Es noticia
El discurso de Sánchez en la investidura en una frase: “La próxima semana…Podemos”
  1. España
  2. Una Cierta Mirada
Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

Por

El discurso de Sánchez en la investidura en una frase: “La próxima semana…Podemos”

Donde Sánchez decía una y otra vez “Podemos….la próxima semana”, lean “La próxima semana, Podemos” y habrán hallado el mensaje encriptado que da sentido a 90 minutos de discurso

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

Las dos primeras veces que dijo la frase, pensé que era un detalle pinturero, uno de esos 'sound bites' con los que se lucen los redactores de discursos. Como la repetía, supuse que pretendía incitar a los medios a ponerla en sus titulares. Insistía tanto en ella que llegué a temer que se le fuera de las manos, no sería la primera vez que se arruina un eslogan afortunado por abusar de él.

[Sigue en directo el debate de investidura]

Pero algo sonó en mi mente: ¿Y si fuera algo más que eso? ¿Y si en esa frase estuviera condensado todo el planteamiento estratégico del discurso? Acudí al texto para comprobar cuántas veces la había repetido y encontré que en la versión “oficial”, repartida previamente, la frase no existía: se había ocultado a propósito. Finalmente, lo vi más claro al invertir el orden de las palabras: donde Pedro Sánchez decía una y otra vez “Podemos….la próxima semana”, lean ustedes “La próxima semana, Podemos” y habrán hallado el mensaje encriptado que da sentido a 90 minutos y 12.000 palabras de discurso.

Cuando un político con ambiciones acude a una sesión de investidura sabiendo de antemano que será derrotado y que su candidatura tiene una vigencia de 48 horas, lo que intenta no es convencer con su discurso ni dar la vuelta a la votación, sino prolongar la vida tras la muerte: mantener la burbuja en el aire, buscar la prórroga, que no decaiga la esperanza. Lo que Sánchez ha buscado en este discurso, por encima de todo, es que esta película no se cierre el viernes con el cartel de “The End”, sino con el de “Continuará”. No preocuparse, compañeros: esta vez (con Ciudadanos) no hemos podido, pero la próxima semana…Podemos. (Pablo, te llamo el sábado).

Frases textuales del discurso: “El acuerdo (con C’s) es el indispensable principio de la solución”; “es sólo un primer paso”; “este acuerdo no es el resultado, es parte de la operación”. Barruntaba yo al escucharle que si el acuerdo con Rivera es sólo un primer paso, debería explicar cuáles son los pasos siguientes y a dónde conducen; si es parte de una operación, debería describir en qué consiste; y si admite que con su socio actual no tiene apoyos suficientes, debería precisar cómo va a ampliarlos. Hasta que me caí del caballo: la próxima semana, Podemos. Gracias, Umberto Eco, tú nos enseñaste como nadie a descifrar estos sencillos trucos de los lenguajes codificados.

Lo que Sánchez ha buscado en este discurso, por encima de todo, es que esta película no se cierre con el cartel de “The End”, sino con el de “Continuará”

Pero hay más trucos en el discurso que escuchamos ayer:

En la primera parte el candidato se dedicó a explicar el sentido de su actual posición política con una prédica que giraba obsesivamente sobre tres conceptos: diálogo, acuerdo y cambio.

Aparentemente, escuchamos un canto a la transversalidad por encima de las diferencias ideológicas. “Cuando nadie tiene la mayoría por sí solo, únicamente hay un camino: el del entendimiento”; “un acuerdo mayoritario entre diferentes partidos”; “que se acaben los frentismos”; “no tenemos líneas rojas”; … el líder socialista llegó a proclamar el fin de las ideologías como barrera: “Las diferencias entre ideologías no pueden ser nunca un problema”; “tenemos que hacer mestizaje ideológico, un gobierno apoyado por fuerzas con diferentes ideologías”. Además, ayer aprendimos que esto del mestizaje ideológico es para Sánchez la “alta cocina” de la política.

Semejante introducción invitaría a pensar que el orador se encaminaba a proponer un gobierno de gran coalición o algo semejante. Pues no, al contrario. Resulta que para Sánchez la forma de acabar con los frentismos en la política española es enviar al destierro al partido que tiene más votos y más diputados que ningún otro. Un angelical discurso inclusivo para revestir una operación de apartheid político: mestizaje ideológico pero con limpieza previa. “Una España en la que quepamos todos y todas”, recitaba en su oración laica el candidato. Luego quedó claro que se refería a todos y todas menos 123 diputados y 7 millones de votantes.

