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La célebre casta política
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Miguel de Juan Fernández

A Bordo del Argos

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La célebre casta política

“¿Qué más se necesita para hacer de nosotros un pueblo próspero y feliz? Algo más todavía, conciudadanos: un sobrio e inteligente gobierno que impida a los

“¿Qué más se necesita para hacer de nosotros un pueblo próspero y feliz? Algo más todavía, conciudadanos: un sobrio e inteligente gobierno que impida a los hombres herirse mutuamente, aunque por otro lado, los deje libres para que regulen sus propios objetivos industriales y de desarrollo, y no quite a los trabajadores el pan que se han ganado. Éste es el resumen de un buen gobierno y es necesario para completar el círculo de nuestro júbilo.”

Thomas Jefferson- Primer discurso inaugural 4 de Marzo de 1801

“La sociedad occidental actual nos ha hecho ver la diferencia que hay entre una libertad para las buenas acciones y la libertad para las malas. Un estadista que quiera lograr algo importante y altamente constructivo para su país está obligado a moverse con mucha cautela y hasta con timidez. Miles de apresurados (e irresponsables) críticos estarán pendientes de él. Constantemente será desairado por el Parlamento y por la prensa. Tendrá que demostrar que cada uno de sus pasos está bien fundamentado y es absolutamente impecable. El resultado final es que una gran persona, auténticamente extraordinaria, no tiene ninguna posibilidad de imponerse. Se le pondrán docenas de trampas desde el principio. De este modo, la mediocridad triunfa con la excusa de las restricciones impuestas por la democracia.”

Aleksandr Solzhenitsyn- Un mundo dividido: Discurso de graduación en Harvard 1978

(Ambas citas tomadas del libro de Esperanza Aguirre: Discursos para la Libertad. Ed. Ciudadela)

El diario The Washington Post acaba de publicar un informe en el que destaca que el patrimonio medio de los actuales miembros del Congreso americano creció un 5% durante esta crisis (desde 2004 a 2010), mientras que cayó un 39% para el americano medio. No pretendo desde estas líneas generar una polémica basada en la demagogia, estamos hablando del patrimonio medio de los representantes políticos, es decir, teniendo en cuenta el que poseían en 2004, cuando empieza el estudio -tanto si era propio, como patrimonio de su cónyuge y de todas las fuentes posibles-, y legales obviamente, de las que hayan podido verlo incrementado.

Por supuesto, no implica que ese patrimonio se deba únicamente, como he dicho, al sueldo como congresista o senador, pero sí resulta curioso que mientras el americano medio ha visto mermado su patrimonio medio en casi un 40%, la casta política en su conjunto  -que de todo hay-, lo haya visto incrementado. ¿Cuestión de información privilegiada? Puede que en algunos casos. ¿Cuestión de sólo subidas de ingresos públicos? Teniendo en cuenta que en Estados Unidos la transparencia informativa de los empleados públicos es muy superior a la española, lo dudo bastante. ¿Cuestión de que haya habido corrupción o privilegios específicos para sus negocios particulares? Puede que también en algunos casos y que no les pillen, porque allí no se van de rositas, pero también dudo de que ésta sea la respuesta. Es más probable que se mezclen todas las anteriores junto con otras que no he enumerado. Evidentemente, no creo que sea por pura suerte o porque los políticos sean los mejores inversores. Si así fuera, sería irónico que fueran unos genios gestionando su dinero y unos ineptos con el de los demás.

Desconozco las cifras equivalentes para España, pero no me extrañaría que fuera más o menos en la línea. Y también dudo bastante de que los nuestros sean unos genios con su dinero y unos ineptos con el de los demás, pero a las pruebas me remito. Lo cierto es que, e insisto en que no quiero que se vea como un recurso demagógico, la casta política parece que va por otro sendero distinto -y mucho mejor- que el de sus representados. Para ellos no hay crisis. Sí, es cierto, quizás haya habido reducciones de dietas o de privilegios al estilo de que este año no renovamos los iphones, ni los ipads. Sin embargo, no tienen parangón con los efectos que esta crisis -generada por bancos centrales, estados y bancos- está teniendo en el ciudadano normal. Y también es muy posible que sus viviendas, o segundas o terceras residencias, hayan visto como todos los demás que su “valor de mercado” actual es menor al que tenía en máximos de abril de 2007, pero teniendo en cuenta la seguridad en su puesto de trabajo que no tiene nada que ver (ni la exigencia de productividad si nos ponemos a ello) con la del ciudadano normal, es evidente que se sobrellevan mucho mejor los gastos mensuales. Por cierto, el ciudadano normal es el que paga los impuestos que, posteriormente, nuestros políticos distribuyen a su mejor entender.

