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Encuesta DYM: el pescado está vendido, pero el mercado sigue a la venta
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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Encuesta DYM: el pescado está vendido, pero el mercado sigue a la venta

Ya que no en los votos, sí hay movimiento fuerte en los escaños como consecuencia de la alianza Podemos-Confluencias-IU. Su impacto es tal que el Gobierno que salga sigue siendo una incógnita

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Pocas veces he visto un despliegue de encuestas tan monótonamente uniforme como en estas elecciones. La estimación de voto que hoy publica El Confidencial es prácticamente igual que las de todas las demás que se han conocido en las últimas semanas; y a su vez, reproducen casi exactamente, en cuanto a los porcentajes de voto de los partidos, el resultado del 20-D.

Diferencias inferiores a un punto entre la media de todas las encuestas publicadas durante el mes de junio, la estimación de DYM y el resultado del 20-D. Salvo que aquí todo el mundo esté errado o que algo muy gordo suceda en esta última semana, podría anticiparse que, desde el punto de vista de los votos, el pescado está ya vendido.

La encuesta de DYM corrobora, como nos mostró el CIS, que el voto está asentado más firmemente en el espacio del PP y en el de Unidos Podemos que en los del PSOE y C’s. Los votantes del PP y los de UP anuncian más voluntad de participar, su voto está más decidido y mantienen mayor fidelidad al partido al que apoyaron en diciembre. El PSOE y Ciudadanos tienen votantes más lábiles y arrastran más indecisos.

Se confirma también que hay muy pocos trasvases entre partidos. Según los datos de DYM, en el intercambio de votos, Ciudadanos arrancaría unos 300.000 al PP y unos 150.000 al PSOE. Por su parte, el PSOE tendría un saldo favorable de 100.000 votos con Unidos Podemos. Poca cosa. El problema del PSOE y de C’s no está en los que se van a otros partidos, sino en los que siguen indecisos o se inclinan hacia la abstención. En esta encuesta aparecen en esa situación el 22% de los votantes del PSOE y casi el 30% de los de Ciudadanos.

Ya que no en los votos, sí hay movimiento fuerte en los escaños, como consecuencia de la alianza Podemos-Confluencias-IU. Su impacto es tal que el Gobierno que salga de estas elecciones sigue siendo una incógnita. Por mucho que el pescado (los votos) parezca ya vendido, el mercado (el Gobierno) sigue a la venta y es difícil prever quién será finalmente el mejor postor.

Una diferencia de un solo diputado puede conducir a dos escenarios totalmente distintos

A mi juicio, las dos variables que determinarán el resultado político del 26-J son la consumación o no del 'sorpasso' y la distancia entre el primer partido y el segundo. Me explico:

Supongamos que, como presagian las encuestas, UP y PSOE suman en torno a 169 escaños. ¿Gobierno seguro? Depende. Una diferencia de un solo diputado puede conducir a dos escenarios totalmente distintos:

Si el PSOE obtiene un escaño más que UP, hay una altísima probabilidad de que Pedro Sánchez sea presidente de un Gobierno de coalición de izquierdas con los ministerios repartidos a medias entre ambas fuerzas. Pero si fuera al revés, un escaño más para UP (o empate en escaños, pero ventaja en votos para el podemismo), la probabilidad de que saliera adelante un Gobierno presidido por Pablo Iglesias sería bajísima.

Es muy verosímil que esta vez Unidos Podemos acepte votar la investidura de Sánchez, siempre que sea para gobernar juntos y con cuotas equivalentes de poder. Pero resulta casi inimaginable que los socialistas quieran y puedan votar la investidura de Iglesias. No querrán hacerlo; pero aunque quisieran, no podrían sin abrir la puerta a un cisma en su propia casa. Con o sin Sánchez (en este escenario, previsiblemente ya sin él), no habrá una dirección del PSOE que se atreva a dar esa orden a sus diputados y esperar que se cumpla sin defecciones.

Quien considere bueno para España un Gobierno de coalición con Unidos Podemos, debería desear que el PSOE alcance al menos un escaño más que su rival

Así que este es el singular dilema del votante progresista: quien crea en Sánchez como presidente y considere bueno para España un Gobierno de coalición con Unidos Podemos (quizá con la necesaria tolerancia de los nacionalistas), debería desear que el PSOE alcance al menos un escaño más que su rival, porque solo eso haría posible tal desenlace.

Por el contrario, quien no vibre ante la idea de ver a Sánchez en La Moncloa o piense que un Gobierno como ese sería perjudicial para el país, debe estar interesado en que se produzca el 'sorpasso', aunque sea por la mínima. Ello bloquearía 'de facto' el pacto de izquierdas y obligaría a abrir el abanico en busca de otras fórmulas viables de gobierno. Y este resulta ser el escenario objetivamente más favorable para el PP, lo que está en la base de su estrategia de campaña: un 'sorpasso ma non troppo'.

Le conviene el 'sorpasso' porque impedir el pacto de las izquierdas parece la condición necesaria para que el PP aspire a gobernar, puesto que las previsiones alejan la hipótesis de que la suma de PP y C’s sea suficiente.

Pero necesita que ese 'sorpasso' sea por la mínima, lo más parecido posible a un empate entre el segundo y el tercero. Porque con nuestro sistema electoral, tan importante es ganar en votos como la distancia sobre el inmediato seguidor.

En diciembre, el PP le sacó casi siete puntos de ventaja al PSOE. Por eso pudo obtener 123 escaños con un 29% del voto. En la estimación de DYM, la ventaja del PP sobre UP es solo de cuatro puntos. Eso significa que aun creciendo en votos, su cosecha de escaños será más escasa a medida que el segundo partido se le aproxime.

Iglesias está en una posición de 'win-win'. Si el PSOE le gana por los pelos, tendrá la mitad del Gobierno. Si él gana, habrá conseguido el liderazgo de la oposición

Nuestra historia electoral está llena de ejemplos de esto. En 2008, el PSOE tuvo un 44% del voto, pero con 169 escaños quedó lejos de la mayoría absoluta porque el PP se plantó a solo cuatro puntos, con un 40%. Tres años más tarde, Rajoy tuvo también un 44%, pero logró una amplia mayoría absoluta de 186 escaños porque sacó 16 puntos de ventaja a los socialistas.

Este es justamente el peligro de la estrategia de la polarización: que si la dosis es excesiva, el tratamiento puede resultar contraproducente. En situaciones de equilibrio, hay un efecto espejo: la polarización en un bando suele producir polarización en el otro. Al voto útil en la derecha se responde con el voto útil en la izquierda y viceversa.

El que aparentemente está en una posición de 'win-win' es Iglesias. Si el PSOE le gana por los pelos, tendrá la mitad del Gobierno en sus manos. Si es él quien gana por poco, habrá conseguido el liderazgo de la oposición y la muy probable autoliquidación de sus enemigos de toda la vida.

Este es el trato que Iglesias propone al PSOE: si sale cara, gano yo. Y si sale cruz, pierdes tú. El caso es que aún parecen quedar dirigentes socialistas interesados en ese juego, no me pregunten por qué.

Pocas veces he visto un despliegue de encuestas tan monótonamente uniforme como en estas elecciones. La estimación de voto que hoy publica El Confidencial es prácticamente igual que las de todas las demás que se han conocido en las últimas semanas; y a su vez, reproducen casi exactamente, en cuanto a los porcentajes de voto de los partidos, el resultado del 20-D.

Barómetro del CIS Ciudadanos