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No hay antídoto contra la 'fiebre C’s'
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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No hay antídoto contra la 'fiebre C’s'

¿Es el mismo caso que Podemos? ¿Estamos ante una inflación demoscópica provocada por un hecho concreto (27-S) tras la que el partido de Rivera se desinflará? Yo veo algunas diferencias importantes

Foto: La candidata de Ciudadanos a la presidencia de la Generalitat, Inés Arrimadas (c), y el presidente de la formación, Albert Rivera, en el mitin de cierre de campaña. (EFE)
La candidata de Ciudadanos a la presidencia de la Generalitat, Inés Arrimadas (c), y el presidente de la formación, Albert Rivera, en el mitin de cierre de campaña. (EFE)

Está comprobado que las encuestas que se realizan inmediatamente después de unas elecciones impulsan aún más al partido que sale de ellas con la euforia del vencedor moral. En 2014 la estrella emergente fue Podemos tras su inesperado éxito en las elecciones europeas; y efectivamente, en la primera encuesta posterior del CIS su 8% de las urnas se había transformado en un 15% de intención de voto, que pasó a ser un 22% en la siguiente y un 24% en la tercera. Ahí tocaron cumbre y se inició el descenso.

¿Cuánto había de cerveza y cuánto de espuma en aquella fase espasmódica en la que algunos llegaron a situar a Podemos como primer partido con estimaciones próximas al 30%? Lo único que sabemos con certeza es que ya se ha votado varias veces a lo largo de 2015 y Podemos siempre ha estado alrededor del 15%, que es lo mismo que le dan actualmente la mayoría de las encuestas. Los amantes de las emociones y de las montañas rusas dicen que se está hundiendo. Puede que haya un retroceso, pero tiendo a pensar más bien que sus expectativas estaban infladas y ahora, probablemente, por primera vez su valor demoscópico coincide con su valor real.

El primer efecto de las elecciones catalanas en las encuestas nacionales es que se ha disparado la intención de voto a Ciudadanos. Ya hemos visto varias estimaciones que lo sitúan claramente por delante de Podemos y, en algún caso, rozando el triple empate con el PP y el PSOE. Sin duda, es el partido de moda; y sin duda, ello tiene mucho que ver con el impacto del 27-S. A primeros de noviembre conoceremos el resultado del barómetro del CIS realizado en octubre, en plena 'fiebre C´s', y creo que confirmará esta misma tendencia.

¿Es el mismo caso que Podemos? ¿Estamos ante una inflación demoscópica provocada por un hecho concreto (las elecciones catalanas) tras la que el partido de Rivera se desinflará? Es difícil asegurar nada, pero yo veo algunas diferencias importantes.

Cuando emergió Podemos, quedaba más de año y medio para las elecciones generales. Un largo recorrido en el que Iglesias y los suyos han pasado por varias elecciones acidentadas, han tenido tiempo de equivocarse y, poco a poco, se les ha ido corriendo el rímel y han perdido aquel 'sex appeal' avasallador que les daba bula para todo.

Rivera ha pasado bien los pactos de mayo y está aprovechando el empujón de las catalanas. Además, ha demostrado que no es fácil hacerle tropezar

Ciudadanos ha salido propulsado como un cohete a solo dos meses de la votación decisiva. Ya no hay estaciones electorales intermedias: Rivera ha pasado bien las curvas escarpadas de los pactos de mayo y está aprovechando a fondo el esperado empujón de las catalanas. Además, ha demostrado que no es fácil hacerle tropezar y que sabe sacar partido del pánico a la derrota de sus competidores. Parte de cero escaños, así que todo lo que le venga son ganancias: eso da mucha tranquilidad, y se le nota. De hecho, creo que es el único de los cuatro líderes nacionales que no se juega el puesto el 20-D.

Hay motivos para pensar que la tendencia al crecimiento de Ciudadanos es más consistente que la de Podemos. Un amplio sector de la sociedad española ha deseado durante décadas disponer de un partido bisagra entre los dos grandes que permita formar mayorías de gobierno sin depender del apoyo/chantaje de los nacionalistas. Ciudadanos se parece mucho a eso, y su aparición en la escena resulta especialmente oportuna cuando el bipartidismo se debilita y con los nacionalistas catalanes ya no se puede contar para nada.