La formación de Gobierno ha quedado bloqueada desde que la segunda fuerza política extendió un veto que expulsa a la primera de cualquier posible diálogo

¿El argumento para justificar esta exclusión? “18 millones de españoles y españolas votaron por la no continuidad del actual Gobierno”. Lo cual es una tontuna tan grande como lo sería afirmar, con la misma vara de medir, que 20 millones de españolas y españoles votaron en contra de que gobierne el señor Sánchez.

Y todo ello para camuflar el hecho de que la formación de Gobierno ha quedado bloqueada en este país desde que la segunda fuerza política extendió un veto que expulsa a la primera de cualquier posible diálogo. Es esa interdicción la que lo ha enrevesado todo y nos tiene desde hace 75 días atrapados en una elucubración desesperante de combinaciones imposibles.

A continuación el candidato expuso el contenido del programa que ha acordado con Ciudadanos. ¿De todo el programa? No, de su versión 'unplugged'. Fue una presentación selectiva, montada con criterios fáciles de rastrear:

Primero, subrayar en rojo todo aquello que Podemos puede compartir. Y por si no quedaba clara la intención, acompañarlo del 'ritornello': “Podemos…la próxima semana”.

Segundo, exhibir con la misma fiereza lo que se sabe indigerible para el PP, recreándose en destacar las medidas que suponen derogación o descalificación de lo hecho por el gobierno anterior.

Tercero, pasar silbando sobre lo que puede resultar problemático con el socio Ciudadanos. Lo más escandaloso, lo de Cataluña. Muchos creíamos estar ante el mayor conflicto institucional de la democracia, pero el candidato Sánchez lo resolverá en un santiamén ofreciendo al Gobierno secesionista el siguiente paquete de medidas: activar las Comisiones Bilaterales, financiar la Ley de Dependencia, aumentar el presupuesto para políticas activas de empleo, derogar la Reforma Local, paralizar la LOMCE y recuperar los fondos para el desarrollo rural. Aquí empieza y acaba el plan que ayer expuso para abordar el desafío independentista. Seguro que Junqueras y Puigdemont se abrazaron emocionados al escucharlo.

Y cuarto, silenciar púdicamente lo que es material explosivo en el PSOE. Lo de la reforma constitucional exprés y, sobre todo, lo de la supresión de las diputaciones provinciales, casi mejor que lo diga mañana Rivera, que nuestros barones y baronesas se ponen nerviosos y nerviosas y no está el horno para más bollos.

Sánchez podría habernos ahorrado los 90 minutos. Si hubiera dicho simplemente: “La próxima semana, Podemos”, todos hubiéramos entendido el mensaje

Así que este es el reparto del trabajo: en su discurso de hoy y a partir del lunes, Sánchez le tira los tejos a Podemos. Mañana y durante los dos próximos meses, Rivera muestra al PP la otra parte de la mercancía. Y que Dios reparta suerte.

En realidad, Pedro Sánchez podría habernos ahorrado los 90 minutos. Si se hubiera subido a la tribuna y hubiera dicho simplemente: “La próxima semana, Podemos”, todos hubiéramos entendido el mensaje.

No me resisto a acabar sin citar un fragmento memorable del discurso:

“El diálogo y el acuerdo exigen el reconocimiento de la dignidad moral del adversario (…) Son necesarias formas de valentía que requieren más inteligencia que la que es necesaria para declarar inelegible moralmente al contrario, que la inteligencia necesaria para destruir moralmente a nuestro adversario cuando no somos capaces de combatir sus ideas”.

Salvando la redacción, no puedo estar más de acuerdo. Lo que lamento es no lo pensara antes del debate del 14 de diciembre. Quizás ahora algunas cosas serían menos complicadas.

Las dos primeras veces que dijo la frase, pensé que era un detalle pinturero, uno de esos 'sound bites' con los que se lucen los redactores de discursos. Como la repetía, supuse que pretendía incitar a los medios a ponerla en sus titulares. Insistía tanto en ella que llegué a temer que se le fuera de las manos, no sería la primera vez que se arruina un eslogan afortunado por abusar de él.

Pedro Sánchez Ciudadanos