicos pero no anticlericales y estudiadamente ambiguos en cuestiones escabrosas como el aborto, vírgenes de gestión y por tanto de corrupción…un verdadero producto de diseño para la temporada primavera-otoño 2015.

Rajoy parece haber caído en la cuenta de que no sólo se vive de gráficos y que se necesitan algunos incentivos para hacerse perdonar ciertas cosas

Pero muchos de ellos permanecen en ese espacio interestelar que algunos de mis colegas llaman “de los indecisos”: gente que hace cuatro años votó al PP pero no lo ha hecho en las elecciones de mayo ni dice que lo vaya a hacer en las generales, aunque tampoco declaran haber optado ya por otro partido.

A estos dos últimos grupos es a los que busca ahora Rajoy. Durante mucho tiempo confió en que regresarían a casa inmediatamente en cuanto aparecieran los primeros datos de la recuperación económica pero, finalmente, parece haber caído en la cuenta de que no sólo se vive de gráficos y que se necesitan algunos incentivos adicionales para hacerse perdonar ciertas cosas.

Por eso ha iniciado un “programa intensivo de recuperación de votantes cabreados” basado en dos mensajes:

Primero: Para que veas que también sé ser generoso, te devuelvo una parte de lo que te quité y te levanto parcialmente algunos de los castigos que te impuse.

Es la intención de estos presupuestos exprés, cosidos de cualquier manera, llenos de guiños chapuceros dirigidos a colectivos estratégicos para el PP como los funcionarios y los pensionistas y presentados a toda prisa en plenas vacaciones.

Si hay una norma que requiere preparación concienzuda, debate detallado y votación reflexiva son los presupuestos, que establecen el marco económico y definen el uso de los recursos públicos durante un año. Presentarlos y aprobarlos a galope tendido en los minutos de la basura de una legislatura moribunda para tener con qué llenar el programa electoral del PP es una de esas cosas que diferencian la oportunidad del oportunismo. Una oposición digna de tal nombre se hubiera negado a discutirlos.

La cosa empezó devolviendo al cajón la contrarreforma de la ley del aborto, una vez cumplido el objetivo principal de destruir para siempre al archirrival interno Gallardón con su disfraz de “progre” del PP.

(Un inciso: en la conjura palaciega de la sucesión de Aznar había cinco protagonistas: Gallardón, Rato, Mayor Oreja, Esperanza Aguirre y el propio Rajoy. Observen dónde están hoy los otros cuatro y aprenderán a respetar más a este peculiar Thomas Cromwell de la derecha española).

También corresponden a este capítulo el inicio de flexibilización en algunas de las medidas más groseramente regresivas de la Ley Wert (con una concesión preelectoral hacia Cataluña en materia lingüística para que no se diga) y, por supuesto, la escenificación de la ”generosa” devolución de la asistencia sanitaria a los inmigrantes sin papeles. Nadie me convencerá de que la supuesta insubordinación de Cifuentes no ha sido sino un juego pactado para diluir el protagonismo de los nuevos gobiernos autonómicos socialistas en esta “conquista social” que más bien es la reparación parcial de una afrenta total (totalmente repugnante, quiero decir).

Esta cuestión es mucho más relevante de lo que parece, aunque en principio sólo afecte a un colectivo marginal sin especial poder electoral. Cualquiera que disponga de estudios cualitativos de opinión (y estoy seguro de que el PP dispone de muchos) sabe que el único sacrificio que lasociedad española no está dispuesta a aceptar es el que se refiere a la sanidad universal y gratuita. Y en esta ocasión parece que, con buen criterio, los ciudadanos han tomado nota de la famosa reflexión (que se atribuye a Bertolt Brecht sin ser suya): “Primero vinieron a por los comunistas pero yo ni dije nada porque no era comunista”… ya saben: cuando vienen a por ti, ya es a tarde.

Cualquiera que disponga de estudios de opinión sabe que el único sacrificio que los españoles no van a aceptar es tocar la sanidad universal y gratuita

Pero vendrán más cosas de este tipo, agolpadas en las escasas semanas que le quedan a la legislatura. Algún copago que dejará de serlo, recortes que se enmendarán, quizá promesas de bajar selectivamente algunos de los impuestos que se subieron…y todo ello explicado siguiendo la leyenda de que ahora es posible hacerlo porque la sabiduría de los gobernantes-hormiga tipo Rajoy (lo contrario al prototipo del gobernante-cigarra que fue Zapatero) y la abnegación de los ciudadanos han hecho posible la espléndida recuperación de la que ya disfrutamos.

El segundo mensaje se desprende del primero:

“...pero si quieres que todo vaya bien tienes que confiar en la gente de orden como nosotros, porque si haces tonterías con el voto vendrán Sánchez, Iglesias y la armada antiespañola de los nacionalismos extremistas; y en ese caso lo de Grecia será una broma comparado con lo que pasará aquí.”

Lo que implica presuponer demasiadas cosas: a) que Sánchez e Iglesias, con o sin nacionalistas, van a tener mayoría suficiente para formar un gobierno; b) que ambos van a querer hacerlo; c) que, si se diera el supuesto anterior, sus respectivos partidos les van a querer acompañar en esa aventura.

No sé si el plan le funcionará. En todo caso, es una hipótesis de necesidad: probablemente ya no tiene otro.

Pero en el caso de que le funcione lo suficiente como para ser el partido más votado, lo más interesante ocurrirá cuando se siente a negociar los votos que le faltarán para la investidura y sus interlocutores (Rivera o el propio Sánchez si aritméticamente no queda otra salida que la gran coalición) le pongan como primera condición que presente otro nombre para la Presidencia del Gobierno; porque, después de todo lo que ha llovido, nadie está en condiciones de castigar al país con cuatro años más de Rajoy en la Moncloa y salir a la calle impunemente.

En esa tesitura, lo probable es que Mariano tenga que escuchar lo de la canción de Serrat: “Me gusta todo de ti, pero tú no”. Y entonces, a ver qué pasa.

Tras el batacazo del 24 de mayo Rajoy ha emprendido la búsqueda de los casi cinco millones de votos que se ha dejado por el camino durante la legislatura. Es cierto que una parte de ellos fueron “votos prestados”: ciudadanos que nunca antes habían votado al Partido Popular ni se sienten especialmente próximos a él pero que ante el agobio de la crisis y el fracaso del Gobierno de Zapatero decidieron dar una oportunidad a la otra fuerza gobernante.

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