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El silencio de los corderos
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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El silencio de los corderos

Si nos llevan a palos a las urnas por tercera vez, la moraleja a retener es que España no tendrá Gobierno mientras se entregue la llave de la gobernación a esta versión desfigurada del PSOE

Foto: Pedro Sánchez, secretario general del PSOE. (Reuters)
Pedro Sánchez, secretario general del PSOE. (Reuters)

Una cosa es cometer un error político y otra muy distinta hacer daño a tu país a sabiendas. En ambos casos, debe haber consecuencias, pero lo primero se puede enmendar y para lo segundo no hay perdón posible.

Pedro Sánchez proclama que su NO-es-NO se basa en razones ideológicas y éticas. Palabras mayores, oiga. Conviene tener precaución cuando se usan grandes conceptos para defender causas pequeñas, porque luego las torsiones tácticas resultan más dolorosas y se explican peor.

Se supone que no habrá una ideología y una ética para el 31 de agosto y otras de recambio para el 25 de septiembre. Esas convicciones tan serias y profundas no deberían alterarse entre la primera y una hipotética segunda investidura; y mucho menos porque haya elecciones en el País Vasco y en Galicia. Ello daría una impresión lastimosa del nivel ideológico y ético de quien así se comportara.

Sin embargo, varios dirigentes socialistas de entre los llamados 'barones' sugieren que este no es buen momento para reunirse y decidir sobre el Gobierno de España, pero en octubre, cuando el estropicio ya esté consumado, a lo mejor sí conviene. Curiosa aportación a la praxis política, esta de errar primero y discutirlo después.

Lo peor que sucede en el PSOE no es la estrategia de Pedro Sánchez. Lo peor es el esquivo silencio de los dirigentes ante una política en la que no creen

Uno de los que han verbalizado ese plan es Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha. Como no dudo de que su prioridad de gobernante es el bienestar de sus ciudadanos, es de esperar que explique a los castellano-manchegos las enormes ventajas que les reportará mantener a España bloqueada.

Que explique, por ejemplo, los beneficios de las sanciones comunitarias que nos caerán si el 15 de octubre España llega otra vez a Bruselas en renuncio, o cómo van a mejorar la sanidad y la educación en su región cuando no puedan aprobarse a tiempo los Presupuestos del Estado. Puede contar las inversiones que no llegarán, las empresas que se perderán y los empleos que se dejarán de crear por la sugestiva idea de que es mejor que España siga sin Gobierno unos cuantos meses más que dárselo ahora.

La misma petición para los presidentes socialistas de Andalucía, Aragón, Asturias, Baleares, Extremadura y la Comunidad Valenciana. Por favor, que detallen el precio que sus ciudadanos pagarán por este plante del Partido Socialista, del que ellos son cómplices necesarios (porque no podría hacerse sin su consentimiento). Esto se puede medir con cifras, y es bueno que se conozca para que cada uno se haga cargo de sus acciones y de sus inacciones.

Si estás convencido -¡por ideología y por ética, nada menos!- de que hay que impedir a toda costa que el PP gobierne, esa convicción debería valer para la primera investidura y para todas las que vengan. Y si piensas que finalmente habrá que levantar el bloqueo, ¿por qué ahora no y en octubre sí? ¿Acaso esa demora sería saludable para España? ¿Ganarían algo las comunidades que gobiernan estos señores y señoras? ¿Algún sector social mejoraría su bienestar? ¿Se repararía el maltrecho crédito del PSOE ante la sociedad?

Nada de eso. En realidad, suspiran por que el 25-S les libere de la molesta carga de decidir. Han construido un escenario ilusorio en el que el PNV necesitará el apoyo del PP para gobernar en Euskadi y entregará sus votos a Rajoy en Madrid; de tal forma que ellos puedan escaquearse una vez más, que es lo que no han dejado de hacer desde el 21 de diciembre de 2015.

Ello parte de tres supuestos altamente dudosos:

1. Que Rajoy intentará una segunda investidura tras fracasar en la primera. Es mucho suponer. A Rajoy le repatea la idea de verse gobernando con 137 escaños, a merced de la oposición y sometido a constantes derrotas parlamentarias para terminar, pocos meses después, teniendo que disolver anticipadamente en condiciones mucho peores que las actuales.

Cumplirá este expediente de la investidura porque no le ha quedado más remedio. Si pierde, pondrá en marcha la máquina de culpar al PSOE (para lo que contará con la ayuda de todos los demás partidos sin excepción) y se irá directo a por los 150 escaños en diciembre -lo que está a su alcance, no porque él reciba un aluvión de votos, sino por el previsible aluvión de abstenciones en una izquierda dividida y descorazonada.

2. Que el PNV tendrá que apoyarse en el PP para gobernar en el País Vasco, y que por ello sus votos estarán disponibles para Rajoy. Falso, cualquiera que conozca medianamente la política vasca sabe que Urkullu dispone de varias alianzas posibles y menos costosas que esa.

3. Y aunque las dos suposiciones anteriores fueran ciertas: ¿de verdad creen preferible que el Gobierno de España dependa del siempre problemático apoyo de los nacionalistas que de la oposición constructiva de los constitucionalistas? No, no lo creen en absoluto. Simplemente, apuestan por lo que menos los compromete.

Conviene tener precaución cuando se usan grandes conceptos para defender causas pequeñas, porque luego las torsiones tácticas resultan más dolorosas

Lo peor que sucede en el PSOE no es la estrategia suicida de Pedro Sánchez. Al menos él lucha por una causa, aunque sea la de su persona. Lo peor es el esquivo silencio de los dirigentes ante una política en la que no creen y con la que no tienen nada que ganar. Esa actitud ni beneficia a España, ni fortalece a su partido, ni sirve a los ciudadanos, ni siquiera los protege a ellos. Ayuda, eso sí, a que el PP gane más votos y escaños en cada elección.

Si creen que esconderse tras el burladero los librará de la ira ciudadana si se obliga a la gente a votar por tercera vez, van aviados. Cuando el pueblo justamente enfurecido instale la guillotina en la Bastilla de las urnas, pueden estar seguros de que no se conformará con una sola cabeza.

Cuando uno va dentro de un vehículo y ve que el conductor enfila hacia el precipicio, puede hacer tres cosas: arrebatarle el volante, bajarse en marcha o agachar la cabeza, abrocharse el cinturón de seguridad y esperar que otros resuelvan el problema. Esto último es lo que, al parecer, han decidido hacer los dirigentes territoriales del PSOE.

Un seguidor de Sánchez me espetó hace unos días: "¿Qué crees que haría el PP si los socialistas tuvieran 137 escaños y ellos 85 y el Gobierno dependiera de su abstención?". Muy probablemente, respondí, lo mismo que está haciendo Sánchez: bloquear a España. Lo cual no demuestra que eso sea lo correcto, pero sí desmiente aquello tan repetido en los mítines de “no somos lo mismo”.

No sé qué sucederá finalmente. Pero si nos llevan a palos a las urnas por tercera vez, la moraleja a retener es que España no tendrá Gobierno mientras se entregue la llave de la gobernación a esta versión desfigurada del PSOE y en ese partido siga atronando el silencio de los corderos.

Una cosa es cometer un error político y otra muy distinta hacer daño a tu país a sabiendas. En ambos casos, debe haber consecuencias, pero lo primero se puede enmendar y para lo segundo no hay perdón posible.

Pedro Sánchez Mariano Rajoy