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El Brexit o la mezcla de un 'tory' estúpido, un laborista traidor y un fascista engreído
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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El Brexit o la mezcla de un 'tory' estúpido, un laborista traidor y un fascista engreído

La culpa de Cameron es inexcusable. Pero hay que reconocer que Corbyn tampoco ha estado a la altura, haciendo las delicias de los euroescépticos de Farage

Foto: El primer ministro británico, David Cameron, junto al exalcalde de Londres, Boris Johnson. (Reuters)
El primer ministro británico, David Cameron, junto al exalcalde de Londres, Boris Johnson. (Reuters)

Felipe González firmó ayer en 'El País' un artículo que comienza así: “David Cameron pasará a la historia como el político irresponsable que puso en juego el interés general de Gran Bretaña y de Europa para resolver un problema personal y de partido”.

Le ha faltado añadir que esas palabras describen igualmente lo que él mismo hizo hace 30 años cuando convocó aquel insensato referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN. Como este columnista no es sospechoso en lo que se refiere a la figura política de Felipe González y además contribuí a aquel disparate, me parece de justicia reconocer que no es tan infrecuente que los gobernantes caigan en esa tentación de poner en juego algo muy grande con motivaciones muy pequeñas.

Cameron ha metido a su país, a Europa y al mundo en un lío de proporciones colosales, y ha comprometido el futuro de varias generaciones de británicos

No seré yo quien disminuya la gigantesca culpa de Cameron en lo que ha pasado. Ese referéndum jamás debió celebrarse, y su convocatoria pesará sobre su conciencia durante el resto de su vida. Un dirigente corto de vista e infundadamente pagado de sí mismo ha metido a su país, a Europa y al mundo entero en un lío de proporciones colosales, y ha comprometido el futuro de varias generaciones de británicos. No habrá juicio histórico suficientemente duro para juzgar el comportamiento de este petimetre. Lo que me parece increíble es que tenga el morro de quedarse en su puesto hasta octubreen lugar de esconderse en su casa y no salir de ella en mucho tiempo.

El referéndum no sólo era un despropósito por el contenido sino, muy especialmente, por la ocasión. Cuando Europa entera es asolada por un vendaval político de populismos y nacionalismos rampantes; cuando la Unión Europea vive su momento de mayor debilidad política y desprestigio social tras haber equivocado por completo la respuesta frente a la crisis; cuando el temor de los europeos de origen ante la llegada de millones de inmigrantes y refugiadosestá en su punto de máxima ebullición; y cuando se abren en Europa varias líneas de fractura (entre el norte y el sur, entre el este y el oeste, entre países deudores y acreedores, entre europeístas y eurófobos); justamente este le ha parecido a Cameron un buen momento para poner a prueba la siempre dudosa fe europeísta de los británicos.

El tradicional orgullo nacionalista inglés (que no británico), la rabia de una clase media castigada por la crisis y el pánico de la clase obrera ante la invasión de inmigrantes que vienen a disputarles el empleo y los mecanismos de protección social solo necesitaban una ocasión para mezclarse en una causa común, hacer reacción y causar un estropicio histórico. El 'tory' que en mala hora ocupó el nº 10 de Downing Street puso en bandeja esa oportunidad.

Pero me duele más aún la negligencia culpable y dolosa de los dirigentes del Partido Laborista, empezando por su líder, Jeremy Corbyn. Cuando lo eligieron, muchos, dentro y fuera del Reino Unido, pensamos que los laboristas se autocondenaban a una larga temporada en la oposición. Ha sido aún peor:este resultado no se comprende sin la pasividad oportunista de la izquierda británica –representada por el Partido Laboristay por los sindicatos–, por una parte engolosinada por la probable derrota de su rival político y por otra acobardada ante la pulsión xenófoba de sus propias bases.

También hay entre nosotros antecedentes de estos comportamientos. En el citado referéndum de la OTAN, Fraga pidió la abstención en lugar de ser consecuente con sus convicciones atlantistas. El 12 de mayo de 2010, en un instante de máxima emergencia económica para España, Rajoyno dudó en poner al país al borde del precipicio con tal de ver a Zapatero rodando por el suelo. Fue un sarcasmo –y una vergüenza para la derecha española–que aquella catástrofe tuvieran que evitarla los nacionalistas catalanes. La ambición de derrotar al adversario político es legítima, pero tiene un límite que debería ser infranqueable.

Así como los 'tories' siempre han sido euroescépticos, el laboristaes el partido que más y mejor ha defendido la causa del europeísmo en Gran Bretaña. Pero el Brexitha triunfado por la desmovilización de las bases laboristas y por el voto masivo a favor del 'Leave' en las zonas de mayor concentración industrial y obrera (excepto Escocia). Si los dirigentes de ese partido hubieran cumplido con su obligación, hoy estaríamos celebrando la permanencia del Reino Unido en Europa. Ya habría ocasión de ajustarle las cuentas al estúpido y presumido 'tory' que jugó con fuego, pero lo primero debe ser siempre lo primero.

En Gran Bretaña, el Brexit lo ha hecho posible el voto de la clase obrera industrial inglesa. El UKIPse alimenta de su voto. Los separatistas escoceses han barrido del mapa al Partido Laborista, que siempre fue hegemónico en ese territorio.

El Brexit lo ha hecho posible el voto de la clase obrera industrial inglesa. El UKIP se alimenta de su voto. La socialdemocracia europea está muriéndose

En Francia, una parte sustancial del electorado de Le Pense compone de antiguos votantes socialistas y comunistas: asustados y desengañados por la inutilidad de sus antiguos partidos de referencia, han asumido el discurso de la ultraderecha populista y xenófoba.

Lo mismo está sucediendo en los países del norte de Europa, que tuvieron partidos de masas de corte socialdemócrata y grandes sindicatos que se desangran mientras sus bases sociales alimentan el crecimiento de los nuevos partidos de la extrema derecha.

Y en el sur de Europa, también los populismos pretendidamente izquierdistas de Beppe Grillo en Italia, de Syrizaen Grecia y de Podemosen España se expanden gracias a la incompetencia y a la cobardía de los partidos de la izquierda clásica, que se dejan devorar sin hacerles frente -y a veces hasta procuran imitarlos para ver si así les perdonan la vida.

No logro desprenderme del recuerdo de que los fascismos europeos de los años 30 fueron propulsados por el malestar de las clases medias

Ya sé que la historia no está condenada a repetirse, pero en estos días no logro desprenderme del recuerdo de que los fascismos europeos de los años 30 del siglo pasado fueron propulsados por el malestar de las clases medias trabajadoras tras una recesión económica global causada por la codicia de los poderes financieros y por la incuria de los gobiernos democráticos de la época.

Con todo, al final siempre aparece el factor humano. Hay muchas explicaciones estructurales, todas válidas e importantes. Pero lo del jueves en Gran Bretaña no hubiera pasado si no hubieran coincidido un imbécil 'tory' llamado Cameron, un laborista traidor, desorientado en el tiempo y en el espacio, llamado Corbyn, y un fascista engreído llamado Farage.

Felipe González firmó ayer en 'El País' un artículo que comienza así: “David Cameron pasará a la historia como el político irresponsable que puso en juego el interés general de Gran Bretaña y de Europa para resolver un problema personal y de partido”.

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