Dentro de la esperada fragmentación del próximo Parlamento, Ciudadanos aparece más bien como una fuerza estabilizadora, lejos de las muchas incertidumbres que suscita el posible acceso al Gobierno de Podemos. Rivera no inquieta a nadie (salvo a los dirigentes del PP y, en parte, del PSOE), y esa es hoy su mayor fortaleza.

Su polivalencia para los posibles pactos de gobierno no produce inquietud sino lo contrario; cada vez que sus dos rivales se lo reprochan, Rivera puntúa

Ciudadanos aparece como un refugio confortable para los votantes que desean mostrar su disgusto con el PP y abominan de Rajoy, pero no se fían de los socialistas ni se toman en serio a Sánchez. Y su polivalencia para los posibles pactos de gobierno no produce inquietud sino lo contrario; cada vez que sus dos rivales se lo reprochan (es decir, todos los días), Rivera puntúa. Parece mentira que no se den cuenta.

Como parece mentira que sigan atacándolo por el lado de su posición ideológica. Dicen los del PP que Ciudadanos en realidad es de centro-izquierda, y Rivera agradece el favor y hace caja en su frontera con el PSOE. Replican los del PSOE que no, que Ciudadanos es solo una versión amable del centro-derecha, y Rivera sonríe y abre los brazos a los prófugos del PP.

Ambos saben que lo necesitarán para gobernar, pero lo temen en las urnas. Cada uno de los dos grandes lo empuja retóricamente hacia el otro lado de la frontera, pero hacen sus cuentas con él como futuro socio; y él se expande en ambas direcciones porque no se trata de que sea de centro-derecha, de centro-izquierda o de centro puro: se trata de que es nuevo y fresco y que viaja ligero de equipaje (cada vez que Rajoy clama que no han gobernado nunca, sus hastiados votantes asienten: “Eso, eso es lo que más nos gusta”).

Por otra parte, el motor de su segundo despegue (según el CIS, el primero se produjo entre enero y marzo de 2015), que han sido las elecciones catalanas, va a seguir estando muy presente en la política española y será un tema central de la campaña del 20-D. No duden de que Ciudadanos sacará todo el provecho posible de su condición de líder de la oposición al independentismo en Cataluña.

Cada uno de los dos grandes lo empuja al otro lado de la frontera, pero hacen sus cuentas con él como futuro socio; y él se expande en ambas direcciones

El 9 de marzo publiqué un artículo en El Confidencial (Podemos y Ciudadanos, distintos y distantes) que terminaba con este párrafo:

“No me reconozco en el gremio de los detentadores demoscópicos de la bola de cristal que adivina el futuro; pero a día de hoy, si tuviera que apostar, lo haría a favor de que, salvo accidentes o errores graves, en las elecciones generales Ciudadanos estará por delante de Podemos”.

Lo que no esperaba entonces es que Rajoy y los dirigentes del PP pusieran tanto empeño como están poniendo en hacerme ganar la apuesta con creces.

En una cosa tiene razón Aznar: hace unos meses todos veíamos verosímil el escenario de una izquierda dividida en dos mitades casi idénticas. Hoy ese peligro se ha trasladado a la derecha. Y con Mariano como candidato, cualquiera sabe cuán profundo estará el fondo del pozo para el PP. Pero también es cierto que si existe un antídoto contra la 'fiebre C’s', ese antídoto no lo tiene Aznar.

Está comprobado que las encuestas que se realizan inmediatamente después de unas elecciones impulsan aún más al partido que sale de ellas con la euforia del vencedor moral. En 2014 la estrella emergente fue Podemos tras su inesperado éxito en las elecciones europeas; y efectivamente, en la primera encuesta posterior del CIS su 8% de las urnas se había transformado en un 15% de intención de voto, que pasó a ser un 22% en la siguiente y un 24% en la tercera. Ahí tocaron cumbre y se inició el descenso.

Ciudadanos Barómetro del CIS