Es noticia
El abuelo Vanderhof se encuentra con Rajoy
  1. Mercados
  2. A Bordo del Argos
Miguel de Juan Fernández

A Bordo del Argos

Por

El abuelo Vanderhof se encuentra con Rajoy

“Señor Vanderhof, nuestras fichas indican que jamás ha pagado impuestos sobre la renta- dice el inspector. Exacto- contesta el abuelo Vanderhof- ¿Y por qué?-pregunta el inspector-

“Señor Vanderhof, nuestras fichas indican que jamás ha pagado impuestos sobre la renta- dice el inspector. Exacto- contesta el abuelo Vanderhof- ¿Y por qué?-pregunta el inspector- No creo en los impuestos. ¿Qué no cree en los impuestos? – insiste el inspector- No señor.

Escúcheme señor Vanderhof, crea o no crea en los impuestos le debe al gobierno 20 años de impuestos atrasados. Señor Vanderhof es una cosa muy grave no presentar la declaración de impuestos- insiste el inspector-. Oiga,- dice el abuelo Vanderhof- supongamos que yo pago ese dinero; un momento, no he dicho que vaya a hacerlo, simplemente por curiosidad ¿qué me dará el gobierno a cambio?... ¿A cambio?- pregunta el inspector- sí, ¿qué recibo a cambio de mi dinero?- sigue el abuelo – Por ejemplo, si entro en unos grandes almacenes y quiero comprar algo, bueno, ahí está, lo tengo a la vista; pero...¿qué me da el gobierno?

Bueno- dice el inspector- el gobierno se lo da todo, le protege a usted. ¿De qué?- pregunta el abuelo- De la invasión. ¿Cómo cree que el gobierno va a mantener el ejército y la marina y todos los acorazados? ¿Los acorazados?- exclama Vanderhof- La última vez que utilizamos los acorazados fue en la guerra hispanoamericana y ¿qué fue lo que conseguimos? ¡Cuba! …y tuvimos que abandonarla. Yo no tendría inconveniente en pagar a cambio de algo tangible.

Algo tangible- masculla el inspector, pensando- y ¿qué me dice del Congreso y el presidente y el Tribunal Supremo, tendremos que pagarles, no? ¡No con mi dinero!, no señor- protesta el abuelo. Mire señor Vanderhof, lo único que digo es que no ha pagado usted impuesto sobre la renta ¡y tendrá usted que pagarlo! – A lo que el abuelo contesta: ¡Tendrá usted que demostrármelo!”

Vive como quieras (You can´t take it with you- MGM 1938)

(Dedicado a Plissken -entre otros-; espero que ésta también la hayas visto y relacionada con el tema: Dave, Presidente por un día)

Hace un par de semanas, el presidente Rajoy declaró que no tiene sentido que quien vende a corto plazo obteniendo una plusvalía pague sólo un 21%, igual que quien espera más tiempo. Pobre presidente nuestro que no le encuentra sentido. A mí, en cambio, me pasa más bien como al abuelo Vanderhof de la estupenda película de Frank Capra, en plena Gran Depresión, donde entre James Stewart y Jean Harlow, destacan dos actores como Edward Arnold y el abuelo: Lionel Barrymore, cuya saga se remonta al cine mudo con su hermana Ethel y su hermano John Barrymore. Creo que sería bueno para todos nosotros que nuestros políticos, representados en este caso por su ínclito presidente don Mariano Rajoy, se encontrara y tuviera una charla con el abuelo Vanderhof. A lo mejor, de esa charla, nuestro presidente vería a sus ciudadanos de otra forma y no como esclavos que están obligados por naturaleza a pagar impuestos.

Da la sensación de que los niños no nacen con un pan debajo del brazo, sino con su correspondiente carga de impuestos en los brazos. Parece que los políticos nos ven a los ciudadanos como esclavos cuya naturaleza no nos dotara de derechos, que se reconocen (no se nos dan) en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, sino de la obligación de tributar. Recuerdo que hace años alguien, no recuerdo ahora quién, me comentó que los impuestos no eran finalistas, esto es que sencillamente tenemos que pagarlos y luego ya vendrá el gobierno y dirá por qué y para qué. Pues como el abuelo Vanderhof, yo también quiero que me lo demuestren.