Al igual que muchos asesores financieros que, obligados por los objetivos (el principal que no le echen del banco o caja), ofrecen a sus clientes -de banca tradicional o privada- los productos que indican o sugieren desde más arriba (¿o alguien duda de que los departamentos de productos de un banco sirvan a los intereses de la entidad en vez de a los de los clientes?.. si hace esto último será siempre después de haber cubierto los objetivos del banco). Y los políticos también tienen sus objetivos: conseguir alcanzar el poder y, una vez en él, mantenerse todo el tiempo que sea posible. La maquinaria está para funcionar y a dicha función se aplica, independientemente de que quien engrasa dicha maquinaria a través de los impuestos esté conforme o no. ¿No les resulta raro que a nuestros estupendos representantes, cuando les dicen que faltan plazas concertadas, que los padres quieren plazas concertadas, que están dispuestos a pagar por esas plazas concertadas, vayan y con nuestro dinero hagan escuelas públicas? Es como si uno va al cine y pide una entrada para ver la última película de Disney -por poner un ejemplo neutro- y el taquillero nos la diera para una de Tarantino. Oiga, Tarantino será muy bueno… ¡pero queremos ver una de Disney! Bueno, pues eso les cuesta un montón…y parte del otro.

Los políticos deben estar bien pagados -como norma general, pero es evidente que algunos están tremendamente bien pagados dada su incompetencia, los problemas que causan y la pobre preparación que tienen-, pero también es cierto que en situaciones como ésta- en la que se están pidiendo esfuerzos a los ciudadanos, lo mínimo que podrían hacer es dar ejemplo. No sé si será mejor que se les elimine la paga como parece que propone Cospedal en Castilla la Mancha, cuando a la vez están cobrando vía presupuestos del Estado, o que se les reduzca el sueldo, o las dietas u otras prebendas. Para todos los partidos. Lo primero que deberían hacer si quieren recuperar la confianza es decirnos todo aquello que, con nuestro dinero, se han otorgado para impedírnoslo a los demás. Como diría Orwell en su célebre Rebelión en la granja: todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros.

Por ejemplo, el tema de que los políticos puedan disfrutar de dos pensiones. El ex ministro Solbes fue famoso por cobrar la pensión como eurodiputado y otra como diputado -además de una indemnización por dejar de formar parte del gobierno al acabar la legislatura, que lo hacen todos-. Y, por supuesto, en su caso no tienen los límites que imponen a las personas normales. Bien decía el antiguo que hecha la ley, hecha la trampa o que quien parte y reparte se lleva la mejor parte. Amigo Sancho, esta casta no viene de nuevas, ha pasado siempre, pero si la democracia se distingue de otros sistemas principalmente, no es por tener elecciones cada cierto tiempo -que en nuestro caso no elegimos, optamos puesto que no nos dejan otras opciones-, sino porque se establecen los límites y los vigilantes de que esos límites no se incumplan por parte de los políticos.

Desgraciadamente, como en el cómic Watchmen donde se veía la pintada “¿Quién vigila a los vigilantes?”, aquí hemos puesto a la zorra a guardar el gallinero (no piensen mal, que no va con segundas) y hemos terminado teniendo un Tribunal de Cuentas cuyos informes o no sirven de nada o son tardíos o han sido “aprobados” por aquellos a quienes deberían vigilar y el resultado son multitud de cajas quebradas, por ejemplo, y Comunidades Autónomas que registran parte de las deudas que tienen y las demás hacen como si no existieran, por poner otro ejemplo. La mala imagen que tienen los políticos en general, porque insisto en que hay políticos decentes que tienen muy presente su responsabilidad, se la han ganado ellos solitos con matrícula de honor. Lamentablemente la solución también está en su mano. En la nuestra está seguir reclamando transparencia, honestidad, decencia, responsabilidad y proporción. Por cierto, por decencia no me refiero a que se cuiden de asuntos de faldas, problema suyo, sino a ese sentido de tener presente que hay cosas que no se deben hacer, como decía el personaje interpretado por Morgan Freeman en La Hoguera de las Vanidades: “es aquello que os decía vuestra abuela”.

Nos vemos.

“¿Qué más se necesita para hacer de nosotros un pueblo próspero y feliz? Algo más todavía, conciudadanos: un sobrio e inteligente gobierno que impida a los hombres herirse mutuamente, aunque por otro lado, los deje libres para que regulen sus propios objetivos industriales y de desarrollo, y no quite a los trabajadores el pan que se han ganado. Éste es el resumen de un buen gobierno y es necesario para completar el círculo de nuestro júbilo.”