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Él no era el chico para ella
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Miguel de Juan Fernández

A Bordo del Argos

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Él no era el chico para ella

“La mayoría de la gente se interesa por las acciones cuando lo está todo el mundo. El momento de interesarse es cuando nadie más lo está.

“La mayoría de la gente se interesa por las acciones cuando lo está todo el mundo. El momento de interesarse es cuando nadie más lo está. No puedes comprar lo que es popular y hacerlo bien.”

Warren Buffett

Newsweek 1 April 1985

Cuenta en ocasiones Warren Buffett que “érase una vez un joven que estaba especialmente interesado en casarse con la chica de sus sueños; tenía muy claro cómo la quería, alta, rubia, de grandes y dulces ojos azules, con buena figura, bien educada, hacendosa y cariñosa, buena deportista, elegante y con amplia inteligencia para poder conversar con ella en las tardes de Verano en el porche o a la luz del hogar en el crudo Invierno. Que le gustaran los niños y fuera habilidosa en los juegos y de un muy buen carácter y con grandes ganas de sonreír y de bailar en las fiestas a las que iban a ser invitados. Recorrió todo el mundo en su busca, descartando a todas aquellas que, aunque cumplían la mayor parte de los requisitos, no alcanzaban la perfección. Finalmente, tras largos años de dura e infructuosa búsqueda la encontró. Se acicaló y se presentó para solicitar su mano declarándole su amor. Pero ella le rechazó. También ella buscaba al hombre perfecto… y él no era el hombre perfecto para ella.”

Una de las preguntas típicas de los ¿inversores? suele ser: ¿es éste el momento de invertir? Evidentemente la pregunta busca la respuesta de “tranquilo, no te preocupes y compra ahora que ya no vas a ver al mercado en niveles más bajos y sólo le resta subir”. Bueno, pues lo siento mucho pero este tipo de conocimiento no hay experto en el mundo que lo tenga ni lo tendrá. Recordad siempre que invertir trata de poner nuestro dinero hoy con vistas a recuperar más en un futuro. Y el futuro es impredecible. Como decía aquél: Es muy difícil hacer predicciones, sobre todo del futuro. Pues eso.  Y por otro lado, un auténtico inversor no se plantea la pregunta de si es éste el mínimo del mercado entre otras cosas, porque sabe de antemano que no lo puede conocer y que tampoco importa.

Imaginemos por un instante – bueno o lo que dure la lectura del artículo- que hablamos de una inversión, no en bolsa, sino en un tipo de activo muy parecido a la renta fija. Es un activo que no nos va a producir nada, ni cupones ni dividendos en este ejemplo, pero que su precio fluctúa según la demanda: los billetes de 100 euros. A veces, estos billetes se ponen de moda y suben su precio y hay quien está dispuesto a pagar hasta 130 euros por ellos (¡si es que son tan bonitos!). Otras veces, por cualquier motivo, dejan de estar de moda, ya no se lleva su color o tantos ceros… psé, como que molestan. Y entonces caen de precio hasta 70 euros. ¿Realmente tenemos algún problema si el billete de 100 lo compramos a 75? ¿Aunque caiga hasta 70 su precio? ¿No estaremos confundiendo como en tantas ocasiones la volatilidad del precio del título que hemos adquirido con el riesgo real? Pensad que el billete sigue valiendo 100, luego ganamos 25 euros sobre nuestros 75 invertidos. Bah, pero esto no pasa en la realidad. Bueno, quizás con los billetes no, pero sí con la renta fija o con las acciones (esos títulos de propiedad sobre unas empresas que hacen y venden cosas). Un ejemplo (y perdón por la cita personal): El año pasado en el Argos invertimos parte de la liquidez en un bono gubernamental australiano al 97 y pico por ciento. Poco más de un año después, lo vendimos por encima del 104% más el cupón. Como cuando compramos los billetes australianos no los quería mucha gente, pagamos pocos euros por ellos y cuando vendimos, los querían muchos más y, entonces, nos dieron más euros por ellos. El resultado fue algo más de un 22%. Pero no siempre es tan sencillo.

El 1 de junio de 1932, Benjamin Graham inició una serie de tres artículos quincenales para la revista Forbes. En el primero, comentaba cómo daba la sensación de que las empresas americanas valían más muertas que vivas; es decir; liquidándolas que lo que valían en bolsa. De hecho, comentaba un caso en concreto White Motors Company, que se vendía en bolsa muy, muy por debajo de su valor neto contable  libre de todas las deudas. De hecho, aproximadamente el 30% de todas las compañías cotizadas en ese momento se encontraban en una situación parecida: las famosas net-net de Graham. La conclusión de sus artículos entonces nos muestra que los precios de las acciones son volátiles por naturaleza, y que no hemos de preocuparnos por el nivel del mercado, pues nunca sabremos cuál es el mejor momento o dicho de otra forma, nunca sabremos si va a caer desde el nivel en el que entremos en él. Por cierto, aunque Graham no lo sabía ni le importaba, esos artículos se escribieron precisamente en el mínimo del Dow Jones de todo el siglo XX ya que en el mes de julio de 1932 cayó hasta 41 puntos, habiendo comenzado el siglo en el nivel de 66 y desde un máximo, antes del Crash, de 381. Pero, insisto, ni lo sabía ni le importaba. Un poco como Cocodrilo Dundee cuando le pregunta a su amigo Wallie qué día era y cuando se lo dice, Wallie dice: ¡Qué tío, ni lo sabe, ni le importa!

Corremos el riesgo que tuvo el hombre de la historia, que por buscar el mejor momento, se nos pase uno buenísimo. Yo no tengo ni idea – y los argonautas ya me lo han oído en multitud de ocasiones – de si éste es el mejor momento que veremos en muchos años o sólo en un par de semanas. Ni idea. (¿No vamos a engañarnos a estas alturas, verdad?) Lo que tenemos que tener claro todos es que nadie la tiene. Podremos hacer apuestas, y decir si va a subir o caer, y, a lo mejor acertamos, pero no hay forma de saberlo realmente. En este sentido un buen indicativo de chicas guapas, majas, inteligentes, honradas y decentes es seguir la cita de Buffett. Puede que los índices puedan caer algo más  – fijaos, “puedan” de posibilidad; si luego lo no caen no es culpa mía, aviso de antemano que luego se me pierden–, pero como lo que vas a comprar, en lo que vas a entrar a ser socio es de una empresa en concreto, plantéate si esa empresa vale mucho más de lo que cuesta. Si dentro de unos meses consigues comprar algo más de tu dinero en esa buena empresa a un mejor precio, estupendo. Pero no siempre pasa. El índice del mercado que haga lo que quiera, que vosotros ya haréis lo que podáis.

Por supuesto, cuando vayáis a comprar alguna empresa, pensad que salís de rebajas para adquirir bienes a largo plazo –por lo que si luego hay segundas rebajas, fenomenal– y a lo mejor el índice cae, pero no vuestra empresa. No es fácil ganar dinero en bolsa si nos dedicamos a comprar lo que sube o si nos dedicamos a despreciar a las chicas guapas que se nos presentan. O los chicos para vosotras. Por cierto, os aviso desde ahora que en el siguiente artículo, os explicaré porqué es buena política inversora que las chicas no se casen, y cuando lo hayan hecho, sean ellas las que gestionen las inversiones y no sus esposos.

Nos vemos.

“La mayoría de la gente se interesa por las acciones cuando lo está todo el mundo. El momento de interesarse es cuando nadie más lo está. No puedes comprar lo que es popular y hacerlo bien.”