Resulta que el presidente Rajoy no entiende que se pague un 21% (antes era un 18%) por las plusvalías generadas sin importar el plazo. Lo que no parece preocuparle para nada es que el dinero que hace tributar es un dinero que, en general, ya se gravó en su día, bien en el IRPF o bien tras una herencia o tras haber sido recibido como dividendo de una empresa, dividendo que además de tributarlo el accionista cuando lo recibe, ya tributó en el pasado vía Impuesto de Sociedades. Es tremenda la voracidad del Estado. El presidente de Castilla y León acaba de decir que mantendrá el Impuesto de Sucesiones -que se había eliminado- y que sí, que reconoce que estas decisiones “hacen daño”…pero siguen con ello. Yo puedo entender, como el abuelo Vanderhof, que me pidan sacrificios, pero siempre que sean compartidos… y el Estado no comparte. Los paraísos fiscales no son inmorales; simplemente sus gobiernos se conforman con estructuras mucho más pequeñas, sus ciudadanos están dispuestos a pagar de su bolsillo las cosas y servicios que necesiten y, por tanto, sus gobiernos, al no tener que gastar más, pueden permitirse el lujo de cobrar muchos menos impuestos a sus ciudadanos.

El gobierno, los gobiernos, se olvidan de que el dinero es de los ciudadanos, que son quienes lo ganan y quienes generan la riqueza y es, por tanto, a sus dueños a quienes los gobiernos quieren quitárselo. Pues tendrán que explicar para qué quieren nuestro dinero… ¿para construir autopistas que no tienen tráfico, aeropuertos sin pasajeros para que los caciques de turno -de cualquier partido- saquen pecho y se hagan los salvadores ante sus votantes…para…? No señor, no. Señor Rajoy, va a tener que explicar muy bien por qué le parece fatal que pague lo mismo quien quiere realizar una plusvalía a corto plazo como quien la realiza a largo plazo y no le parece fatal que esa persona tenga que pagar dos veces por un dinero que tributó y que es el ciudadano el único que arriesga para lograr esa renta o ganancia nueva. Quizás, sería preferible que desde el Gobierno se presentara a votación algunos gastos, seguro que muchos ciudadanos -dueños de dicho dinero- le responderían igual que el abuelo Vanderhof: demuéstrennos que dichos gastos son necesarios… que veamos algo tangible. Y si no, déjennos en paz.

Personalmente, pienso que es preferible no estar generando plusvalías a corto y, por supuesto, estoy en contra de la especulación -tal y como la entendía Graham, por supuesto-. Pero me importa bien poco si hay muchos o pocos ¿inversores? que deciden deshacer sus movimientos en dos días, dos meses o diez años, allá cada cual con sus decisiones sobre su dinero y la forma en que lo gestiona. Se supone que vivimos en un país libre y no veo que el Gobierno sea quien para meterse en dichas decisiones. Si tanto les preocupa la posible inmoralidad o injusticia sobre la fiscalidad de unos y otros, deberían preocuparse más de la inmoralidad de la doble o triple tributación a la que sus gastos y despilfarros, con el dinero de los demás, obligan a partícipes de unos beneficios para los cuales no aportan dinero ni asumen las pérdidas derivadas del riesgo; y ni aún así les parece suficiente.

Lástima que Rajoy no quiera reunirse con Vanderhofv-bien es cierto que físicamente es imposible, pero al menos conceptualmente-, sin embargo, nos iría mejor a todos. Puedo entender que en la situación en la que se han visto involucrados tras el desastre de Zapatero y demás, el Gobierno actual no vea más allá de tratar de sacar todo el dinero que pueda de los españoles para reducir el déficit lo más posible; pero sería de buen gusto, cuando menos, el no tomarnos por tontos. Sean valientes y digan directamente que quieren nuestro dinero porque no quieren dejar sus privilegios, porque quieren seguir llevando la buena vida de político profesional que en tantas ocasiones ha denunciado en estas páginas el profesor Centeno, por ejemplo. Si ni siquiera son capaces de afrontar la verdad de las subidas de impuestos, de mirarnos a la cara y explicarnos para qué los quieren (por favor, que no sea para ayudar a que la banca vuelva a dar crédito a familias y empresas… otra vez con ese cuento, no gracias) no se merecen pedirnos nuestro dinero.

El abuelo Vanderhof tenía toda la razón. Nuestro dinero es nuestro y si el gobierno lo quiere tendrá que explicar bien para qué y, aunque Vanderhof estaba al corriente de sus impuestos, como dice en la película y, por tanto, no se trata de promover ninguna insumisión fiscal, no debemos olvidar que tenemos unos derechos como ciudadanos y que, de vez en cuando, no está mal que se lo recordemos. Claro que los americanos deben su independencia a un problema de impuestos sobre el té, cuando no veían nada tangible y eso les curtió y ha hecho que su sociedad civil sea más comprometida que la nuestra.

Nos vemos.

“Señor Vanderhof, nuestras fichas indican que jamás ha pagado impuestos sobre la renta- dice el inspector. Exacto- contesta el abuelo Vanderhof- ¿Y por qué?-pregunta el inspector- No creo en los impuestos. ¿Qué no cree en los impuestos? – insiste el inspector- No señor.